sábado, 15 de noviembre de 2025

De Israel al mundo. Si, y también para él antisemita.

De Israel al mundo. Sí, y también para el antisemita*
Por Daniel Grinspon

La noticia de que se invertirán 3.000 millones de dólares para levantar una planta de microchips en el sur de Israel, ahí nomás de Gaza, no es un dato suelto: es un mensaje. Una declaración de que, mientras algunos pronostican el final hace 77 años, la realidad va por otro lado y les pasa por arriba. Una fábrica de tecnología de punta en Ashkelon, no en un paraíso corporativo sino en un lugar que hace muy poco estuvo bajo fuego. Mucho más coraje que quienes opinan con seguridad absoluta sin haber puesto nada en juego.
La empresa AWZ, canadiense-israelí, va a producir chips avanzados que terminan en sistemas de defensa, autos eléctricos, telecomunicaciones y buena parte de los dispositivos que sostienen la vida moderna. Mientras ciertos sectores repiten que Israel no aporta nada, el país sigue sumando innovación al mundo sin pedir permiso.
El sur, marcado por las heridas del 7 de octubre, recibe una apuesta gigantesca para reactivarse. Trabajo, infraestructura, movimiento real, todo lo que supera con facilidad los discursos de quienes desean la caída desde la comodidad de su propio resentimiento.
Lo digo sin vueltas: esto también es para vos, antisemita. Ese microchip que hace funcionar tu celular, tu computadora o la alarma de tu auto probablemente salga de una fábrica levantada a pocos kilómetros de donde los terroristas intentaron borrar un país entero. Una ironía del destino: odiás al mismo pueblo que sostiene buena parte de la tecnología que usás todos los días.
Por supuesto que los desafíos existen. La zona no es sencilla, la logística es compleja y la presión externa nunca afloja. Pero mientras algunos redactan consignas, Israel construye. Mientras ciertos iluminados fantasean con boicots, acá se exporta conocimiento. Y mientras unos se aferran a slogans vacíos, estos tipos producen futuro.
Esta inversión no es solo un proyecto industrial, es una declaración de existencia. Acá estamos, seguimos, avanzamos, con chips, con ciencia, con capacidad, aunque les moleste o lo nieguen. Cada chip que salga de esa planta será un recordatorio simple y contundente: demasiados imperios quisieron borrar a este pueblo y todos quedaron en el camino. La innovación, en cambio, sigue de pie.