martes, 28 de diciembre de 2021

¿Quienes son los que persiguen a los cristianos en Tierra Santa?

¿Quienes son los que persiguen a los cristianos en Tierra Santa?
Por Barry Shaw (Arutz Sheva (28.12.21)

https://israelnoticias.com/editorial/donde-hay-persecucion-de-cristianos-en-tierra-santa/

sábado, 25 de diciembre de 2021

Muchas, muchas gracias otra vez

Amigo/a MUCHAS, MUCHAS GRACIAS  por tus buenos deseos. ¡No sabes cuánto apreciamos que te hayas acordado de nosotros!

De paso, tal vez te gustaría saber que no celebramos la fiesta de NAVIDAD en estas fechas, aunque si lo hacemos en la de Sucot (Levítico 23), conocida como la de las Cabañas que suele caer en  septiembre u octubre según el calendario del Cielo. Si quieres saber por qué no lo hacemos, te recomendamos que eches una miradita al LINK y lo sabrás enseguida (*). No obstante, decirte que nos encanta el turrón, ver a las familias reunidas, las luces tan bonitas que nos recuerdan que la verdadera y única LUZ  vino al mundo hace unos 2.000 años para salvarlo y ofrecerle VIDA ETERNA (Juan 3:16; 8:12). 

Te abrazamos de todo corazón, deseándote, además, todas las bendiciones del Eterno.

Samuel y Elisheva

(+34.659.682.031)

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1. https://youtu.be/hkyKY0VWrQI

2. https://youtu.be/aK_4X23nMB4



domingo, 12 de diciembre de 2021

Los Primeros Cristianos Sionistas

Del mismo modo que nos hemos esforzado por relatar de manera real algunos de los terribles fracasos de una gran parte del Cristianismo a lo largo de los siglos, sería bueno que mencionásemos a aquellos cristianos cuyas creencias fueron lo suficientemente sinceras y profundas como para tomarse en serio las Escrituras. 

Estos cristianos se encontraban en el continente europeo, en Gran Bretaña, en los Estados Unidos y en otros países. Estaban firmemente convencidos de que era la voluntad de Dios que el pueblo judío regresase a su tierra y estaban dispuestos  a ser instrumentos en las manos de Dios para que esto se hiciese realidad. En ese sentido fueron los primeros sionistas cristianos. Hombres como el Rev. William Hechler, amigo del Dr. Theodor Herzl, Lord Shaftesbury, uno de los que influenciaron a Lord Balfour, el Capitan Orde Wingate, que ayudó a formar las fuerzas de defensa judías de la Hagana durante sus primeras etapas, la familia holandesa ten Boom, Raoul Wallenberg y muchos otros. Frans Kobler, menciona a muchos de ellos en su libro The Vision Was There (la visión estaba ahí), como lo hace Michael Prager en Faith and Fulfillment (Fe y cumplimiento).

Hasta el historiador inglés judío, Leonard Stein, admite en su libro The Balfour Declaration:L

La verdadera fuerza detrás del movimiento para la restauración de los judíos a Palestina fue el “partido religioso”...una corporación de cristianos ingleses, profundamente devotos y con un elevado sentido del honor que, contemplando la agitación en el Este, estaban convencidos de que había llegado el momento para que se cumpliese la profecía del regreso del Pueblo Escogido a Tierra Santa, y que era la voluntad de Dios que la nación británica fuese Su instrumento para llevar a cabo su propósito. (135)

   Claude Duvernoy, un teólogo francés que vivía en Israel, escribió en The Prince and the Prophet (el príncipe y el profeta) refiriéndose a Palmerston, el primer ministro británico:

Palmerston no se tomaba la Biblia a la ligera. Lord Shaftesbury, uno de sus más íntimos amigos (que también se vió profundamente influenciado por el famoso pastor “sionista” Mac-Caul) no tuvo dificultad alguna para convencerle de que los tiempos mesiánicos estaban listos para Israel: por lo que, la Gran Bretaña debía aprovechar la oportunidad para seguir la voluntad divina que dirige la historia. “Y bendeciré a los que te bendijeren”. Shaftesbury le recordó a su amigo, el Primer Ministro, que la promesa que le había sido hecha a todos los amigos de Abraham (Génesis 12:3) seguía siendo válida. (136)

Al mismo tiempo, Palmerston se sintió inspirado, el 22 de Enero de 1939, a escribirle una carta a la reina británica diciéndole las siguientes palabras:

Ojalá sea durante su reinado, según la esperanza de esta nación, que es única, y que ahora se encuentra ante su majestad, cuando “Judá será salva e Israel habitará en paz” (137)

  El memorándum que incluyó Palmerston fue el que la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, después de haber enviado un comité de investigación a Palestina, había enviado a los monarcas europeos y que decía, inter alia:


       ...sobre el asunto de la restauración del pueblo judío a la tierra de Palestina...estamos convencidos de la verdad de la promesa divina, que desea que recaiga una bendición  sobre aquellos que acuden en ayuda del Pueblo de Dios, que actualmente está padeciendo aflicciones...(138)


        Hasta en los Estados Unidos había muchos cristianos así, como escribe Duvernoy:


 En los Estados Unidos, donde existe una fuerte tendencia puritana, la propensión al  sionismo apareció de manera americana; es decir, prácticamente adoptando la forma de peticiones. El segundo Presidente dio el ejemplo: “Deseo sinceramente ver a los judíos establecidos de nuevo en Judá, formando una nación independiente” afirmó John Adams. A finales del siglo pasado,  le hicieron una petición al Presidente Harrison, de parte de la “Conferencia para Cristianos y Judíos”, que pedía al Consejo de Berlín “un segundo edicto de Ciro.”  


       El Presidente de esta organización para los Cristianos y los Judíos era W.E. Blackstone, jurista y teólogo:


Los judíos no han abandonado nunca esta tierra por su propia voluntad, y no han firmado ningún tratado o capitulación, pero han sucumbido en una batalla desesperada ante el poder aplastante de Roma...siendo vendidos como esclavos...Desde entonces, como no tienen ni representación soberana ni política, están reclamando su patria por medio de escritos, de su fe y de sus oraciones... La violencia mediante la cual se ha mantenido a Israel fuera de su tierra, sin recurrir al medio de la apelación, es en principio equivalente a un conflicto contínuo... ninguna petición puede cambiar esta situación hasta que Israel pueda presentar sus exigencias ante la única Autoridad competente y la Conferencia Internacional. 

Por lo tanto, el movimiento Protestante Sionista, sólidamente establecido en las tierras de la Reforma, tiene la intención de expresarse gustosamente a nivel político, y se extenderá por otros países europeos. 

Durante el primer tercio del siglo XVII, el teólogo hugonote, sionista y humanista, llamado Isaac de Peyrere, introdujo en Francia la idea sionista, mediante una apelación al rey de Francia, teniendo en mente el retorno de los judíos a la Tierra Prometida. (140)

Paul Grattam Guinness escribe:

Impulsado por motivos humanitarios, Henri Dunant de Ginebra, uno de los fundadores de la Alianza Mundial de la Asociación de Jóvenes Varones Cristianos (1855) y fundador de la Cruz Roja Internacional (1864) estableció la Société Nationale Universelle pour le Renouvellement de l’Orient, que en 1866 emitió una peticiónque contenía la sugerencia de que las crecientes colonias judías en Palestinas pudiesen, al igual que sucedía en Suiza, neutralizarse desde el punto de vista diplomático. 

La publicación en 1876 de Daniel Deronda de George Eliot fue un eslabón para las aspiraciones judeocristianas sionistas. Dirigido al pueblo judío, al final de su larga y creativa carrera literaria, Daniel Deronda revela su convicción de que la Restauración del pueblo judío es idéntica a su nuevo nacimiento. Ella estaba convencida de que: la regeneración del pueblo judío es el gran misterio divino de la historia mundial, pero es preciso que el milagro se realice en el alma misma de Israel. (141) (el énfasis es añadido).  

En la biografía que escribió de la vida de su tío, Lord Balfour, la Sra. Blanche Dugdale escribe:

El interés que sentía por los judíos y por su historia dominó toda su vida. Tuvo su origen en las enseñanzas de su madre acerca del Antiguo Testamento y en su educación escocesa. Según fue creciendo, fue en aumento su admiración intelectual y la simpatía que sentía por ciertos aspectos de la filosofía y la cultura judía y le pareció de enorme importancia el problema de los judíos en el mundo moderno. Siempre hablaba apasionadamente sobre el tema y recuerdo de pequeña  haber asimilado de él la idea de que la religión y la civilización cristiana tiene una grandiosa deuda contraida con el judaísmo.     

Balfour consideraba la historia humana de un modo bastante parecido a como lo hace el judaísmo, como un instrumento para llevar a cabo los propósitos divinos. No se olvidó nunca de su primer encuentro con Weizmann y se dio cuenta de que la manera de considerar los judíos el patriotismo era única. La conversación le convenció de que no era posible hacer caso omiso de la historia, en ese sentido, y que si era preciso encontrar una patria para el pueblo judío, que llevaba diecinueve siglos sin patria, era en vano buscarla en otro lugar que no fuese Palestina.   

Nunca vaciló de esta convicción, que le llevó a representar un papel de vital importancia, haciendo posible la Declaración Balfour. Su constancia quedó patente en una afirmación que hizo a una delegación sionista en Enero de 1922 en Washington:

“La postura que adopté en 1917 es la misma que sigo adoptando. La esperanza que tuve entonces la sigo teniendo en la actualidad y los ideales por los que luché entonces son los mismos ideales que tengo en estos momentos. Mi interés por la causa, el que creyese en su éxito final, mi intenso deseo de ver transformado el ideal de la patria judía en una gran realidad no ha disminuido ni se ha enfriado durante los años que han transcurrido desde el momento en que hice la Declaración.” (142) 

Laurence Oliphant, fue otro sionista cristiano, que “previó” el destino que le esperaba a los judíos europeos. Estaba convencido de que los judíos asimilados se tendrían que enfrentar con una crisis, y esa era la fuerza que impulsaba su petición a favor de la colonización de Palestina para salvar al pueblo judío.  P

Pero posiblemente uno de los más destacados sionistas cristianos fue el anteriormente mencionado William Hechler, amigo del fundador del actual estado de Israel, el Dr. Theodor Herzl. Fue Hechler el que, por medio de sus contactos con el Gran Duque Federico de Baden, pudo introducir tanto la idea del sionismo como a su defensor, el Dr. Herzl, al Kaiser alemán Wilhelm. La Sra. Hanna Bodenheimer, hija del famoso judío y dirigente sionista, el Dr. Max Bodenheimer,  escribió en una palabra de bienvenida durante el Congreso Cristiano Sionista, que se celebró en Jerusalén en 1988: 

Hechler fue la fuerza impulsora que llevó a Herzl a la Corte del Gran Duque Federico en Karlstruhe. Juntos, con el Gran Duque, planearon un encuentro entre Herzl y el Kaiser alemán. La reunión de Herzl con el Kaiser fue decisiva para el comienzo del sionismo político. (En aquel entonces el Kaiser era el dirigente más poderoso del mundo y el imperio turco se encontraba en estado de disolución.) Influenciado por Hechler, el Gran Duque de Baden se convirtió también en un apasionado sionista cristiano. Cuando el Gran Duque le preguntó a Hechler qué podía hacer por la causa, Hechler contestó que puesto que el Gran Duque había proclamado al rey Wilhelm de Prusia Emperador de Alemania, el Gran Duque participaría en la restauración del estado de Israel. El siguiente es un ejemplo del sueño que persiguió insistentemente Hechler durante toda su vida, escribiendo al Gran Duque por su 70 cumpleaños: “Según la Biblia, los judíos deben regresar a Palestina y, por lo tanto, yo ayudo en este movimiento como cristiano y lo hago con la una fe absoluta en la verdad de la Biblia porque ésta es la causa de Dios.” (143) 

También en Holanda había personas que amaban apasionadamente al pueblo judío. Fue precisamente Holanda el país que acogió a los judíos cuando les echaron de España y de Portugal y en lo que parece extrañamente apropiado, y conforme a lo prometido por Dios, es decir, bendecir a los que bendigan a su pueblo, poco después Holanda comenzó su época dorada, con sus famosos pintores Rembrandt, Frans Hals, Steen y otros.  

Corrie ten Boom, que es muy conocida en los círculos cristianos por todo el mundo, vino de una de esas familias cristianas. Su abuelo comenzó una reunión de oración en su casa, en la calle Barteljoris, por la restauración del pueblo judío. Fue en esa misma casa, en la que la familia ten Boom había estado orando por el pueblo judío durante 100 años, donde hallaron “un lugar donde esconderse” 18 judíos holandeses durante la ocupación de los alemanes en Holanda. 

Corrie, su padre y su hermana fueron detenidos por los nazis. El anciano Sr. ten Boom fue encarcelado y murió mientras se encontraba encarcelado en Scheveningen. La hermana de Corrie murió en el campo de concentración de Ravensbrück, pero Corrie ten Boom permaneció con vida para contar su historia al mundo entero. Como es lógico, hubo muchas familias como esa por toda Europa, que conocían y amaban al Dios de Israel y al Señor y, por lo tanto, también a su pueblo.  

Fue mi propia esposa, una mujer árabe, que de joven (después de que la hubieron educado para que odiase y despreciase a los judíos y no tener nunca una amiga judía), oyó al Señor decirle a su corazón por medio de su Espíritu: “no puedes amarme a mi y odiar a mi pueblo.”      

Fue como un fogonazo del cielo, algo totalmente en contra de la mentalidad de su propia cultura, pero ella optó por obedecer a su Señor y es actualmente una de las más valientes cristianas árabes que jamás he conocido, que se esfuerza denodadamente por promover una actitud de amor hacia los judíos, el pueblo de Dios. 

Ya se ha dicho suficiente para al menos demostrar que juntamente con la historia pasmosa y vergonzosa de la relación de la Iglesia con el pueblo judío, han existido y siguen existiendo cristianos que aman al Señor y que creen en su Palabra lo suficiente como para amar a Su pueblo, acerca de los cuales dicen las Escrituras...”el que os toca, toca a la niña de su ojo.” (Zacarías 2:8). 






Capítulo 10


Los Sionistas Judíos


    ¿Pero qué podemos decir acerca de los sionistas judíos? Si el regreso de los judíos, tal y como ha profetizado tantas veces la Escritura, era tan importante para que se realizasen los propósitos de Dios en este mundo, ¿quiénes fueron esos hombres y mujeres a los que Dios, en su misericordia y su gracia, usó para hacer realidad este milagro en nuestros días? 


    Aquellos que presidieron el milagro de los judíos regresando a su patria, los que reclamaron esa tierra desierta, infestada por la malaria, que revivieron su antigua lengua hebrea, ¿quiénes fueron esos hombres y fueron conscientes de que ellos mismos estaban siendo un instrumento en las manos de Dios, para llevar a cabo un propósito mucho más importante de lo que pudieran ni remotamente imaginarse? 


    Algunos de los más importantes de estos precursores y fundadores del Estado Judío fueron el Dr. Theodor Herzl, fundador del actual sionismo, Ze’ev Jabotinsky, el Dr. Max Nordau, Eliezer Ben Yehuda, autor del hebreo moderno, Chaim Weizmann, David Ben Gurion, Golda Meir y Menachem Begin, por nombrar tal solo a unos cuantos.


    Al principio de su diario, Theodor Herzl, que había nacido en Budapest en 1860, y que era en aquella época periodista de uno de los principales diarios de Viena, escribió estas asombrosas palabras, como si, incluso sin que él mismo supiese lo que le estaba impulsando, alguien le hubiese reclutado en ese momento tan trascendental del destino para actual a favor de su pueblo: 


Llevo algún tiempo empeñado en realizar un trabajo de una gran magnitud. Ni siquiera sé si lo podré llevar a cabo, pues representa el aspecto de un poderoso sueño. Durante días y semanas me ha obsesionado hasta el límite de mi conciencia y me acompaña a todas partes, oculto en mi manera de hablar de todos los días, mirándome por encima del hombro, viendo mi gracioso e insignificante trabajo como periodista, me abruma y me embriaga. Todavía es demasiado pronto para saber qué sucederá con esta empresa. Sin embargo, tengo la suficiente experiencia como para saber que incluso para ser un sueño es extraordinario y debiera ser puesto por escrito, si no como un recuerdo para la humanidad, entonces para mi propio placer y meditación durante los próximos años. El título es: “La Tierra Prometida.” 


Mas adelante escribió:


Durante estos días he temido en más de una ocasión estar volviéndome loco, por lo descabalado de mis pensamientos, que pasaban rápidamente por mi alma. No me bastará toda una vida para convertirlos en realidad, pero estoy dejando un legado tras de mi. (144)   


¿Para quién? Para todos los hombres.


    Incluso si el Dr. Theodor Herzl no fue un judío creyente u ortodoxo, en el más estricto sentido de la palabra, se encontró a sí mismo impulsado, prácticamente por una fuerza exterior, y obligado a escribir y actuar a favor del pueblo judío y, en ese sentido, a ser un instrumento en los propósitos que tiene Dios para su pueblo.


    Esto es cierto de la mayoría de los judíos sionistas, que no eran (en el sentido más estricto de la palabra) judíos religiosos, pero que a pesar de ello fueron hombres que sintieron una ardiente pasión que les llevó a hablar de tal modo acerca de la necesidad de que los judíos de Europa regresasen a su patria, que en ocasiones hasta hablaron de manera profética. 


    “Liquidad la diáspora o la diáspora os liquidará a vosotros” advirtió Ze’ev Jabotinsky.


    “Un tercio de vosotros seréis exterminados. Un terció será asimilado y el otro tercio se salvará regresando a Palestina” fueron las palabras atribuidas al Dr. Max Nordau.


    En su libro acerca de Theodor Herzl, Amos Elon relata como, poco antes de que muriese Herzl, le había dicho a Reuben Brainin que cuando tenía más o menos 12 años de edad, se le había aparecido el Mesías en un sueño: 


Me tomó en sus brazos y me llevó sobre las alas del cielo. En una de las nubes iridescentes nos encontramos con Moisés. Sus facciones se parecían a las de la estatua de Miguel Angel. (De niño me encantaba esa escultura de mármol). El Mesías le dijo a Moisés: “he orado por este niño.” Y a mi me dijo: “ve y anuncia a los judíos que pronto vendré y realizaré grandes y maravillosas cosas por mi pueblo y por toda la humanidad.” He guardado este sueño para mi mismo y no me atreví a contárselo a nadie. (145)


    Proféticamente inspirado, Theodor Herzl escribió las siguientes palabras al final de su memorable libro Der Judenstaat (El Estado Judío): 


Se orará en los templos y en las iglesias por el éxito de nuestra labor porque traerá consigo alivio a una vieja carga, que todos hemos tenido que sufrir. (146) 


    Muchos de sus judíos contemporáneos no creían en la pureza de sus motivos o de su visión. Le menospreciaron y le difamaron con frecuencia; a pesar de lo cual y seguro de su visión, impulsado por una fuerza casi fuera de sí mismo, siguió adelante, escribiendo en su diario después del primer Congreso Sionista, que se celebró en Basel: 

   

    “Si tuviese que resumir el Congreso de Basel en una sola palabra séria la siguiente: he hallado en Basel el Estado Judío. Si esto lo dijese hoy me encontraría con la burla por todas partes, pero dentro de cinco años, y sin duda dentro de cincuenta, todo el mundo lo verá.” (147)  


    Exactamente 50 años después de haber escrito estas palabras, en 1948, en, un Ben Gurión de pelo cano proclamaría el nacimiento del nuevo Estado de Israel en Tel Aviv.


    Pocos años antes de que muriese Herzl había escrito: “Dios quebranta los instrumentos de los que se ha valido para llevar a cabo sus propósitos...ningún Moisés entra jamás en la Tierra Prometida.” (148)


    El Dr. Max Nordau, uno de los primeros dirigentes sionistas, que estuvo presente en el Primer Congreso Sionista de Basel, dijo en el pasillo:


Parece como si estuviésemos siendo testigos de un milagro que nos afectase a nosotros mismos y a todo cuanto nos rodea. Nos sentimos parte integrante de un cuento de hadas, en el que viésemos a nuestros hermanos, que llevaban ya cientos de años enterrados, convertirse de nuevo en carne y sangre. Deseábamos, al celebrar el gozo de esta reunión, ensayar la triste historia de los cientos de años durante los que habíamos estado muertos en nuestras sepulturas...(149)


    Cuánto nos recuerdan estas palabras la visión que tuvo Ezequiel hace cientos de años, cuando Dios dijo: “He aquí, oh pueblo mío, yo abriré vuestros sepulcros. Os haré subir de vuestros sepulcros y os traeré a la tierra de Israel.” (Ezequiel 37:12)


    Josef Frankel concluye su biografía de Theodor Herzl con las siguientes y maravillosas palabras:


Cuando Herzl esperaba aún alcanzar el éxito en El-Arish, tenía el propósito de emigrar allí, pero ningún Moisés ha llegado jamás a la Tierra Prometida. Después de la obstinada negativa, por parte de Egipto, a dar agua del Nilo, Herzl supo que moriría fuera de aquella tierra y mandó construir una bóveda en el cementerio de Doebling, en Viena, donde habría de reposar hasta que el pueblo judío pudiese llevar sus huesos a Palestina. Nombró a un ejecutor de su último testamento, aparte de David Wolfsohn y el Ingeniero Johann Kremenetsky, su amigo londinense Joseph Coven.       


Cuando falleció Zangwill escribió: “No estoy muerto, porque soy inmortal” y envió el siguiente poema al periódico de Herzl, Die Welt:


Theodor Herzl

Adiós, príncipe, adiós, tú que tantas pruebas has soportado,

Tuviste un sueño y has pagado el precio:

Para salvar a una nación es preciso que mueran dirigentes,

ser crucificado tanto por los amigos como por los enemigos.

Sí, lo único que ha muerto es tu cuerpo.

Esta alma noble no es polvo en Juda,

sino fuego que arde en todas las venas y que deberá,

dar nueva forma a nuestras vidas, despertando otra vez el orgullo de Israel.  

De este modo contemplamos al capitán de nuestra lucha

triunfante en ese momento de eclipse.

La muerte solo le ha dado la vida inmortal.

Con su estandarte en alto, la trompeta en sus labios,

y mientras nosotros, llorando, nos rasgamos las vestiduras

“El año que viene” exclamamos, “el año que viene en Jerusalén.”

Junto a la sepultura, David Wolfsohn, el creador del sionismo moderno, repitió el juramento pronunciado por Herzl durante el Congreso Sionista: “Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que se seque mi mano derecha.”


Y en el Séptimo Congreso Sionista, el primero que se celebró sin Herzl, su sucesor declaró: 


“Pronuncié este juramento en la hora más triste de nuestra tribulación, junto a la tumba de Herzl. Lo pronuncié por todos vosotros, por todos los sionistas. Lo repetiremos, y siempre pensaremos en Jerusalén y no olvidaremos nunca a Sión, pero tampoco nos olvidaremos nunca de Herzl. (150) 


    Ze’ev Jabotinsky fue posiblemente uno de los mas destacados sionistas, un orador de una clase extraordinaria. Dominaba varios idiomas, pero podía usar unos 15 idiomas, y advirtió a los judíos de toda Europa y de otras partes del mundo que se fuesen a su tierra poco antes del holocausto.   


    Existía un profundo resentimiento en las comunidades judías en contra de este “predicador” fogoso y su mensaje pidiéndoles que regresasen a Sión, pero había muchos judíos que no estaban preparados para escuchar este mensaje. Pero después del Holocausto, muchos de los que sobrevivieron sabían que Jabotinsky, con sus apasionadas súplicas, había tenido razón y que a la postre, la única patria segura para todos los judíos, sería aquella que les había sido dada por Dios mismo. 


El Coronel Patterson, uno de los primeros sionistas procedente de Irlanda, era un buen amigo de Ze’ev Jabotinsky y le ayudó a organizar una legión judía mientras estuvieron juntos en Egipto. En ocasiones Patterson viajó con Jabotinsky, respaldándole en su visión y su labor con su fe profunda y bíblica. Sorprendentemente, de la misma manera que William Hechler apoyó a Theodor Herzl, Patterson fue un amigo que animó a Ze’ev Jabotinsky. 


    En la extensa biografía de Jabotinsky, que escribió Samuel Katz, el orador sionista se destaca como un hombre profundamente arraigado en la familia, cariñoso, generoso,  con una gran mente y un corazón que estaba de parte de su pueblo en general y también de manera individual.  

En el discurso inaugural de la conferencia de la Nueva Organización Sionista, Ze’ev Jabotinsky dijo en el otoño de 1935:

Este asunto (de la relación entre el Estado Judío y el Judaísmo) es muy favorable para el Estado, que para nosotros es idéntico a la Nación; de modo que no se apague la llama perpetua, para que la voz de los profetas se continúe escuchando en la vida de nuestra sociedad, para que se conserve, en medio de la confusión causada por las innumerables influencias que absorben a la juventud de nuestros días y con frecuencia hace que siga el camino equivocado, contaminándola, la influencia que es, sin duda, la más pura de todas, es decir, el espíritu del Señor. (151)   

 Pero hasta a los judíos corrientes, de todos los siglos, se les recordó en sus oraciones la esperanza de regresar un día a Sión. 

Es una experiencia conmovedora que seguir, por medio del libro de oraciones (judío) de la Sinagoga, el ardiente deseo que tiene Israel por Jerusalén y Sión. 

Tan solo en sus oraciones matinales, el judío piadoso implora al Señor por el regreso a Sión, por la reconstrucción del Templo y la tierra prometida, así como por la redención final en diez ocasiones. 

“Haz que podamos volver en paz de los cuatro rincones del mundo a nuestra tierra amada, porque Tu eres el Dios que nos salva...la Roca de Israel, levántate y ayuda a Israel y libera a Judá y a Israel, conforme a tu promesa. ..Haz que resuene el shofar de nuestra liberación y que se eleve el estandarte por la reunión de nuestros exilados y reúnenos Tú de los cuatro rincones del mundo. Bendito eres, oh Señor, que reúnes y liberas a tu pueblo disperso de Israel...Bendito eres, Oh Señor, que consuelas a Sión y reconstruyes Jerusalén...Permite que la acción de David, tu siervo, florezca con rapidez y enfatiza el poder de tu salvación...Restaura el servicio (culto) en el santuario de Tu Casa...” (152)   

¿Quién puede permanecer inconmovible ante el ardiente deseo expresado a lo largo de todos los tiempos mediante esta preciosa oración y el deseo, que se repite anualmente y en cada cena de la pascua, por todo el mundo, a lo largo de todas las generaciones judías: ¡“Lashana Haba’a b’Yerushalayim” (el año próximo en Jerusalén), repetido hasta prácticamente el momento en que se encontraban a punto de ser introducidos en las cámaras de gas!? 

Esta es una oración a la que Dios está contestando ante nuestros propios ojos, de acuerdo con su promesa, en el sentido de que “habría un día en el que se favorecería a Sion” y que El traería a su pueblo de su prolongada y amplia dispersión, de todos los países a los que habían sido dispersados, permitiéndoles regresar a su propia tierra.

Es una oración que han venido pronunciando los judíos desde los días de su cautividad en Babilonia hasta la fecha, siempre y cuando se han encontrado en el exilio. Lleva el sello de la aprobación de Dios, que no solo les ha prometido que les volvería a llevar a su tierra, sino que ha santificado ese anhelo haciéndolo parte de su propia Palabra:  

“Junto a los ríos de Babilonia nos sentamos y llorábamos, acordándonos de Sión...¿Cómo cantaremos las canciones de Jehová en tierra de extraños? Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que mi mano derecha olvide su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si no me acuerdo de ti, si no ensalzo a Jerusalén como principal motivo de mi alegría.” (Salmos 137:1, 4-6).

Las palabras de Peggy Mann acerca de la joven Golda Meir y su esposo describen, de una manera maravillosa, este intenso sentimiento hacia Jerusalén:

Era la primavera de 1924. Se trasladaron a Jerusalén, la ciudad santa en las colinas de Judea...desde los cinco años, cuando Shana le había hablado por primera vez acerca del sionismo, la oración de la Pascua había tenido un profundo significado para Golda (Meir). Ahora se encontraba viviendo en la ciudad que durante siglos había sido la capital de los judíos...Jerusalén. 

Poseía toda la belleza mística que siempre había imaginado, especialmente al ponerse el sol. Con frecuencia, ella y Morris caminaban juntos sobre las calzadas pedregosas que se estrechaban por las angostas colinas de Judea, y contemplaban cómo los edificios de caliza amarilla reflejaban el destello del sol poniente y la ciudad brillaba con un aura dorada. En algunas ocasiones se quedaban hasta que aparecía la luna y los valles se llenaban de profundas sombras y el Pasado parecía dar alcance al Presente. (153) 

Fue este ardiente deseo el que hizo que siguiese latiendo el corazón de Menachem Begin, primero mientras sufría en el campo de concentración de Dachau, después al ser interrogado y torturado durante las largas y dolorosas noches en la fortaleza de Lubianka y más adelante aún, en el campo de concentración soviético de Pechorlag. Begin describe, de una manera realmente conmovedora, cómo en ese espantoso infierno de sufrimiento y de miseria, conoció a otro prisionero llamado Garin, un hombre que había caído en desgracia a pesar de ser comunista y de haber sido con anterioridad editor asistente del periódico Pravda:

En ese ambiente de peste y de oscuridad, de sufrimiento y malos tratos, de amenazas y de horror, la crisis del editor asistente del Pravda, que había caído desde las alturas de gobierno al ámbito del Urki, en la bodega de un barco de esclavos hambrientos, enfermos, humillados y desgraciados, llegó a su punto culminante. Garin sufría aún las consecuencias de las noches sometido a interrogación en Tomsk, de los golpes del experto en acabar con los casos más obstinados, de los intentos por quitarse su propia vida. Su sufrimiento se había visto aumentado cuando le echaron del hospital, a pesar de que tenía fiebre y de que tenía un corazón defectuoso. Y sufría aún más cada vez que escuchaba la palabra “zhid” pronunciada bajo el cielo soviético, de manera abierta, insolente, con tono de burla, desprecio y odio; sin castigo y sin miedo a él. Este hombre torturado, para el que todo el mundo de sus sueños y sus esfuerzos se había derrumbado bajo los duros golpes de la realidad, no podía ya soportar una nueva prueba, la prueba de Etap. 

Un día Garin, que estaba a cierta distancia de los prisioneros judíos, me preguntó si se podía tumbar cerca de mi. Mi vecino se corrió un poco y le hizo espacio. Se tumbó junto a mi...Un día, puede que fuese de noche, la voz de Garin me sacó de mi estado de semiadormecimiento, en el que estabamos siempre por causa de la oscuridad, el hambre, la debilidad y la espantosa peste.

“¡Menachem! ¡Menachem!” me dijo en voz baja.

Era la primera vez que se había dirigido a mi de un modo más personal, sin añadir mi patronímico. “¿Te acuerdas de la canción ‘Loshuv’?” me dijo hablándome por primera vez en yiddish.

“¿Qué canción?” le pregunté, también en yiddish. El había dicho “Loshuv” y al principio no le había entendido, tal vez por su manera de pronunciarlo o posiblemente porque estaba aún medio dormido. 

“¿Cómo es que no la sabes?” me preguntó un tanto enfadado. “Es la canción que cantan los sionistas, la canción que acostumbraban cantar en Odessa cuando yo era niño. Lo-shuv, Lo-shuv, ¿no te sabes la canción?

“Ah, te refieres a Hatikvah” le dije, usando su pronunciación. 

“Tal vez sea Hatikvah, pero lo que yo recuerdo es la palabra Lo-shuv.”

“Sí, es Hatikvah. Te refieres a la canción ‘Lashuv Le’Eretz Avotenu’ (la tierra de la esperanza de regresar a la tierra de sus padres). Claro que la recuerdo”... y junto con Marmelstein empecé a cantar Hatikvah. Otros tres judíos, que estaban tumbados a nuestro lado, se unieron a nosotros. Cantamos con la pronunciación de los Ashkenazi, la versión en uso den los países de la dispersión. Garin escuchaba las palabras en silencio: “Regresar a la tierra, a la tierra de nuestros antepasados...”

El Urki se despertó. 

“He vosotros, los judíos, ¿qué estáis cantando ahí?”

“Están orando, están orando pidiéndole ayuda a su Dios.” 

El urki se rió con inquietud.

Continuamos cantando: “Escuchad mis hermanos, en las tierras donde vago...para regresar a la tierra, a la tierra de mis padres...”

Los Ukri tenían razón, era una oración, no una canción.

Me sentía como si estuviese pronunciando una oración de confesión con un judío que, como un niño secuestrado, ha pastado en campos extraños y, al borde de la muerte, regresa después de haber pasado por muchas tribulaciones a la tierra de su pueblo y de su fe. La verdad es que la vida crea situaciones que son más fantásticas que la ficción. Estamos aquí tumbados, en el valle de la sombra de muerte, entre Ukri, medio hombres, medio bestias. Y con nosotros está tumbado Garin, anterior editor asistente del Pravda, un comunista desde su primera juventud, alejado de su gente, enemigo de Sión, perseguidor de sionistas. ¿Cuándo escuchó por última vez  los acordes de Hatikvah en Odessa? ¿Cuándo fue la última vez que se mofó del Lo-shuv? ¿Qué hizo para dar al traste con “la esperanza de regresar”? ¡Qué sería lo que no haría, lo que no estuvo dispuesto a hacer, para que la otra “esperanza” se hiciese realidad! Habían pasado ya cerca de veinticinco años desde que el sueño de su vida se había convertido en realidad, desde el triunfo de la Revolución, por la cual sufrió, por la que estuvo dispuesto a dar su vida, por la cual trabajó asiduamente y luchó. Veinticinco años...y esa era la recompensa de la Revolución a uno que le había sido leal, a uno de sus luchadores, sus dirigentes: traidor, enemigo de la humanidad, espía, la cárcel de Tomsk, el haber sido expulsado del hospital, “zhid”, cargando hierros, “zhid”, Etap, “zhid”, patadas, ladrones, Ukri, amenazas, súplicas a los ladrones, juegos de cartas, juegos de canallas, parásitos, sabandijas, asustado, atemorizado “zhid”! Y cuando llega el momento, después de un sinfín de pruebas y tribulaciones, ¿qué se recuerda a sí mismo el editor asistente del Pravda, el Secretario General del Partido Comunista Ucraniano? Se acuerda de Loshuv. “Regresar a la tierra de nuestros padres” ese es su consuelo.       

Y posiblemente, por primera vez desde que comenzó a fluir desde el norte, el Pechora escuchó la oración de confesión y de acción de gracias: “Y desde lo más hondo de nuestro corazón clamamos al Señor: ‘Lashuv Le’Eretz Avotenu (permítenos regresar a la tierra de nuestros padres).’ (154)

 La familia de Chaim Weizmann, viviendo con el trasfondo de los pogromos y los disturbios contra los judíos, se introdujo en el movimiento “Amantes de Sión”, que creía que el mejor país al que podían regresar los judíos era a la Tierra de Promisión. 

Chaim tenía por costumbre regresar a casa para la Pascua, permaneciendo en ella durante parte del verano y ese año, se unieron a él su hermana Miriam y su familia, siendo un total de dieciséis personas sentadas a la mesa para celebrar la fiesta. Como siempre, Ozer dirigió la reunión de la Pascua, realzada por canciones, cuentos morales y de humor, para hacer el Seder, pero nunca sin una nota de dolor. Cuando el viejo criado de la familia trajo las hierbas amargas, una ocasión para celebrar, estaban comiendo el pan de la aflicción; cuando partieron el matzo, el pan sin levadura (y sin duda, observados con profundo desagrado por el criado, porque ¿no había él, que era gentil, escuchado que estaba hecho con la sangre de un niño cristiano?) fue el mana de la esperanza, que les inspiraba a cantar “el próximo año en Jerusalén!”

Millones de judíos por todas partes cantaban la oración como un rito mecánico, pero no era así en casa de los Weitzmann. Tal vez no fuese literalmente al año próximo, pero el más joven de ellos sabía que iba a cambiar su odiada Rusia y sus opresiones por su auténtico hogar, como El había prometido. Y mientras se relajaban a la mesa, intercambiaron noticias acerca de sus familiares que ya se habían establecido en Palestina. Entonces fueron pasando el periódico de uno a otro: Hashiloach, que procedía de Odessa y que editaba Ahad Ha’am y Hatzefira, publicado en Varsovia por un periodista hebreo, llamado Nahum Sokolow, y luego el periódico en ruso Voskhod. La familia leía los periódicos buscando las noticias de los pogromos en una provincia lejana, y por sus relatos acerca de las colonias, y no aparecía nunca un ejemplar sin que en él se encontrase un espacio generoso para un discurso pronunciado por Ussishkin y un relato de las cantidades de dinero del mes, enviado por los amantes de Sion. Si Kharkov o Minsk habían sufrido un invierno especialmente duro no lo hubieran sabido. Los periódicos les contaban acerca de lugares en Tierra Santa, con los que estaban más familiarizados y si en Jaffa había llovido lo suficiente, ya que la pérdida de la cosecha en Palestina se sentía como una pérdida personal. (155)         

    La Biblia profetizaba que Dios restauraría una lengua pura para su pueblo, como uno de los mismos milagros de su restauración (ver Sofonías 3:9). 

Un día, mi padre y yo conocimos a una de las hijas del gran Eliezer Ben Yehuda, el padre del idioma hebreo actual. 

Nos dijo que su padre se había sentido inspirado, como si hubiese escuchado una voz de los cielos en lo más hondo de su alma, diciéndole que debía restaurar el antiguo lenguaje hebreo para su pueblo. Aunque su estado de salud había sido frágil, padecía tuberculosis, se dispuso a hacerlo, con una increíble perseverancia y paciencia, para llevar a cabo una tarea enorme a la que dedicaría toda su vida y lo consiguió, por la gracia de Dios. 

Como Eliezer Ben Yehuda no era ni un judío ortodoxo ni religioso, su familia no otorgó demasiado significado religioso a la labor y la misión que se había propuesto realizar para su pueblo. Sin embargo, hacia la última parte de su vida, Eliezer reveló sin la menor vergüenza las motivaciones y las fuentes mas profundas de su vida. De ello da testimonio Robert St. John en la biografía que escribió acerca de este gigante del sionismo: 

Se encerró en su estudio y se pasó el tiempo trabajando sobre el diccionario y el manuscrito de los clásicos hebreos. Escribió ocasionalmente algún artículo para el periódico de su hijo que, en ese momento, mencionaba la línea de la fecha, de dos maneras: tantos  años desde la destrucción del Templo y tantos años desde que se pronunció la Declaración Balfour...El talit que Ben Yehuda había llevado durante sus primeros días en Jerusalén, cuando estaba intentando conseguir el apoyo del grupo ortodoxo, ahora lo llevaba sencillamente porque deseaba llevarlo puesto.  

La nueva actitud que adoptó con respecto a su antigua religión dejó perplejas a muchas personas. Algunas pensaron que se trataba sencillamente de una pose, un nuevo truco y otras que dudaron de su sinceridad.

Pero un día uno de los amigos de Ben Yehuda le tapó la boca a uno de los que dudaban de su sinceridad, de un modo un tanto clamoroso, diciendo:

“Yo estaba en la Sinagoga Hurva el día en que se pronunció oficialmente el fin del Tercer Exilio. Ben Yehuda también estaba allí y yo estaba lo suficientemente cerca de él como para ver las lágrimas que caían por su rostro y ví la mirada en sus ojos.

Supe entonces lo que siempre había sospechado, que en el fondo de todo Ben Yehuda tenía un alma profundamente religiosa. Ha luchado contra la superstición, la intolerancia y el fanatismo, pero eso no quiere decir que no sea un hombre bueno y humilde.

En los últimos días de su vida Eliezer Ben Yehuda comenzó a experimentar una serenidad interna, que pudieron observar todos los que le rodeaban. (156) 

He citado completos varios de los asombrosos pasajes de la historia de algunos de los más destacados dirigentes sionistas con el propósito de mostrar de qué sufrimiento y dolor, pero también con frecuencia de que profunda fe y oración, surgió el actual movimiento sionista. Lo he hecho a drede porque hay personas de diversos trasfondos políticos y religiosos que han difamado, y continúan, con frecuencia difamando este precioso movimiento, basado en la Biblia, como si fuese un movimiento siniestro, creado por los hombres, como una conspiración o movimiento político que no hay manera de que tenga nada que ver con Dios, pero nada hay más lejos de la verdad. Q

Quiero concluir este capítulo con una oración que han venido haciendo los judíos en las sinagogas durante las tres principales fiestas judías: la de la Pascua, la de las Semanas y la de los Tabernáculos. Es una oración que ha sido pronunciada por millones de judíos durante todos los años de su dispersión:   

Hemos sido exiliados de nuestra tierra y vistos obligados a encontrarnos lejos de nuestra patria por causa de nuestros pecados, por lo que no podemos ir y postrarnos ante Ti...debido a la violenta mano que ha caído sobre tu santuario...Revela tu esplendor y tu majestad ante la vista de todos los vivientes. Acerca a nuestros dispersos de los extremos de la tierra, llévanos a Sión, Tu ciudad, con júbilo y a Jerusalén, el lugar de Tu morada, con gozo eterno.

Y han orado en el Sabbath:


"Porque confiamos en tu Santo Nombre, grande y sublime, nos gozamos en tu salvación. Haz que podamos regresar en paz de los cuatro rincones del globo a nuestra propia tierra, porque Tu eres el Dios que nos salva...En tu inagotable benevolencia, sustenta y recoge a nuestros dispersos en tu lugar santo, para que puedan guardar tus mandamientos y servirte con un corazón puro...Oh Señor, Padre nuestro y Padre de nuestros antepasados, sea tu voluntad que el Templo sea reconstruido rápidamente en nuestros días, para que te podamos servir de acuerdo a Tu voluntad...Haz que nos regocijemos, Señor Dios nuestro, y mediante la restauración del Reino de David, Tu escogido. Que tu Reino restaure prestamente el gozo en nuestros corazones y no permitas que ningún extraño ocupe el trono de David y que empañe su gloria...


    En respuesta a estas oraciones, sufrimientos y agonía de su propio pueblo, Dios responde de una manera que es a la vez asombrosa y tierna:


“El cielo es mi trono y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Dónde está esa casa que me edificaréis? ¿Dónde está ese lugar para mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas; es así como todas estas cosas llegaron a existir, dice Jehová. Pero a éste miraré con aprobación: el que es humilde y contrito de espíritu y que tiembla ante mi palabra...¿Quién ha oído cosa semejante? ¿Quién ha visto tales cosas? ¿Podrá nacer un país en un solo día? ¿Nacerá una nación en un instante? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz sus hijos. Yo que abro la matriz, ¿no haré dar a luz? ha dicho Jehová. Yo que hago nacer, ¿la habré de cerrar? ha dicho tu Dios. Alegraos con Jerusalén y gozaos con ella, todos los que la amáis. Regocijaos todos los que estáis de duelo por ella, para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que chupéis y os deleitéis a seno lleno.” (Isa. 66:1-2, 8-11).

   

    Después de casi 2.000 largos años de esperar, de sufrir, de humillación, de masacres, de una agonía indescriptible, pero también de esperanza y de oraciones, por fin ha sucedido. 


    Los judíos han regresado de los cuatro rincones del mundo, del norte, de Europa y del sur, de Egipto, Yemen, Marruecos, del oeste y del este, regresando a la tierra que les ha estado esperando durante todos estos siglos. Ha llegado por fin el día que había anunciado el salmista: “Levántate, ten misericordia de Sión, porque ha llegado el tiempo de tener compasión de ella.” (Salmos 102:13).


    Nacería una nación en un solo día, y después de 2.000 años, llenos de sufrimientos, por fin ha sucedido. Israel nació de nuevo el 14 de Mayo de 1948. 


Claude Duvenoy escribe:


    El 15 de Mayo era un Sábado, el Sabbath. Fue simbólico que ese día fuese precisamente un día de reposo, porque Israel podía por fin descansar de su prolongado martirio, que había durado veinte siglos, y Dios fue alabado en todas las sinagogas. En Roma los judíos cantaron y lloraron de alegría bajo el arco de Tito, que conmemora la derrota de los ejércitos judíos y la destrucción de Jerusalén en el año 70. David Ben-Gurion, el Josué resucitado, proclamó en la Declaración de la Independencia: 


“...El Estado de Israel abrirá sus puertas a los inmigrantes judíos de todos los países del exilio; se dedicará al desarrollo del país para beneficio de todos sus habitantes; se basa en el principio de la libertad, la justicia y la paz proclamada por los profetas de Israel...Depositamos nuestra confianza en la Roca de Israel.” (157)        

 



Capítulo 11


Por qué se odia a Israel


    Sí, fue establecido el Estado, pero en el momento en que sucedió, como pasó con el Cristo recién nacido en Belén, las fuerzas del mal quisieron atacar y estrangular a Israel. Siete ejércitos árabes, de Egipto, Jordania, Siria, Irak, Líbano, Arabia Saudí y las fuerzas del Mufti de Jerusalén, la invadieron y la atacaron cuando apenas si había acabado de bailar y regocijarse en las calles de Jerusalén y de otras ciudades y pueblos por toda la nación.  


    En cierto modo, siempre ha sido así en la historia de Israel. En el Salmo 83 encontramos las siguientes palabras:


“Oh Dios, no guardes silencio. No calles, oh Dios, ni permanezcas inmóvil. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen han levantado la cabeza. Contra tu pueblo han consultado astutamente; han entrado en consejo contra tus protegidos.” Salmos 83:1-3.


    Satanás ha odiado siempre a Israel. Antes de que se produjese el Exodo de Egipto, puso el corazón del faraón en contra de ellos. Antes del éxodo de Media y de Persia, utilizó los celos que tenía Amán de Mardoqueo para urdir un complot para asesinarlos a todos. Más adelante, tuvo a Hitler de su parte para evitar el tercer retorno del pueblo judío y para masacrarlos mientras estaban aún en Europa. Siempre había sido de ese modo, y ahora que los judíos habían regresado y por fin tenían su Estado, después de dos largos milenios, fue nuevamente suscitada su ira. 


    A fin de poder entender ese odio que sienten los árabes contra el pueblo de Dios, es decir, contra los judíos y el retorno a su patria y el posterior establecimiento de su Estado, es preciso que examinemos los orígenes de ese odio.

   

    Joan Peters ha escrito un libro excelente sobre el tema, después de realizar un estudio a fondo, titulado From Time Immemorial (desde tiempo inmemorial) (158), que está ampliamente aceptado como la obra definitiva sobre el tema. Posiblemente sea uno de los libros que los enemigos de Israel más odian y temen. Citaré extensamente de él.  


    De la misma manera que había una ideología concreta detrás del odio y de las atrocidades cometidas por Hitler y los nazis, existe tras el odio y las guerras declaradas por los árabes en contra del pueblo judío y el pueblo de Israel. No se trata sencillamente de que sea “su tierra” la que están tomando, sino que tiene unos orígenes más profundos, uno de los cuales es la influencia y la ideología del Islam. 


    Nadie que haga caso omiso o que no haya realizado un estudio del aspecto islámico del conflicto podrá entender las verdaderas razones del amargo odio y de la continua batalla en contra de Israel. Permítanme, por lo tanto, comenzar con algunos extractos del recientemente publicado Covenant of the Islamic Resistance Movement (Pacto del Movimiento Islámico de Resistencia) (Hamas).  


El Movimiento Islámico de Resistencia es uno de los eslabones de la cadena de la lucha contra los invasores sionistas...se extiende y se forma un todo con otra cadena, que incluye la lucha de la hermandad palestina y musulmana...El Movimiento de Resistencia Islámica aspira a convertir en realidad las promesas hechas por Allah, por mucho tiempo que les lleve eso. El profeta, que Allah le bendiga y le conceda la salvación, ha dicho: “No llegará el día del juicio hasta que los musulmanes luchemos en contra de los judíos” (matándoles).


El Movimiento de Islámico de Resistencia está convencido de que la tierra de Palestina es un Waqf  islámico consagrado para las futuras generaciones islámicas hasta el día del juicio. 


No existe solución alguna para el tema palestino mas que por medio de la Jidah. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales no son más que una pérdida de tiempo y vanos esfuerzos.          


Artículo 14: el tema de la liberación de Palestina está unido mediante tres círculos:


1. El círculo palestino

2. El círculo árabe y

3. El círculo islámico.


Cada uno de estos círculos tiene un papel que desempeñar en la lucha en contra del sionismo. (159)


    Este último punto es crítico si hemos de entender los principales factores inherentes en el conflicto de Oriente Medio. Los tres círculos son musulmanes y, sin embargo, aunque en cierto sentido están separados, funcionan bajo la influencia del Islam, están unidos en su propósito de alcanzar esa meta universalmente declarada como musulmana, de que Palestina sea un país que revierta al gobierno y se coloque bajo la soberanía islámica. Ese es, en resumen, el quid de todo el conflicto de Oriente Medio. Para que veamos que ese es, realmente, el caso, lo documentaremos de diversas maneras:   


    En la actualidad, la mayoría de los relativamente mal informados periodistas y políticos en Occidente creen equivocadamente que siempre y cuando Israel se retire de los “territorios ocupados”, es decir, Gaza, Judea y Samaria (la “orilla occidental”) y los Altos del Golan, será posible conseguir la paz en Oriente Medio.


    El motivo por el que lo creen ésto es por su falsa percepción de que el conflicto se debe básicamente a la tierra, mas que a la realidad de que lo que se pretende conseguir realmente es eliminar a Israel del mapa de Oriente Medio. Esto se puede comprender fácilmente con examinar más de cerca la historia de la región.   


    ¡Durante la guerra de los seis días, el presidente egipcio Abdel Gamal Abder Nasser no mandaba a su ejército y a sus soldados que liberasen a Gaza y a la “Orilla Occidental”, porque esas tierras estaban ya en manos árabes, en las de Egipto y de Jordania.


    No, Nasser estaba mandando a sus tropas que matasen a los judíos, a que destruyesen Israel. La batalla no tuvo lugar por la “Orilla Occidental”, sino con el propósito de destruir el Estado de Israel en el nombre de Allah y del Islam.    


    Después de todo, la OLP se formó en 1964, tres años antes de que la “Orilla Occidental” se hallase bajo la soberanía israelí en la defensa propia de los seis días. Lo que ésto significa es que más que para liberar la “Orilla Occidental”, que estaba ya bajo el control de los árabes, la OLP se formó para “liberar” a toda Palestina de la soberanía judía, que es lo que significa su nombre. 


    Si hubiera sido sencillamente cuestión de dividir la tierra entre dos pueblos: los judíos y los árabes palestinos, entonces los árabes tuvieron oportunidad más que de sobra durante 1947, cuando la resolución de las Naciones Unidas sugirió exactamente eso, la partición de la tierra en estados para los árabes y los judíos, pero fueron los árabes y no los judíos, los que se negaron a aceptar el plan de partición porque lo querían todo: Tel Aviv, Jaffa, Haiffa, ¡todo para ellos!


    Pero los musulmanes y los árabes “venden” el conflicto de Oriente Medio a un mundo crédulo como si los judíos ocupasen las tierras árabes, cuando sucede  justamente lo contrario. Fueron los árabes los que le declararon la guerra a Israel en 1948  porque querían quedarse también con la tierra que había sido reservada (mediante la partición) por las Naciones Unidas para los judíos y ese es el motivo por el que ha venido habiendo guerra en Oriente Medio durante casi 50 años. 


    Hay otra cosa que tenemos que tener en cuenta. La tierra original del Mandato Palestino, reservada por la Liga de Naciones y la Declaración Balfour, para que los judíos se estableciesen en ella como su patria, incluía tanto la orilla este como la oeste del Río Jordan, que estaba compuesta por el este y el oeste de Palestina. 


    Sin embargo, a pesar de que toda la tierra, tanto el este como el oeste de Palestina, había estado destinada a convertirse en colonizaciones judías y patria de los judíos, los británicos, presionados por los árabes, arrancaron el 75 por ciento del sector para aplacar al rey hasemita, Faisal. Por tanto:


...la “tierra nativa” de las “Palestinas” árabe y judía, obtuvieron la independencia en ese mismo período de dos años. Transjordania en 1946 (entregada a Abdullah) e Israel en 1948.” (160)


    Pero ni siquiera les bastó con eso a los árabes, tenían que destruir Israel por completo. ¡Olvidemos el hecho de que el territorio conjunto ocupado por los descendientes de Ismael es 614 veces mas grande que lo que le quedaba a Israel, 614 veces! Eso es dos veces el tamaño de los Estados Unidos. 


    El Pacto de la OLP, que prácticamente ordena este mismo propósito, la destrucción del Estado de Israel, disfruta a la postre del apoyo de todos los estados árabes musulmanes que, por decisión unánime, hicieron a la OLP la legítima representación del pueblo palestino. No existe constancia de que ni uno solo de los estados árabes haya solicitado que se anule oficialmente o se modifiquen los artículos de la carta constitucional de la OLP que directamente requieren la destrucción del estado soberano de Israel. ¿Por qué no? Porque, de hecho, ninguna de las naciones árabes   tienen nada que objetar a estos párrafos.    


    Como dice el anteriormente mencionado Pacto del Movimiento de Resistencia Islámica, existen tres movimientos o círculos, todos ellos cooperando por alcanzar la misma meta, es decir, eliminar a Israel. El círculo palestino, el círculo árabe y el círculo musulmán no tienen básicamente disputa alguna en lo que se refiere a su propósito final, el desarraigar de su medio islámico ese tumor cancerígeno que es Israel. 


    Por eso fue por lo que la OLP apoyó y cooperó tanto con el Ayatollah Khomeini, que a pesar de no ser árabe, era un hombre en el que podían confiar como un musulmán fanático dispuesto a luchar contra los judíos. Khomeini obtuvo mucha ayuda de Arafat que, al besar y abrazar al ayatollah después de la revolución que había tenido tanto éxito, le dijo: “¡Este abrazo es por la liberación de Jerusalén y de Palestina!”  


    Recordemos claramente que ninguna de las naciones árabes, ni los estados islámicos más distantes, ha exigido nunca a Arafat o a la OLP que cambiase la carta constitucional de la organización. ¿Por qué? Una vez más, sencillamente porque en los corazones de millones de musulmanes está el deseo ardiente de destruir el estado judío, ya sean árabes, iraníes, musulmanes hindúes o malayos, no haz diferencia alguna. Pregúntenselo y le responderán que: la destrucción de Israel es la voluntad de Allah. 


    Eso fue lo que dijo uno de los primeros dirigentes árabes palestinos musulmanes, el Gran Mufti de Jerusalén, Haj Amin al Husseini, cuando estuvo de huésped, juntamente con Hitler, en la Radio de Berlín en 1942: “matad a los judíos, matadlos con vuestras manos, con vuestros dientes, porque esto agrada a Allah.”


    Curiosamente, Arafat es un familiar de Haj Amin al Husseini, como también lo es Faisal Husseini, uno de los principales portavoces actuales de la delegación palestina en las “Charlas para la Paz en Oriente Medio.”


    Arafat nació en 1929 y su nombre completo, tal y como lo registró su padre Abdul en el ministerio interior del Cairo, es Rahman Abdul Rauf Arafat Al-Qudwa Al-Husseini. Arafat era el nombre de un monte sagrado cerca de la Meca en el cual Mahoma, según la fe islámica, fue transformado en el último mensajero de Allah. 


    Durante sus primeros años Arafat estuvo sometido a la profunda influencia y las enseñanzas de su maestro musulmán, Yusuf al-Akbar, con el que pasó muchas horas. Para cuando Rahman tenía ocho años, pasaba más tiempo en compañía de al-Akbar que con su familia. Este le lavó el cerebro a Arafat, convenciéndole de que tenía un papel muy especial que representar. De este modo, el efecto islámico sobre el joven Arafat fue la primera y más importante influencia en toda su vida. Esto explica por qué el jefe de la OLP siempre se ha podido relacionar bien con los dirigentes musulmanes más fanáticos, incluso durante períodos de distanciamiento y rivalidad, como sucedió en su relación con el lider libio Muammar Qaddafi. 


    De manera que nos enfrentamos una vez más con la influencia predominante del Islam en la lucha árabe palestina de nuestros días contra Israel. ¿Cuáles fueron los orígenes del Islam? ¿Por qué ha causado semejante destrucción dondequiera que se ha extendido?


    Fue en la Noche de Poder, según se la denomina, durante el mes de la Abstinencia, cuando el ángel Gabriel se le apareció por primera vez a Mahoma. Macbride dice en “Mohammedan Religion Explained” (La explicación de la religión mahometana):


Después de que se le apareciese...se dice que hubo una intermisión de dos años, durante la cual (Mahoma) sufrió alucinaciones y pensó en varias ocasiones en quitarse la vida. Sus amigos se sintieron alarmados y llamaron a exorcistas y él mismo dudaba de su sanidad mental. En una ocasión le dijo a su esposa: “Oigo un sonido y veo una luz. Me temo que hay gins (espíritus) en mi interior” y en otra ocasión dijo: “me temo que soy un Khadijah”, es decir, un adivino poseído por Satanás. “Dios” respondió Khadijah, “nunca lo permitirá porque tu cumples tus compromisos y ayudas a tus familiares” y, según algunos, añadió: “serás el profeta de tu nación.” Estos sonidos, como si fuesen producidos por un reloj o una campana, cuentan entre los síntomas de la epilepsia. Encontrándose en ese  mórbido estado de sentimientos se dice que escuchó una voz, y al levantar la cabeza, contempló a Gabriel, que le aseguró que era un profeta de Dios. Asustado, regresó a su casa y pidió protección. Tuvo un ataque y le echaron agua fría y cuando recuperó el conocimiento oyó las siguientes palabras: “oh tú, el protegido, levántate, predica y ensalza al Señor” y a partir de entonces se nos dice que recibió revelaciones sin interrupción. Antes de esta supuesta revelación había recibido tratamiento médico por causa del mal de ojo y cuando descendió sobre él el Corán por primera vez se desmayó en varias ocasiones y, tras violentos temblores, se le cerraron los ojos y le salía espuma por la boca. Khadijah se ofreció a llevarle a uno que podría librarle del espíritu maligno, pero él se lo prohibió. (161)  


    Si esto no deja claro los extraños orígenes del Islam, tal vez debiéramos examinar los frutos y las consecuencias que acompañaron a la difusión de la religión. Dondequiera que llegaba el Islam lo hacía subyugando a las personas mediante la espada y cometiendo horribles masacres, todo en el nombre de Allah. 


    Esto ha sido documentado por Bat Ye’or en sus dos libros, The Dhimmi: Jews and Christians under Islam (Los Dhimmi: los judíos y los cristianos bajo el Islam) (162) y en francés Les Chrétienté d’Orient Entre Jihad et Dhimmitude (163) que relata la terrible destrucción de las comunidades cristianas por todo Oriente Medio como resultado de la difusión del Islam. 


Al volverse los musulmanes cada vez más poderosos, la Guerra Santa se extendió más allá de Arabia. Siendo inicialmente una lucha por los  saqueos, la jihad  se convirtió en una guerra de conquista sujeta a un código de legislación, siendo su propósito principal  la conversión de los infieles. Se permitían las treguas, pero nunca una paz duradera. Normalmente los politeístas tenían que escoger entre la muerte o la conversión; la vida, la libertad de reunión y la inviolabilidad de sus pertenencias era, bajo ciertas condiciones, concedida a los judíos, a los cristianos y zoroastras y, posteriormente, por fuerza, a los hindúes.  


La jihad es una concepción global que divide a los pueblos de la tierra en dos campos irreconciliables: el de dar al-Harb o “Territorio de Guerra”, que cubre las regiones controladas por los infieles y dar al-Islam, “el Territorio del Islam”, la patria musulmana donde reina la ley islámica. La jihad es el estado de guerra normal y permanente entre los musulmanes y el dar al-Harb, una guerra que solo puede terminar con el dominio final sobre los infieles y la absoluta supremacía del Islam en todo el mundo. En el siglo catorce, un jurista llamado Ibn Taymiyya justificó este estado permanente de guerra afirmando que la posesión de las tierras por parte de los infieles era ilegítima y que, por ello, era preciso que la tierra revirtiese, por Derecho Divino, a los seguidores de la auténtica religión. De ese modo, la jihad se convertía en el medio por el cual los musulmanes recuperaban lo que les había sido usurpado en la tierra por los infieles. En este sentido, es una guerra santa y legítima porque restablece a los musulmanes las tierras y posesiones que debieran ser parte de dar al-Islam, pero que retiene ilegalmente dar al-Harb. Por ese motivo, cualquier acto de guerra en dar al-Harb, que no tiene derecho legal a existir, puede ser considerado como justo y legítimo y está, por lo tanto, exento de ninguna desaprobación moral...  

Los juristas musulmanes establecieron los derechos de conquista sobre la base del tratamiento dado por Mahoma a los judíos de Arabia. Este trato se convirtió en un ejemplo, que sirve de norma universal que se debe aplicar a todos los judíos, cristianos, zoroastras y cualquier otra creencia derrotada en la jihad. De la misma manera que Mahoma había perdonado la vida a los judíos de Khaybar, que reconocieron su protectorado (soberanía), los conquistadores árabes concluyeron tratados de “tolerancia” con otros pueblos que, enfrentados con la jihad, se sometieron a su dominio. La condición dhimmi, que es una consecuencia directa de la jihad está relacionada con este mismo contrato. Hace que cese los derechos iniciales del conquistador sobre los seguidores de las religiones reveladas bajo pago de un tributo, tal y como el que habían acordado pagar los judíos al profeta en Khaynar. (164).


El término “islamización” se refiere a un complejo proceso político, económico, cultural, religioso y étnico mediante el cual las poblaciones islamizadas de antecedentes árabes o turcos dominaban al pueblo, a las civilizaciones  y a las religiones locales de los países que habían invadido. En este proceso nos encontramos con dos factores diferentes: la fusión, es decir, la absorción de las civilizaciones locales por parte de los invasores, la conversión de las gentes de la tierra al Islam y los conflictos, es decir, las masacres, esclavitud, deportaciones y destrucción sistemática de las civilizaciones locales en sus formas o expresiones culturales y religiosas. Esta evolución no elimina la coexistencia simultánea de situaciones de conflicto y de fusión.   Este proceso se ha utilizado en países como Armenia, Persia, Siria, Palestina, Egipto, el norte de Africa, Chipre, Creta, España, Francia e Italia. (165)


Joan Peters escribe:


...el plan original del profeta Mahoma había sido el de inducir a los judíos a adoptar el Islam; cuando Mahoma comenzó su gobierno de Medina en el año 622 A.D. se encontró con pocos que le apoyasen, por lo que adoptó algunas prácticas judías, incluyendo la oración diaria de cara a Jerusalén y el ayuno durante el Yom Kippur, con la esperanza de ganarse a los judíos. Pero la comunidad judía rechazó la religión del profeta Mahoma, prefiriendo seguir sus propias creencias, después de lo cual Mahoma sustituyó Meca por Jerusalén y abandonó muchas de las prácticas judías. 


Tres años después comenzó la hostilidad árabe en contra de los judíos, cuando el ejército de Meca exterminó a la tribu judía de Quraiza. Como resultado del resentimiento que sintió el profeta Mahoma, el mismo Corán contiene muchas de sus hostiles denuncias a los judíos y los amargos ataques a las tradiciones judías, que sin duda han coloreado las creencias musulmanas religiosas hasta la fecha. (166) 


Yaser Arafat afirmó en 1970: 


La liberación de Palestina y el acabar con la penetración  sionista, política, económica, militar y propagandística, en los estados musulmanes, es una de las obligaciones del mundo musulmán. Debemos luchar una guerra santa (jihad) en contra del enemigo sionista, que ambiciona no solo Palestina, sino toda la región árabe. (167)


    Para aquellos que no ven la relevancia de la Biblia en relación con el Sionismo y con Israel, puede ser interesante saber que al menos los enemigos de Israel se lo toman en serio:


En Julio de 1982 la UNESCO aprobó una resolución exigiendo que se escribiese de nuevo la historia relatada en la Biblia (judía), para que se eliminase de ella a los judíos. (168)


    Esto sucedió después de que Yasser Arafat hiciese una visita en Octubre de 1980, dirigiéndose a la conferencia de la UNESCO en Belgrado en el que hizo un crítico ataque al sionismo.


    Hasta en el año 1981, los países musulmanes, reunidos en la celebración de la conferencia Cumbre Islámica en Taib, Arabia Saudi, accedieron al deseo de Arafat cuando afirmaron en su quinta resolución:


Los países islámicos dejaron claro en su resolución que la palabra jihad  se usa en el sentido islámico, que no es susceptible de interpretación o malentendido, y que las medidas prácticas para su implementación se adoptarán de conformidad con y en constante consulta entre los países islámicos. (169)


    Por lo tanto, vemos por lo anteriormente expuesto, que el factor islámico en el conflicto de Oriente Medio, a pesar de que algunos políticos lo pasan por alto, ha sido uno de los más poderosos y peligrosos de todos. Esto fue lo que el presidente Herzog de Israel intentó transmitir a los europeos cuando se dirigió a los parlamentarios en Estrasburgo en 1992: 


Es la propagación del fundamentalismo islámico lo que amenaza los regímenes en la mayor parte de Oriente Medio en la actualidad, lo que promueve las insurrecciones...en muchos países de nuestra región y se está extendiendo rápidamente por todo el mundo. 


    Concentrándonos en la creciente preocupación causada por los intentos realizados por los estados islámicos, en lo que se refiere a la adquisición de  armas nucleares, químicas y biológicas, el Presidente Herzog advirtió que cuando se une a los fundamentalistas islámicos extremistas con el terror de las armas de destrucción masiva, “es inevitable encontrarse con la fórmula de la catástrofe.”      


    En su libro acerca del Islam, mi amigo árabe, el Dr. Anis Shorrosh escribe lo siguiente:


En la Batalla de Tours, Francia, que tuvo lugar en 732 AD, se detuvo allí mismo a los musulmanes, que avanzaban con sus ejércitos con el propósito de conquistar al mundo, pero ahora se está intensificando el clamor, como escuchamos en Inglaterra en el verano de 1985: “Si nos podemos apoderar de Londres para que pertenezca al Islam, podemos apoderarnos del mundo entero.” Su esfuerzo es militante y está representado por hombres como el Ayatollah Khomeini en Iran, los regímenes militares como el del Coronel Qaddafi de Libia y la trágica guerra civil del Líbano. (170) 


    El alto comisionado británico y jefe supremo de Palestina, J.R. Chancellor escribió el 1 de Septiembre de 1929:


Me he enterado con horror de los atroces actos cometidos por grupos de malhechores despiadados y sedientos de sangre, de los asesinatos de los indefensos miembros de la población judía, sin tener en cuenta ni su edad ni su sexo, actos de un salvajismo indescriptible. (171)    


Joan Peters escribe:


La violencia de Yasser Arafat, de la OLP y de otros que afirman que “solo comenzó en contra de los judíos desde el resurgimiento de la nación de Israel en 1948” con su terrorismo “palestino”, fue de hecho un factor crítico en los primeros desarrollos que provocaron las condiciones  de cambio de la población palestina. Estando en su Tierra Santa, los judíos, así como los cristianos, se vieron sometidos a una inhumana discriminación, a la persecución y a los pogromos. Según el informe del Consulado Británico de 1839, la vida de un judío no era “mucho mejor” que la de un perro. (172) 


    El hecho de que ese no solo les sucedía a los judíos y los cristianos de Tierra Santa, sino también a los que vivían como lo hacían los dhimmies bajo el gobierno musulmán durante siglos, en otras partes de Oriente Medio, es algo ampliamente documentado en “The Dhimmi” escrito por Bat Ye’or: 


En The Closed Circle (el círculo cerrado) escribe David Pryce-Jones:


Haj Amin (el Mufti de Jerusalén) conoció a Hitler el 28 de Noviembre de 1941. Estaban de acuerdo en la necesidad de destruir a los judíos de todo el mundo, (Nota del editor: no solo en Israel, ¡como les gustaría hacer creer a este mundo tan crédulo los árabes palestinos!), sino que  Hitler se abstuvo de comprometerse a liberar a los árabes...Convirtiéndose en un útil aliado, Haj Amin acabó siendo un criminal de guerra. Ya se había reclutado un destacamento de adiestramiento árabe-alemán entre los voluntarios árabes en Alemania, que llevaban el uniforme alemán con un letrero en su brazo que decía: “Frei Arabien”. Qawukji, el comandante militar de Haj Amin había llegado ya a Berlin y con su ayuda el destacamento de adiestramiento se amplió para convertirse en una legión árabe. La legión estaba abierta a otros musulmanes, por ejemplo, los bosnios y al final se convertiría en una unidad de las SS. No tardó Haj Amin en apreciar la importancia de Himmler  y se colocó bajo su patronazgo especial, instándole mediante una serie de cartas y súplicas, sin duda todas superfluas, a que bloquease las rutas de escape de los judíos que estaban en los Balcanes y en otros lugares y esforzarse en exterminarlos...Haj Amin estaba diciendo: “Matad a los judíos dondequiera que los encontréis porque eso agrada a Dios, a la historia y a la religión.” Desempeñó su parte al máximo, en cuanto a ayudar e incitar el asesinato masivo. Hitler llegó a estar convencido de que se podría haber hecho un mayor uso de los árabes, diciendo en Febrero de 1945 que lamentaba no haberlo hecho, porque podrían haber servido como “nuestra mejor carta” teniendo en cuenta que “el mundo islámico estaba estremeciéndose a la expectativa de nuestra victoria.” (173) 


    Ya se ha dicho bastante sobre el motivo implícito en relación con el odio en contra de los judíos y de Israel, que poco tiene que ver con encontrar una solución justa para los árabes palestinos, que es la historia que con tanto éxito le han vendido al mundo. La “solución justa” a la que aspiraban los árabe palestino, bajo el liderazgo de la OLP, apoyada primeramente y sobre todo por las demás naciones árabes y luego por el resto del mundo musulmán, era la  destrucción y arrasamiento de Israel. Existía una evidente similaridad entre las consignas de los nazis y de los árabes musulmanes. Los nazis querían purgar a la raza aria de las “sabandijas” judías y los árabes musulmanes querían purgar al Islam del estado judío y de la soberanía que representaba ese “cáncer.”   


    No cabe duda que es lamentable leer estas cosas, pero en especial para el pueblo judío que ansía con tanta desesperación vivir en paz con sus vecinos.


    No olvidemos, después de lo mucho que se habla sobre los refugiados árabes palestinos que huyeron de Israel durante la Guerra de la Independencia en 1948, que un número equivalente de refugiados judíos, que huyeron de los países árabes, dejando tras de sí mucha más tierra, cuentas bancarias, casas, muebles y otras pertenencias en manos de los árabes de lo que dejaron  los árabes palestinos cuando huyeron de Israel. Por lo tanto, en el intercambio de facto que se produjo, los árabes fueron los que salieron ganando porque recibieron y se quedaron con más riqueza y propiedades de los judíos que habían huido de sus países, de todo lo que dejaron los árabes que se marcharon de Israel. 


    Terrence Prittie, anterior editor del Manchester Guardian , ha escrito un librito sobre este sorprendente fenómeno, que ha titulado The Double Exodus (el doble éxodo), en el que escribe:


Los árabes de Haifa siguieron las instrucciones de su propio Comité Nacional, y se fueron. Hasta la mujer que hacía auto stop, Leila Khaled, que afirmó que la habían “echado” de su casa, admitió que  de hecho se la habían llevado en un taxi, siguiendo las órdenes de su madre, haciendo totalmente caso omiso de las instrucciones dadas por el padre, en el sentido de que la familia se quedase donde estaba.        


El esfuerzo realizado por las autoridades judías por detener a los árabes que huían los menciona un informe, correspondiente al 28 de Abril, el Superintendente de Policía de Haifa: 


“No se ha producido cambio alguno en la situación de Haifa. Los judíos siguen aún esforzándose por convencer a la población árabe que se quede y vuelva a su vida normal en la ciudad.”


Los periodistas británicos que se encontraban en la ciudad también presenciaron los esfuerzos realizados por los judíos por detener la salida de refugiados, como en este relato de un corresponsal especial del periódico Economist:


“Durante los próximos días las autoridades judías, que controlaban totalmente la ciudad de Haifa (a excepción de algún distrito limitado que se encontraba aún bajo el control de las tropas británicas) instaron a todos los árabes a que permaneciesen en Haifa, garantizándoles la protección y la seguridad. Según tengo entendido, la mayoría de los residentes civiles británicos, a los que los árabes les pidieron consejo, les dijeron que lo más sensato sería que se quedasen. Sin embargo, de los 62.000 árabes que habían vivido antes en Haifa,  solo quedaron unos 5.000 ó 6.000. Hubo varios factores que influenciaron su decisión de buscar la seguridad en la huida. Apenas cabe duda de que el más potente de estos factores fue un anuncio que hizo por la radio la  Autoridad Suprema Arabe, instando a todos los árabes a que se fuesen. El motivo que se alegó fue que una vez que los británicos se marchasen definitivamente, los ejércitos combinados de los Estados árabes invadirían Palestina y echarían a los judíos al mar, y se dio a entender claramente que los árabes que se quedasen en Haifa y aceptasen la protección judía serían considerados como renegados”...Se han hecho muy diversas afirmaciones acerca del problema de los refugiados árabes, pero ¿por qué hay que echarle la culpa a Israel de este problema? Cuando intentamos determinar la responsabilidad de la existencia del problema de los refugiados árabes, no podemos dejar de mencionar las fuerzas externas...que persiguen sus propios fines egoístas...que no tienen nada en común con la causa de la paz y la seguridad internacional ni con los interéses de los árabes ni del pueblo judío, y que solamente tienen que ver con los designios agresivos de los círculos gobernantes en algunos estados. (174)


    A continuación citamos algunos párrafos de un articulo en árabe, escrito por Sabri Jrayyis, un conocido investigador árabe palestino del Instituto de Estudios Palestinos de Beirut, publicado en Al-Nahar, Beirut, el 15 de Mayo de 1975:     


“No es verdad que otros países extranjeros, especialmente la Rusia zarista, la Alemania Nazi, la Gran Bretaña y los Estados Unidos, fuesen los únicos agentes tras la situación que dieron pie a la creación de Israel. Los árabes también tomaron parte en el proceso. Es lamentable decirlo, pero la verdad es que participaron de forma muy activa. Cuando se estableció Israel, el 14 de Mayo de 1948, se calcula que tenía una población de aproximadamente 650.000 judíos. En la actualidad el número ha aumentado a tres millones, de los cuales medio millón fueron a Israel durante los últimos veintisiete años procedentes de ocho estados árabes, todos ellos actualmente miembros de la Liga Arabe, representando a todos tipo de regímenes existentes en el mundo árabe: monárquicos, revolucionarios, socialistas y progresivos. No es este el lugar más indicado para describir  cómo echaron a los judíos de los países en los que habían estado viviendo durante cientos de años, cómo fueron vergonzosamente deportados a Israel después de haberles confiscado sus propiedades o habérselas pagado al más bajo precio posible...


“Está claro que Israel sacará a la luz el asunto en cualquier negociación seria que se pueda realizar un día en lo que se refiere a los derechos de los palestinos...


“Lo que Israel exige es lo siguiente: tal vez sea posible que nosotros los israelíes hayamos sido los que hayamos motivado la expulsión de algunos palestinos de sus hogares durante la guerra de 1948, cuyo número se calcula en 700.000 y que luego nos quedásemos con sus propiedades. Pero en comparación con esto, desde 1948, vosotros los árabes habéis causado la expulsión de igual número de judíos de los estados árabes, la mayoría de los cuales se establecieron en Israel después de que les hubiesen quitado sus propiedades de un modo u otro. Por lo tanto, lo que realmente ha pasado es que se ha producido una especie de “intercambio de población y de propiedades” y cada parte debe afrontar las consecuencias. Israel está absorbiendo a los judíos procedentes de los países árabes y los países árabes, a su vez, deben establecer a los palestinos entre ellos y resolver sus problemas.


“No hay duda de que, en la primera discusión en serio sobre el problema palestino en un foro internacional, Israel presentará estas alegaciones.” (175)   

   

    Por lo tanto, no existe motivo alguno para no creer en el punto de vista que tiene Dios sobre las cosas. Las naciones árabes (aunque, como es natural, no los árabes particulares que han tenido que sufrir por causa de sus propios dirigentes) ya han sido pagados más que de sobre por las propiedades árabes, que tuvieron que abandonar en Israel cuando huyeron, gracias a todas las propiedades que llegaron a sus manos y que habían pertenecido a los judíos que tuvieron que huir de entre ellos.


    Hemos examinado algunas de las causas, con sus profundas raíces, de la actual batalla contra Israel, una batalla que debiéramos de esperar si la restauración de Israel está directamente relacionada con la redención de este planeta tierra, como dice la Biblia. Si es este el caso, como ha sucedido siempre en la historia de Israel, habrá enormes poderes e influencias que se pondrán en su contra. Esto es algo que ha pasado realmente y que seguirá pasando. El maligno no se va a dar fácilmente por vencido en su lucha contra los propósitos de Dios, especialmente si tienen que ver con la niña de sus ojos, su pueblo Israel.




 

        


    

 

















   

   

           


   


                                     




 Capítulo 9


Los Primeros Cristianos Sionistas


    Del mismo modo que nos hemos esforzado por relatar de manera real algunos de los terribles fracasos de una gran parte del Cristianismo a lo largo de los siglos, sería bueno que mencionásemos a aquellos cristianos cuyas creencias fueron lo suficientemente sinceras y profundas como para tomarse en serio las Escrituras. 

 Estos cristianos se encontraban en el continente europeo, en Gran Bretaña, en los Estados Unidos y en otros países. Estaban firmemente convencidos de que era la voluntad de Dios que el pueblo judío regresase a su tierra y estaban dispuestos  a ser instrumentos en las manos de Dios para que esto se hiciese realidad. En ese sentido fueron los primeros sionistas cristianos. Hombres como el Rev. William Hechler, amigo del Dr. Theodor Herzl, Lord Shaftesbury, uno de los que influenciaron a Lord Balfour, el Capitan Orde Wingate, que ayudó a formar las fuerzas de defensa judías de la Hagana durante sus primeras etapas, la familia holandesa ten Boom, Raoul Wallenberg y muchos otros. Frans Kobler, menciona a muchos de ellos en su libro The Vision Was There (la visión estaba ahí), como lo hace Michael Prager en Faith and Fulfillment (Fe y cumplimiento).

Hasta el historiador inglés judío, Leonard Stein, admite en su libro The Balfour Declaration:

La verdadera fuerza detrás del movimiento para la restauración de los judíos a Palestina fue el “partido religioso”...una corporación de cristianos ingleses, profundamente devotos y con un elevado sentido del honor que, contemplando la agitación en el Este, estaban convencidos de que había llegado el momento para que se cumpliese la profecía del regreso del Pueblo Escogido a Tierra Santa, y que era la voluntad de Dios que la nación británica fuese Su instrumento para llevar a cabo su propósito. (135)

   Claude Duvernoy, un teólogo francés que vivía en Israel, escribió en The Prince and the Prophet (el príncipe y el profeta) refiriéndose a Palmerston, el primer ministro británico:

Palmerston no se tomaba la Biblia a la ligera. Lord Shaftesbury, uno de sus más íntimos amigos (que también se vió profundamente influenciado por el famoso pastor “sionista” Mac-Caul) no tuvo dificultad alguna para convencerle de que los tiempos mesiánicos estaban listos para Israel: por lo que, la Gran Bretaña debía aprovechar la oportunidad para seguir la voluntad divina que dirige la historia. “Y bendeciré a los que te bendijeren”. Shaftesbury le recordó a su amigo, el Primer Ministro, que la promesa que le había sido hecha a todos los amigos de Abraham (Génesis 12:3) seguía siendo válida. (136)

Al mismo tiempo, Palmerston se sintió inspirado, el 22 de Enero de 1939, a escribirle una carta a la reina británica diciéndole las siguientes palabras:

Ojalá sea durante su reinado, según la esperanza de esta nación, que es única, y que ahora se encuentra ante su majestad, cuando “Judá será salva e Israel habitará en paz” (137)

El memorándum que incluyó Palmerston fue el que la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, después de haber enviado un comité de investigación a Palestina, había enviado a los monarcas europeos y que decía, inter alia:

" ...sobre el asunto de la restauración del pueblo judío a la tierra de Palestina...estamos convencidos de la verdad de la promesa divina, que desea que recaiga una bendición  sobre aquellos que acuden en ayuda del Pueblo de Dios, que actualmente está padeciendo aflicciones... '(138)

 Hasta en los Estados Unidos había muchos cristianos así, como escribe Duvernoy:

"En los Estados Unidos, donde existe una fuerte tendencia puritana, la propensión al  sionismo apareció de manera americana; es decir, prácticamente adoptando la forma de peticiones. El segundo Presidente dio el ejemplo: “Deseo sinceramente ver a los judíos establecidos de nuevo en Judá, formando una nación independiente” afirmó John Adams. A finales del siglo pasado,  le hicieron una petición al Presidente Harrison, de parte de la “Conferencia para Cristianos y Judíos”, que pedía al Consejo de Berlín “un segundo edicto de Ciro.”  

 El Presidente de esta organización para los Cristianos y los Judíos era W.E. Blackstone, jurista y teólogo:

Los judíos no han abandonado nunca esta tierra por su propia voluntad, y no han firmado ningún tratado o capitulación, pero han sucumbido en una batalla desesperada ante el poder aplastante de Roma...siendo vendidos como esclavos...Desde entonces, como no tienen ni representación soberana ni política, están reclamando su patria por medio de escritos, de su fe y de sus oraciones... La violencia mediante la cual se ha mantenido a Israel fuera de su tierra, sin recurrir al medio de la apelación, es en principio equivalente a un conflicto contínuo... ninguna petición puede cambiar esta situación hasta que Israel pueda presentar sus exigencias ante la única Autoridad competente y la Conferencia Internacional. 

Por lo tanto, el movimiento Protestante Sionista, sólidamente establecido en las tierras de la Reforma, tiene la intención de expresarse gustosamente a nivel político, y se extenderá por otros países europeos. 

Durante el primer tercio del siglo XVII, el teólogo hugonote, sionista y humanista, llamado Isaac de Peyrere, introdujo en Francia la idea sionista, mediante una apelación al rey de Francia, teniendo en mente el retorno de los judíos a la Tierra Prometida. (140)

Paul Grattam Guinness escribe:

Impulsado por motivos humanitarios, Henri Dunant de Ginebra, uno de los fundadores de la Alianza Mundial de la Asociación de Jóvenes Varones Cristianos (1855) y fundador de la Cruz Roja Internacional (1864) estableció la Société Nationale Universelle pour le Renouvellement de l’Orient, que en 1866 emitió una petición que contenía la sugerencia de que las crecientes colonias judías en Palestinas pudiesen, al igual que sucedía en Suiza, neutralizarse desde el punto de vista diplomático. 

La publicación en 1876 de Daniel Deronda de George Eliot fue un eslabón para las aspiraciones judeocristianas sionistas. Dirigido al pueblo judío, al final de su larga y creativa carrera literaria, Daniel Deronda revela su convicción de que la Restauración del pueblo judío es idéntica a su nuevo nacimiento. Ella estaba convencida de que: la regeneración del pueblo judío es el gran misterio divino de la historia mundial, pero es preciso que el milagro se realice en el alma misma de Israel. (141) (el énfasis es añadido).  En la biografía que escribió de la vida de su tío, Lord Balfour, la Sra. Blanche Dugdale escribe:

El interés que sentía por los judíos y por su historia dominó toda su vida. Tuvo su origen en las enseñanzas de su madre acerca del Antiguo Testamento y en su educación escocesa. Según fue creciendo, fue en aumento su admiración intelectual y la simpatía que sentía por ciertos aspectos de la filosofía y la cultura judía y le pareció de enorme importancia el problema de los judíos en el mundo moderno. Siempre hablaba apasionadamente sobre el tema y recuerdo de pequeña  haber asimilado de él la idea de que la religión y la civilización cristiana tiene una grandiosa deuda contraida con el judaísmo.     

Balfour consideraba la historia humana de un modo bastante parecido a como lo hace el judaísmo, como un instrumento para llevar a cabo los propósitos divinos. No se olvidó nunca de su primer encuentro con Weizmann y se dio cuenta de que la manera de considerar los judíos el patriotismo era única. La conversación le convenció de que no era posible hacer caso omiso de la historia, en ese sentido, y que si era preciso encontrar una patria para el pueblo judío, que llevaba diecinueve siglos sin patria, era en vano buscarla en otro lugar que no fuese Palestina.   

Nunca vaciló de esta convicción, que le llevó a representar un papel de vital importancia, haciendo posible la Declaración Balfour. Su constancia quedó patente en una afirmación que hizo a una delegación sionista en Enero de 1922 en Washington:

“La postura que adopté en 1917 es la misma que sigo adoptando. La esperanza que tuve entonces la sigo teniendo en la actualidad y los ideales por los que luché entonces son los mismos ideales que tengo en estos momentos. Mi interés por la causa, el que creyese en su éxito final, mi intenso deseo de ver transformado el ideal de la patria judía en una gran realidad no ha disminuido ni se ha enfriado durante los años que han transcurrido desde el momento en que hice la Declaración.” (142) 

Laurence Oliphant, fue otro sionista cristiano, que “previó” el destino que le esperaba a los judíos europeos. Estaba convencido de que los judíos asimilados se tendrían que enfrentar con una crisis, y esa era la fuerza que impulsaba su petición a favor de la colonización de Palestina para salvar al pueblo judío.  

Pero posiblemente uno de los más destacados sionistas cristianos fue el anteriormente mencionado William Hechler, amigo del fundador del actual estado de Israel, el Dr. Theodor Herzl. Fue Hechler el que, por medio de sus contactos con el Gran Duque Federico de Baden, pudo introducir tanto la idea del sionismo como a su defensor, el Dr. Herzl, al Kaiser alemán Wilhelm. La Sra. Hanna Bodenheimer, hija del famoso judío y dirigente sionista, el Dr. Max Bodenheimer,  escribió en una palabra de bienvenida durante el Congreso Cristiano Sionista, que se celebró en Jerusalén en 1988: 

Hechler fue la fuerza impulsora que llevó a Herzl a la Corte del Gran Duque Federico en Karlstruhe. Juntos, con el Gran Duque, planearon un encuentro entre Herzl y el Kaiser alemán. La reunión de Herzl con el Kaiser fue decisiva para el comienzo del sionismo político. (En aquel entonces el Kaiser era el dirigente más poderoso del mundo y el imperio turco se encontraba en estado de disolución.) Influenciado por Hechler, el Gran Duque de Baden se convirtió también en un apasionado sionista cristiano. Cuando el Gran Duque le preguntó a Hechler qué podía hacer por la causa, Hechler contestó que puesto que el Gran Duque había proclamado al rey Wilhelm de Prusia Emperador de Alemania, el Gran Duque participaría en la restauración del estado de Israel. El siguiente es un ejemplo del sueño que persiguió insistentemente Hechler durante toda su vida, escribiendo al Gran Duque por su 70 cumpleaños: “Según la Biblia, los judíos deben regresar a Palestina y, por lo tanto, yo ayudo en este movimiento como cristiano y lo hago con la una fe absoluta en la verdad de la Biblia porque ésta es la causa de Dios.” (143) 

También en Holanda había personas que amaban apasionadamente al pueblo judío. Fue precisamente Holanda el país que acogió a los judíos cuando les echaron de España y de Portugal y en lo que parece extrañamente apropiado, y conforme a lo prometido por Dios, es decir, bendecir a los que bendigan a su pueblo, poco después Holanda comenzó su época dorada, con sus famosos pintores Rembrandt, Frans Hals, Steen y otros. 

 Corrie ten Boom, que es muy conocida en los círculos cristianos por todo el mundo, vino de una de esas familias cristianas. Su abuelo comenzó una reunión de oración en su casa, en la calle Barteljoris, por la restauración del pueblo judío. Fue en esa misma casa, en la que la familia ten Boom había estado orando por el pueblo judío durante 100 años, donde hallaron “un lugar donde esconderse” 18 judíos holandeses durante la ocupación de los alemanes en Holanda.  

Corrie, su padre y su hermana fueron detenidos por los nazis. El anciano Sr. ten Boom fue encarcelado y murió mientras se encontraba encarcelado en Scheveningen. La hermana de Corrie murió en el campo de concentración de Ravensbrück, pero Corrie ten Boom permaneció con vida para contar su historia al mundo entero. Como es lógico, hubo muchas familias como esa por toda Europa, que conocían y amaban al Dios de Israel y al Señor y, por lo tanto, también a su pueblo. 

Fue mi propia esposa, una mujer árabe, que de joven (después de que la hubieron educado para que odiase y despreciase a los judíos y no tener nunca una amiga judía), oyó al Señor decirle a su corazón por medio de su Espíritu: “no puedes amarme a mi y odiar a mi pueblo.”      

Fue como un fogonazo del cielo, algo totalmente en contra de la mentalidad de su propia cultura, pero ella optó por obedecer a su Señor y es actualmente una de las más valientes cristianas árabes que jamás he conocido, que se esfuerza denodadamente por promover una actitud de amor hacia los judíos, el pueblo de Dios. 

Ya se ha dicho suficiente para al menos demostrar que juntamente con la historia pasmosa y vergonzosa de la relación de la Iglesia con el pueblo judío, han existido y siguen existiendo cristianos que aman al Señor y que creen en su Palabra lo suficiente como para amar a Su pueblo, acerca de los cuales dicen las Escrituras...”el que os toca, toca a la niña de su ojo.” (Zacarías 2:8). 

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Capítulo 10


Los Sionistas Judíos


    ¿Pero qué podemos decir acerca de los sionistas judíos? Si el regreso de los judíos, tal y como ha profetizado tantas veces la Escritura, era tan importante para que se realizasen los propósitos de Dios en este mundo, ¿quiénes fueron esos hombres y mujeres a los que Dios, en su misericordia y su gracia, usó para hacer realidad este milagro en nuestros días? 

Aquellos que presidieron el milagro de los judíos regresando a su patria, los que reclamaron esa tierra desierta, infestada por la malaria, que revivieron su antigua lengua hebrea, ¿quiénes fueron esos hombres y fueron conscientes de que ellos mismos estaban siendo un instrumento en las manos de Dios, para llevar a cabo un propósito mucho más importante de lo que pudieran ni remotamente imaginarse? 

Algunos de los más importantes de estos precursores y fundadores del Estado Judío fueron el Dr. Theodor Herzl, fundador del actual sionismo, Ze’ev Jabotinsky, el Dr. Max Nordau, Eliezer Ben Yehuda, autor del hebreo moderno, Chaim Weizmann, David Ben Gurion, Golda Meir y Menachem Begin, por nombrar tal solo a unos cuantos.

Al principio de su diario, Theodor Herzl, que había nacido en Budapest en 1860, y que era en aquella época periodista de uno de los principales diarios de Viena, escribió estas asombrosas palabras, como si, incluso sin que él mismo supiese lo que le estaba impulsando, alguien le hubiese reclutado en ese momento tan trascendental del destino para actual a favor de su pueblo: 

Llevo algún tiempo empeñado en realizar un trabajo de una gran magnitud. Ni siquiera sé si lo podré llevar a cabo, pues representa el aspecto de un poderoso sueño. Durante días y semanas me ha obsesionado hasta el límite de mi conciencia y me acompaña a todas partes, oculto en mi manera de hablar de todos los días, mirándome por encima del hombro, viendo mi gracioso e insignificante trabajo como periodista, me abruma y me embriaga. Todavía es demasiado pronto para saber qué sucederá con esta empresa. Sin embargo, tengo la suficiente experiencia como para saber que incluso para ser un sueño es extraordinario y debiera ser puesto por escrito, si no como un recuerdo para la humanidad, entonces para mi propio placer y meditación durante los próximos años. El título es: “La Tierra Prometida.” 

Mas adelante escribió:

Durante estos días he temido en más de una ocasión estar volviéndome loco, por lo descabalado de mis pensamientos, que pasaban rápidamente por mi alma. No me bastará toda una vida para convertirlos en realidad, pero estoy dejando un legado tras de mi. (144)   

¿Para quién? Para todos los hombres.

Incluso si el Dr. Theodor Herzl no fue un judío creyente u ortodoxo, en el más estricto sentido de la palabra, se encontró a sí mismo impulsado, prácticamente por una fuerza exterior, y obligado a escribir y actuar a favor del pueblo judío y, en ese sentido, a ser un instrumento en los propósitos que tiene Dios para su pueblo.

Esto es cierto de la mayoría de los judíos sionistas, que no eran (en el sentido más estricto de la palabra) judíos religiosos, pero que a pesar de ello fueron hombres que sintieron una ardiente pasión que les llevó a hablar de tal modo acerca de la necesidad de que los judíos de Europa regresasen a su patria, que en ocasiones hasta hablaron de manera profética. 

“Liquidad la diáspora o la diáspora os liquidará a vosotros” advirtió Ze’ev Jabotinsky.

“Un tercio de vosotros seréis exterminados. Un terció será asimilado y el otro tercio se salvará regresando a Palestina” fueron las palabras atribuidas al Dr. Max Nordau.

En su libro acerca de Theodor Herzl, Amos Elon relata como, poco antes de que muriese Herzl, le había dicho a Reuben Brainin que cuando tenía más o menos 12 años de edad, se le había aparecido el Mesías en un sueño: 

Me tomó en sus brazos y me llevó sobre las alas del cielo. En una de las nubes iridescentes nos encontramos con Moisés. Sus facciones se parecían a las de la estatua de Miguel Angel. (De niño me encantaba esa escultura de mármol). El Mesías le dijo a Moisés: “he orado por este niño.” Y a mi me dijo: “ve y anuncia a los judíos que pronto vendré y realizaré grandes y maravillosas cosas por mi pueblo y por toda la humanidad.” He guardado este sueño para mi mismo y no me atreví a contárselo a nadie. (145)

Proféticamente inspirado, Theodor Herzl escribió las siguientes palabras al final de su memorable libro Der Judenstaat (El Estado Judío): 

Se orará en los templos y en las iglesias por el éxito de nuestra labor porque traerá consigo alivio a una vieja carga, que todos hemos tenido que sufrir. (146) 

Muchos de sus judíos contemporáneos no creían en la pureza de sus motivos o de su visión. Le menospreciaron y le difamaron con frecuencia; a pesar de lo cual y seguro de su visión, impulsado por una fuerza casi fuera de sí mismo, siguió adelante, escribiendo en su diario después del primer Congreso Sionista, que se celebró en Basel: 

“Si tuviese que resumir el Congreso de Basel en una sola palabra séria la siguiente: he hallado en Basel el Estado Judío. Si esto lo dijese hoy me encontraría con la burla por todas partes, pero dentro de cinco años, y sin duda dentro de cincuenta, todo el mundo lo verá.” (147)  E

xactamente 50 años después de haber escrito estas palabras, en 1948, en, un Ben Gurión de pelo cano proclamaría el nacimiento del nuevo Estado de Israel en Tel Aviv.

Pocos años antes de que muriese Herzl había escrito: “Dios quebranta los instrumentos de los que se ha valido para llevar a cabo sus propósitos...ningún Moisés entra jamás en la Tierra Prometida.” (148)

 El Dr. Max Nordau, uno de los primeros dirigentes sionistas, que estuvo presente en el Primer Congreso Sionista de Basel, dijo en el pasillo:

"Parece como si estuviésemos siendo testigos de un milagro que nos afectase a nosotros mismos y a todo cuanto nos rodea. Nos sentimos parte integrante de un cuento de hadas, en el que viésemos a nuestros hermanos, que llevaban ya cientos de años enterrados, convertirse de nuevo en carne y sangre. Deseábamos, al celebrar el gozo de esta reunión, ensayar la triste historia de los cientos de años durante los que habíamos estado muertos en nuestras sepulturas..."(149)

Cuánto nos recuerdan estas palabras la visión que tuvo Ezequiel hace cientos de años, cuando Dios dijo: “He aquí, oh pueblo mío, yo abriré vuestros sepulcros. Os haré subir de vuestros sepulcros y os traeré a la tierra de Israel.” (Ezequiel 37:12)

Josef Frankel concluye su biografía de Theodor Herzl con las siguientes y maravillosas palabras:

Cuando Herzl esperaba aún alcanzar el éxito en El-Arish, tenía el propósito de emigrar allí, pero ningún Moisés ha llegado jamás a la Tierra Prometida. Después de la obstinada negativa, por parte de Egipto, a dar agua del Nilo, Herzl supo que moriría fuera de aquella tierra y mandó construir una bóveda en el cementerio de Doebling, en Viena, donde habría de reposar hasta que el pueblo judío pudiese llevar sus huesos a Palestina. Nombró a un ejecutor de su último testamento, aparte de David Wolfsohn y el Ingeniero Johann Kremenetsky, su amigo londinense Joseph Coven.       

Cuando falleció Zangwill escribió: “No estoy muerto, porque soy inmortal” y envió el siguiente poema al periódico de Herzl, Die Welt:

Theodor Herzl

Adiós, príncipe, adiós, tú que tantas pruebas has soportado,

Tuviste un sueño y has pagado el precio:

Para salvar a una nación es preciso que mueran dirigentes,

ser crucificado tanto por los amigos como por los enemigos.

Sí, lo único que ha muerto es tu cuerpo.

Esta alma noble no es polvo en Juda,

sino fuego que arde en todas las venas y que deberá,

dar nueva forma a nuestras vidas, despertando otra vez el orgullo de Israel.  

De este modo contemplamos al capitán de nuestra lucha

triunfante en ese momento de eclipse.

La muerte solo le ha dado la vida inmortal.

Con su estandarte en alto, la trompeta en sus labios,

y mientras nosotros, llorando, nos rasgamos las vestiduras

“El año que viene” exclamamos, “el año que viene en Jerusalén.”

  Junto a la sepultura, David Wolfsohn, el creador del sionismo moderno, repitió el juramento pronunciado por Herzl durante el Congreso Sionista: “Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que se seque mi mano derecha.”

Y en el Séptimo Congreso Sionista, el primero que se celebró sin Herzl, su sucesor declaró: 

“Pronuncié este juramento en la hora más triste de nuestra tribulación, junto a la tumba de Herzl. Lo pronuncié por todos vosotros, por todos los sionistas. Lo repetiremos, y siempre pensaremos en Jerusalén y no olvidaremos nunca a Sión, pero tampoco nos olvidaremos nunca de Herzl. (150) 

Ze’ev Jabotinsky fue posiblemente uno de los mas destacados sionistas, un orador de una clase extraordinaria. Dominaba varios idiomas, pero podía usar unos 15 idiomas, y advirtió a los judíos de toda Europa y de otras partes del mundo que se fuesen a su tierra poco antes del holocausto.   

 Existía un profundo resentimiento en las comunidades judías en contra de este “predicador” fogoso y su mensaje pidiéndoles que regresasen a Sión, pero había muchos judíos que no estaban preparados para escuchar este mensaje. Pero después del Holocausto, muchos de los que sobrevivieron sabían que Jabotinsky, con sus apasionadas súplicas, había tenido razón y que a la postre, la única patria segura para todos los judíos, sería aquella que les había sido dada por Dios mismo. 

El Coronel Patterson, uno de los primeros sionistas procedente de Irlanda, era un buen amigo de Ze’ev Jabotinsky y le ayudó a organizar una legión judía mientras estuvieron juntos en Egipto. En ocasiones Patterson viajó con Jabotinsky, respaldándole en su visión y su labor con su fe profunda y bíblica. Sorprendentemente, de la misma manera que William Hechler apoyó a Theodor Herzl, Patterson fue un amigo que animó a Ze’ev Jabotinsky. 

En la extensa biografía de Jabotinsky, que escribió Samuel Katz, el orador sionista se destaca como un hombre profundamente arraigado en la familia, cariñoso, generoso,  con una gran mente y un corazón que estaba de parte de su pueblo en general y también de manera individual.  

En el discurso inaugural de la conferencia de la Nueva Organización Sionista, Ze’ev Jabotinsky dijo en el otoño de 1935:

Este asunto (de la relación entre el Estado Judío y el Judaísmo) es muy favorable para el Estado, que para nosotros es idéntico a la Nación; de modo que no se apague la llama perpetua, para que la voz de los profetas se continúe escuchando en la vida de nuestra sociedad, para que se conserve, en medio de la confusión causada por las innumerables influencias que absorben a la juventud de nuestros días y con frecuencia hace que siga el camino equivocado, contaminándola, la influencia que es, sin duda, la más pura de todas, es decir, el espíritu del Señor. (151)   

   Pero hasta a los judíos corrientes, de todos los siglos, se les recordó en sus oraciones la esperanza de regresar un día a Sión. 

Es una experiencia conmovedora que seguir, por medio del libro de oraciones (judío) de la Sinagoga, el ardiente deseo que tiene Israel por Jerusalén y Sión. 

Tan solo en sus oraciones matinales, el judío piadoso implora al Señor por el regreso a Sión, por la reconstrucción del Templo y la tierra prometida, así como por la redención final en diez ocasiones. 

“Haz que podamos volver en paz de los cuatro rincones del mundo a nuestra tierra amada, porque Tu eres el Dios que nos salva...la Roca de Israel, levántate y ayuda a Israel y libera a Judá y a Israel, conforme a tu promesa. ..Haz que resuene el shofar de nuestra liberación y que se eleve el estandarte por la reunión de nuestros exilados y reúnenos Tú de los cuatro rincones del mundo. Bendito eres, oh Señor, que reúnes y liberas a tu pueblo disperso de Israel...Bendito eres, Oh Señor, que consuelas a Sión y reconstruyes Jerusalén...Permite que la acción de David, tu siervo, florezca con rapidez y enfatiza el poder de tu salvación...Restaura el servicio (culto) en el santuario de Tu Casa...” (152)  

 ¿Quién puede permanecer inconmovible ante el ardiente deseo expresado a lo largo de todos los tiempos mediante esta preciosa oración y el deseo, que se repite anualmente y en cada cena de la pascua, por todo el mundo, a lo largo de todas las generaciones judías: ¡“Lashana Haba’a b’Yerushalayim” (el año próximo en Jerusalén), repetido hasta prácticamente el momento en que se encontraban a punto de ser introducidos en las cámaras de gas!? 

Esta es una oración a la que Dios está contestando ante nuestros propios ojos, de acuerdo con su promesa, en el sentido de que “habría un día en el que se favorecería a Sion” y que El traería a su pueblo de su prolongada y amplia dispersión, de todos los países a los que habían sido dispersados, permitiéndoles regresar a su propia tierra.

Es una oración que han venido pronunciando los judíos desde los días de su cautividad en Babilonia hasta la fecha, siempre y cuando se han encontrado en el exilio. Lleva el sello de la aprobación de Dios, que no solo les ha prometido que les volvería a llevar a su tierra, sino que ha santificado ese anhelo haciéndolo parte de su propia Palabra:  

“Junto a los ríos de Babilonia nos sentamos y llorábamos, acordándonos de Sión...¿Cómo cantaremos las canciones de Jehová en tierra de extraños? Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que mi mano derecha olvide su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si no me acuerdo de ti, si no ensalzo a Jerusalén como principal motivo de mi alegría.” (Salmos 137:1, 4-6). 

Las palabras de Peggy Mann acerca de la joven Golda Meir y su esposo describen, de una manera maravillosa, este intenso sentimiento hacia Jerusalén:

Era la primavera de 1924. Se trasladaron a Jerusalén, la ciudad santa en las colinas de Judea...desde los cinco años, cuando Shana le había hablado por primera vez acerca del sionismo, la oración de la Pascua había tenido un profundo significado para Golda (Meir). Ahora se encontraba viviendo en la ciudad que durante siglos había sido la capital de los judíos...Jerusalén. 

Poseía toda la belleza mística que siempre había imaginado, especialmente al ponerse el sol. Con frecuencia, ella y Morris caminaban juntos sobre las calzadas pedregosas que se estrechaban por las angostas colinas de Judea, y contemplaban cómo los edificios de caliza amarilla reflejaban el destello del sol poniente y la ciudad brillaba con un aura dorada. En algunas ocasiones se quedaban hasta que aparecía la luna y los valles se llenaban de profundas sombras y el Pasado parecía dar alcance al Presente. (153) 

Fue este ardiente deseo el que hizo que siguiese latiendo el corazón de Menachem Begin, primero mientras sufría en el campo de concentración de Dachau, después al ser interrogado y torturado durante las largas y dolorosas noches en la fortaleza de Lubianka y más adelante aún, en el campo de concentración soviético de Pechorlag. Begin describe, de una manera realmente conmovedora, cómo en ese espantoso infierno de sufrimiento y de miseria, conoció a otro prisionero llamado Garin, un hombre que había caído en desgracia a pesar de ser comunista y de haber sido con anterioridad editor asistente del periódico Pravda:

En ese ambiente de peste y de oscuridad, de sufrimiento y malos tratos, de amenazas y de horror, la crisis del editor asistente del Pravda, que había caído desde las alturas de gobierno al ámbito del Urki, en la bodega de un barco de esclavos hambrientos, enfermos, humillados y desgraciados, llegó a su punto culminante. Garin sufría aún las consecuencias de las noches sometido a interrogación en Tomsk, de los golpes del experto en acabar con los casos más obstinados, de los intentos por quitarse su propia vida. Su sufrimiento se había visto aumentado cuando le echaron del hospital, a pesar de que tenía fiebre y de que tenía un corazón defectuoso. Y sufría aún más cada vez que escuchaba la palabra “zhid” pronunciada bajo el cielo soviético, de manera abierta, insolente, con tono de burla, desprecio y odio; sin castigo y sin miedo a él. Este hombre torturado, para el que todo el mundo de sus sueños y sus esfuerzos se había derrumbado bajo los duros golpes de la realidad, no podía ya soportar una nueva prueba, la prueba de Etap. 

Un día Garin, que estaba a cierta distancia de los prisioneros judíos, me preguntó si se podía tumbar cerca de mi. Mi vecino se corrió un poco y le hizo espacio. Se tumbó junto a mi...Un día, puede que fuese de noche, la voz de Garin me sacó de mi estado de semiadormecimiento, en el que estabamos siempre por causa de la oscuridad, el hambre, la debilidad y la espantosa peste.

“¡Menachem! ¡Menachem!” me dijo en voz baja.

Era la primera vez que se había dirigido a mi de un modo más personal, sin añadir mi patronímico. “¿Te acuerdas de la canción ‘Loshuv’?” me dijo hablándome por primera vez en yiddish.

“¿Qué canción?” le pregunté, también en yiddish. El había dicho “Loshuv” y al principio no le había entendido, tal vez por su manera de pronunciarlo o posiblemente porque estaba aún medio dormido. 

“¿Cómo es que no la sabes?” me preguntó un tanto enfadado. “Es la canción que cantan los sionistas, la canción que acostumbraban cantar en Odessa cuando yo era niño. Lo-shuv, Lo-shuv, ¿no te sabes la canción?

“Ah, te refieres a Hatikvah” le dije, usando su pronunciación. 

“Tal vez sea Hatikvah, pero lo que yo recuerdo es la palabra Lo-shuv.”

“Sí, es Hatikvah. Te refieres a la canción ‘Lashuv Le’Eretz Avotenu’ (la tierra de la esperanza de regresar a la tierra de sus padres). Claro que la recuerdo”... y junto con Marmelstein empecé a cantar Hatikvah. Otros tres judíos, que estaban tumbados a nuestro lado, se unieron a nosotros. Cantamos con la pronunciación de los Ashkenazi, la versión en uso den los países de la dispersión. Garin escuchaba las palabras en silencio: “Regresar a la tierra, a la tierra de nuestros antepasados...”

El Urki se despertó. 

“He vosotros, los judíos, ¿qué estáis cantando ahí?”

“Están orando, están orando pidiéndole ayuda a su Dios.” 

El urki se rió con inquietud.

Continuamos cantando: “Escuchad mis hermanos, en las tierras donde vago...para regresar a la tierra, a la tierra de mis padres...”

Los Ukri tenían razón, era una oración, no una canción.

Me sentía como si estuviese pronunciando una oración de confesión con un judío que, como un niño secuestrado, ha pastado en campos extraños y, al borde de la muerte, regresa después de haber pasado por muchas tribulaciones a la tierra de su pueblo y de su fe. La verdad es que la vida crea situaciones que son más fantásticas que la ficción. Estamos aquí tumbados, en el valle de la sombra de muerte, entre Ukri, medio hombres, medio bestias. Y con nosotros está tumbado Garin, anterior editor asistente del Pravda, un comunista desde su primera juventud, alejado de su gente, enemigo de Sión, perseguidor de sionistas. ¿Cuándo escuchó por última vez  los acordes de Hatikvah en Odessa? ¿Cuándo fue la última vez que se mofó del Lo-shuv? ¿Qué hizo para dar al traste con “la esperanza de regresar”? ¡Qué sería lo que no haría, lo que no estuvo dispuesto a hacer, para que la otra “esperanza” se hiciese realidad! Habían pasado ya cerca de veinticinco años desde que el sueño de su vida se había convertido en realidad, desde el triunfo de la Revolución, por la cual sufrió, por la que estuvo dispuesto a dar su vida, por la cual trabajó asiduamente y luchó. Veinticinco años...y esa era la recompensa de la Revolución a uno que le había sido leal, a uno de sus luchadores, sus dirigentes: traidor, enemigo de la humanidad, espía, la cárcel de Tomsk, el haber sido expulsado del hospital, “zhid”, cargando hierros, “zhid”, Etap, “zhid”, patadas, ladrones, Ukri, amenazas, súplicas a los ladrones, juegos de cartas, juegos de canallas, parásitos, sabandijas, asustado, atemorizado “zhid”! Y cuando llega el momento, después de un sinfín de pruebas y tribulaciones, ¿qué se recuerda a sí mismo el editor asistente del Pravda, el Secretario General del Partido Comunista Ucraniano? Se acuerda de Loshuv. “Regresar a la tierra de nuestros padres” ese es su consuelo.       

Y posiblemente, por primera vez desde que comenzó a fluir desde el norte, el Pechora escuchó la oración de confesión y de acción de gracias: “Y desde lo más hondo de nuestro corazón clamamos al Señor: ‘Lashuv Le’Eretz Avotenu (permítenos regresar a la tierra de nuestros padres).’ (154)

La familia de Chaim Weizmann, viviendo con el trasfondo de los pogromos y los disturbios contra los judíos, se introdujo en el movimiento “Amantes de Sión”, que creía que el mejor país al que podían regresar los judíos era a la Tierra de Promisión. 

Chaim tenía por costumbre regresar a casa para la Pascua, permaneciendo en ella durante parte del verano y ese año, se unieron a él su hermana Miriam y su familia, siendo un total de dieciséis personas sentadas a la mesa para celebrar la fiesta. Como siempre, Ozer dirigió la reunión de la Pascua, realzada por canciones, cuentos morales y de humor, para hacer el Seder, pero nunca sin una nota de dolor. Cuando el viejo criado de la familia trajo las hierbas amargas, una ocasión para celebrar, estaban comiendo el pan de la aflicción; cuando partieron el matzo, el pan sin levadura (y sin duda, observados con profundo desagrado por el criado, porque ¿no había él, que era gentil, escuchado que estaba hecho con la sangre de un niño cristiano?) fue el mana de la esperanza, que les inspiraba a cantar “el próximo año en Jerusalén!”

Millones de judíos por todas partes cantaban la oración como un rito mecánico, pero no era así en casa de los Weitzmann. Tal vez no fuese literalmente al año próximo, pero el más joven de ellos sabía que iba a cambiar su odiada Rusia y sus opresiones por su auténtico hogar, como El había prometido. Y mientras se relajaban a la mesa, intercambiaron noticias acerca de sus familiares que ya se habían establecido en Palestina. Entonces fueron pasando el periódico de uno a otro: Hashiloach, que procedía de Odessa y que editaba Ahad Ha’am y Hatzefira, publicado en Varsovia por un periodista hebreo, llamado Nahum Sokolow, y luego el periódico en ruso Voskhod. La familia leía los periódicos buscando las noticias de los pogromos en una provincia lejana, y por sus relatos acerca de las colonias, y no aparecía nunca un ejemplar sin que en él se encontrase un espacio generoso para un discurso pronunciado por Ussishkin y un relato de las cantidades de dinero del mes, enviado por los amantes de Sion. Si Kharkov o Minsk habían sufrido un invierno especialmente duro no lo hubieran sabido. Los periódicos les contaban acerca de lugares en Tierra Santa, con los que estaban más familiarizados y si en Jaffa había llovido lo suficiente, ya que la pérdida de la cosecha en Palestina se sentía como una pérdida personal. (155)         

    La Biblia profetizaba que Dios restauraría una lengua pura para su pueblo, como uno de los mismos milagros de su restauración (ver Sofonías 3:9). 

Un día, mi padre y yo conocimos a una de las hijas del gran Eliezer Ben Yehuda, el padre del idioma hebreo actual. 

Nos dijo que su padre se había sentido inspirado, como si hubiese escuchado una voz de los cielos en lo más hondo de su alma, diciéndole que debía restaurar el antiguo lenguaje hebreo para su pueblo. Aunque su estado de salud había sido frágil, padecía tuberculosis, se dispuso a hacerlo, con una increíble perseverancia y paciencia, para llevar a cabo una tarea enorme a la que dedicaría toda su vida y lo consiguió, por la gracia de Dios.  

Como Eliezer Ben Yehuda no era ni un judío ortodoxo ni religioso, su familia no otorgó demasiado significado religioso a la labor y la misión que se había propuesto realizar para su pueblo. Sin embargo, hacia la última parte de su vida, Eliezer reveló sin la menor vergüenza las motivaciones y las fuentes mas profundas de su vida. De ello da testimonio Robert St. John en la biografía que escribió acerca de este gigante del sionismo: 

Se encerró en su estudio y se pasó el tiempo trabajando sobre el diccionario y el manuscrito de los clásicos hebreos. Escribió ocasionalmente algún artículo para el periódico de su hijo que, en ese momento, mencionaba la línea de la fecha, de dos maneras: tantos  años desde la destrucción del Templo y tantos años desde que se pronunció la Declaración Balfour...El talit que Ben Yehuda había llevado durante sus primeros días en Jerusalén, cuando estaba intentando conseguir el apoyo del grupo ortodoxo, ahora lo llevaba sencillamente porque deseaba llevarlo puesto.  

La nueva actitud que adoptó con respecto a su antigua religión dejó perplejas a muchas personas. Algunas pensaron que se trataba sencillamente de una pose, un nuevo truco y otras que dudaron de su sinceridad.

Pero un día uno de los amigos de Ben Yehuda le tapó la boca a uno de los que dudaban de su sinceridad, de un modo un tanto clamoroso, diciendo:

“Yo estaba en la Sinagoga Hurva el día en que se pronunció oficialmente el fin del Tercer Exilio. Ben Yehuda también estaba allí y yo estaba lo suficientemente cerca de él como para ver las lágrimas que caían por su rostro y ví la mirada en sus ojos.

Supe entonces lo que siempre había sospechado, que en el fondo de todo Ben Yehuda tenía un alma profundamente religiosa. Ha luchado contra la superstición, la intolerancia y el fanatismo, pero eso no quiere decir que no sea un hombre bueno y humilde.

En los últimos días de su vida Eliezer Ben Yehuda comenzó a experimentar una serenidad interna, que pudieron observar todos los que le rodeaban. (156)

 He citado completos varios de los asombrosos pasajes de la historia de algunos de los más destacados dirigentes sionistas con el propósito de mostrar de qué sufrimiento y dolor, pero también con frecuencia de que profunda fe y oración, surgió el actual movimiento sionista. Lo he hecho a drede porque hay personas de diversos trasfondos políticos y religiosos que han difamado, y continúan, con frecuencia difamando este precioso movimiento, basado en la Biblia, como si fuese un movimiento siniestro, creado por los hombres, como una conspiración o movimiento político que no hay manera de que tenga nada que ver con Dios, pero nada hay más lejos de la verdad. 

 Quiero concluir este capítulo con una oración que han venido haciendo los judíos en las sinagogas durante las tres principales fiestas judías: la de la Pascua, la de las Semanas y la de los Tabernáculos. Es una oración que ha sido pronunciada por millones de judíos durante todos los años de su dispersión:   

Hemos sido exiliados de nuestra tierra y vistos obligados a encontrarnos lejos de nuestra patria por causa de nuestros pecados, por lo que no podemos ir y postrarnos ante Ti...debido a la violenta mano que ha caído sobre tu santuario...Revela tu esplendor y tu majestad ante la vista de todos los vivientes. Acerca a nuestros dispersos de los extremos de la tierra, llévanos a Sión, Tu ciudad, con júbilo y a Jerusalén, el lugar de Tu morada, con gozo eterno.

Y han orado en el Sabbath:


"Porque confiamos en tu Santo Nombre, grande y sublime, nos gozamos en tu salvación. Haz que podamos regresar en paz de los cuatro rincones del globo a nuestra propia tierra, porque Tu eres el Dios que nos salva...En tu inagotable benevolencia, sustenta y recoge a nuestros dispersos en tu lugar santo, para que puedan guardar tus mandamientos y servirte con un corazón puro...Oh Señor, Padre nuestro y Padre de nuestros antepasados, sea tu voluntad que el Templo sea reconstruido rápidamente en nuestros días, para que te podamos servir de acuerdo a Tu voluntad...Haz que nos regocijemos, Señor Dios nuestro, y mediante la restauración del Reino de David, Tu escogido. Que tu Reino restaure prestamente el gozo en nuestros corazones y no permitas que ningún extraño ocupe el trono de David y que empañe su gloria...


    En respuesta a estas oraciones, sufrimientos y agonía de su propio pueblo, Dios responde de una manera que es a la vez asombrosa y tierna:


“El cielo es mi trono y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Dónde está esa casa que me edificaréis? ¿Dónde está ese lugar para mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas; es así como todas estas cosas llegaron a existir, dice Jehová. Pero a éste miraré con aprobación: el que es humilde y contrito de espíritu y que tiembla ante mi palabra...¿Quién ha oído cosa semejante? ¿Quién ha visto tales cosas? ¿Podrá nacer un país en un solo día? ¿Nacerá una nación en un instante? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz sus hijos. Yo que abro la matriz, ¿no haré dar a luz? ha dicho Jehová. Yo que hago nacer, ¿la habré de cerrar? ha dicho tu Dios. Alegraos con Jerusalén y gozaos con ella, todos los que la amáis. Regocijaos todos los que estáis de duelo por ella, para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que chupéis y os deleitéis a seno lleno.” (Isa. 66:1-2, 8-11).

   

    Después de casi 2.000 largos años de esperar, de sufrir, de humillación, de masacres, de una agonía indescriptible, pero también de esperanza y de oraciones, por fin ha sucedido. 


    Los judíos han regresado de los cuatro rincones del mundo, del norte, de Europa y del sur, de Egipto, Yemen, Marruecos, del oeste y del este, regresando a la tierra que les ha estado esperando durante todos estos siglos. Ha llegado por fin el día que había anunciado el salmista: “Levántate, ten misericordia de Sión, porque ha llegado el tiempo de tener compasión de ella.” (Salmos 102:13).


    Nacería una nación en un solo día, y después de 2.000 años, llenos de sufrimientos, por fin ha sucedido. Israel nació de nuevo el 14 de Mayo de 1948. 


Claude Duvenoy escribe:


    El 15 de Mayo era un Sábado, el Sabbath. Fue simbólico que ese día fuese precisamente un día de reposo, porque Israel podía por fin descansar de su prolongado martirio, que había durado veinte siglos, y Dios fue alabado en todas las sinagogas. En Roma los judíos cantaron y lloraron de alegría bajo el arco de Tito, que conmemora la derrota de los ejércitos judíos y la destrucción de Jerusalén en el año 70. David Ben-Gurion, el Josué resucitado, proclamó en la Declaración de la Independencia: 


“...El Estado de Israel abrirá sus puertas a los inmigrantes judíos de todos los países del exilio; se dedicará al desarrollo del país para beneficio de todos sus habitantes; se basa en el principio de la libertad, la justicia y la paz proclamada por los profetas de Israel...Depositamos nuestra confianza en la Roca de Israel.” (157)        

 



Capítulo 11


Por qué se odia a Israel


    Sí, fue establecido el Estado, pero en el momento en que sucedió, como pasó con el Cristo recién nacido en Belén, las fuerzas del mal quisieron atacar y estrangular a Israel. Siete ejércitos árabes, de Egipto, Jordania, Siria, Irak, Líbano, Arabia Saudí y las fuerzas del Mufti de Jerusalén, la invadieron y la atacaron cuando apenas si había acabado de bailar y regocijarse en las calles de Jerusalén y de otras ciudades y pueblos por toda la nación.  


    En cierto modo, siempre ha sido así en la historia de Israel. En el Salmo 83 encontramos las siguientes palabras:


“Oh Dios, no guardes silencio. No calles, oh Dios, ni permanezcas inmóvil. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen han levantado la cabeza. Contra tu pueblo han consultado astutamente; han entrado en consejo contra tus protegidos.” Salmos 83:1-3.


    Satanás ha odiado siempre a Israel. Antes de que se produjese el Exodo de Egipto, puso el corazón del faraón en contra de ellos. Antes del éxodo de Media y de Persia, utilizó los celos que tenía Amán de Mardoqueo para urdir un complot para asesinarlos a todos. Más adelante, tuvo a Hitler de su parte para evitar el tercer retorno del pueblo judío y para masacrarlos mientras estaban aún en Europa. Siempre había sido de ese modo, y ahora que los judíos habían regresado y por fin tenían su Estado, después de dos largos milenios, fue nuevamente suscitada su ira. 


    A fin de poder entender ese odio que sienten los árabes contra el pueblo de Dios, es decir, contra los judíos y el retorno a su patria y el posterior establecimiento de su Estado, es preciso que examinemos los orígenes de ese odio.

   

    Joan Peters ha escrito un libro excelente sobre el tema, después de realizar un estudio a fondo, titulado From Time Immemorial (desde tiempo inmemorial) (158), que está ampliamente aceptado como la obra definitiva sobre el tema. Posiblemente sea uno de los libros que los enemigos de Israel más odian y temen. Citaré extensamente de él.  


    De la misma manera que había una ideología concreta detrás del odio y de las atrocidades cometidas por Hitler y los nazis, existe tras el odio y las guerras declaradas por los árabes en contra del pueblo judío y el pueblo de Israel. No se trata sencillamente de que sea “su tierra” la que están tomando, sino que tiene unos orígenes más profundos, uno de los cuales es la influencia y la ideología del Islam. 


    Nadie que haga caso omiso o que no haya realizado un estudio del aspecto islámico del conflicto podrá entender las verdaderas razones del amargo odio y de la continua batalla en contra de Israel. Permítanme, por lo tanto, comenzar con algunos extractos del recientemente publicado Covenant of the Islamic Resistance Movement (Pacto del Movimiento Islámico de Resistencia) (Hamas).  


El Movimiento Islámico de Resistencia es uno de los eslabones de la cadena de la lucha contra los invasores sionistas...se extiende y se forma un todo con otra cadena, que incluye la lucha de la hermandad palestina y musulmana...El Movimiento de Resistencia Islámica aspira a convertir en realidad las promesas hechas por Allah, por mucho tiempo que les lleve eso. El profeta, que Allah le bendiga y le conceda la salvación, ha dicho: “No llegará el día del juicio hasta que los musulmanes luchemos en contra de los judíos” (matándoles).


El Movimiento de Islámico de Resistencia está convencido de que la tierra de Palestina es un Waqf  islámico consagrado para las futuras generaciones islámicas hasta el día del juicio. 


No existe solución alguna para el tema palestino mas que por medio de la Jidah. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales no son más que una pérdida de tiempo y vanos esfuerzos.          


Artículo 14: el tema de la liberación de Palestina está unido mediante tres círculos:


1. El círculo palestino

2. El círculo árabe y

3. El círculo islámico.


Cada uno de estos círculos tiene un papel que desempeñar en la lucha en contra del sionismo. (159)


    Este último punto es crítico si hemos de entender los principales factores inherentes en el conflicto de Oriente Medio. Los tres círculos son musulmanes y, sin embargo, aunque en cierto sentido están separados, funcionan bajo la influencia del Islam, están unidos en su propósito de alcanzar esa meta universalmente declarada como musulmana, de que Palestina sea un país que revierta al gobierno y se coloque bajo la soberanía islámica. Ese es, en resumen, el quid de todo el conflicto de Oriente Medio. Para que veamos que ese es, realmente, el caso, lo documentaremos de diversas maneras:   


    En la actualidad, la mayoría de los relativamente mal informados periodistas y políticos en Occidente creen equivocadamente que siempre y cuando Israel se retire de los “territorios ocupados”, es decir, Gaza, Judea y Samaria (la “orilla occidental”) y los Altos del Golan, será posible conseguir la paz en Oriente Medio.


    El motivo por el que lo creen ésto es por su falsa percepción de que el conflicto se debe básicamente a la tierra, mas que a la realidad de que lo que se pretende conseguir realmente es eliminar a Israel del mapa de Oriente Medio. Esto se puede comprender fácilmente con examinar más de cerca la historia de la región.   


    ¡Durante la guerra de los seis días, el presidente egipcio Abdel Gamal Abder Nasser no mandaba a su ejército y a sus soldados que liberasen a Gaza y a la “Orilla Occidental”, porque esas tierras estaban ya en manos árabes, en las de Egipto y de Jordania.


    No, Nasser estaba mandando a sus tropas que matasen a los judíos, a que destruyesen Israel. La batalla no tuvo lugar por la “Orilla Occidental”, sino con el propósito de destruir el Estado de Israel en el nombre de Allah y del Islam.    


    Después de todo, la OLP se formó en 1964, tres años antes de que la “Orilla Occidental” se hallase bajo la soberanía israelí en la defensa propia de los seis días. Lo que ésto significa es que más que para liberar la “Orilla Occidental”, que estaba ya bajo el control de los árabes, la OLP se formó para “liberar” a toda Palestina de la soberanía judía, que es lo que significa su nombre. 


    Si hubiera sido sencillamente cuestión de dividir la tierra entre dos pueblos: los judíos y los árabes palestinos, entonces los árabes tuvieron oportunidad más que de sobra durante 1947, cuando la resolución de las Naciones Unidas sugirió exactamente eso, la partición de la tierra en estados para los árabes y los judíos, pero fueron los árabes y no los judíos, los que se negaron a aceptar el plan de partición porque lo querían todo: Tel Aviv, Jaffa, Haiffa, ¡todo para ellos!


    Pero los musulmanes y los árabes “venden” el conflicto de Oriente Medio a un mundo crédulo como si los judíos ocupasen las tierras árabes, cuando sucede  justamente lo contrario. Fueron los árabes los que le declararon la guerra a Israel en 1948  porque querían quedarse también con la tierra que había sido reservada (mediante la partición) por las Naciones Unidas para los judíos y ese es el motivo por el que ha venido habiendo guerra en Oriente Medio durante casi 50 años. 


    Hay otra cosa que tenemos que tener en cuenta. La tierra original del Mandato Palestino, reservada por la Liga de Naciones y la Declaración Balfour, para que los judíos se estableciesen en ella como su patria, incluía tanto la orilla este como la oeste del Río Jordan, que estaba compuesta por el este y el oeste de Palestina. 


    Sin embargo, a pesar de que toda la tierra, tanto el este como el oeste de Palestina, había estado destinada a convertirse en colonizaciones judías y patria de los judíos, los británicos, presionados por los árabes, arrancaron el 75 por ciento del sector para aplacar al rey hasemita, Faisal. Por tanto:


...la “tierra nativa” de las “Palestinas” árabe y judía, obtuvieron la independencia en ese mismo período de dos años. Transjordania en 1946 (entregada a Abdullah) e Israel en 1948.” (160)


    Pero ni siquiera les bastó con eso a los árabes, tenían que destruir Israel por completo. ¡Olvidemos el hecho de que el territorio conjunto ocupado por los descendientes de Ismael es 614 veces mas grande que lo que le quedaba a Israel, 614 veces! Eso es dos veces el tamaño de los Estados Unidos. 


    El Pacto de la OLP, que prácticamente ordena este mismo propósito, la destrucción del Estado de Israel, disfruta a la postre del apoyo de todos los estados árabes musulmanes que, por decisión unánime, hicieron a la OLP la legítima representación del pueblo palestino. No existe constancia de que ni uno solo de los estados árabes haya solicitado que se anule oficialmente o se modifiquen los artículos de la carta constitucional de la OLP que directamente requieren la destrucción del estado soberano de Israel. ¿Por qué no? Porque, de hecho, ninguna de las naciones árabes   tienen nada que objetar a estos párrafos.    


    Como dice el anteriormente mencionado Pacto del Movimiento de Resistencia Islámica, existen tres movimientos o círculos, todos ellos cooperando por alcanzar la misma meta, es decir, eliminar a Israel. El círculo palestino, el círculo árabe y el círculo musulmán no tienen básicamente disputa alguna en lo que se refiere a su propósito final, el desarraigar de su medio islámico ese tumor cancerígeno que es Israel. 


    Por eso fue por lo que la OLP apoyó y cooperó tanto con el Ayatollah Khomeini, que a pesar de no ser árabe, era un hombre en el que podían confiar como un musulmán fanático dispuesto a luchar contra los judíos. Khomeini obtuvo mucha ayuda de Arafat que, al besar y abrazar al ayatollah después de la revolución que había tenido tanto éxito, le dijo: “¡Este abrazo es por la liberación de Jerusalén y de Palestina!”  


    Recordemos claramente que ninguna de las naciones árabes, ni los estados islámicos más distantes, ha exigido nunca a Arafat o a la OLP que cambiase la carta constitucional de la organización. ¿Por qué? Una vez más, sencillamente porque en los corazones de millones de musulmanes está el deseo ardiente de destruir el estado judío, ya sean árabes, iraníes, musulmanes hindúes o malayos, no haz diferencia alguna. Pregúntenselo y le responderán que: la destrucción de Israel es la voluntad de Allah. 


    Eso fue lo que dijo uno de los primeros dirigentes árabes palestinos musulmanes, el Gran Mufti de Jerusalén, Haj Amin al Husseini, cuando estuvo de huésped, juntamente con Hitler, en la Radio de Berlín en 1942: “matad a los judíos, matadlos con vuestras manos, con vuestros dientes, porque esto agrada a Allah.”


    Curiosamente, Arafat es un familiar de Haj Amin al Husseini, como también lo es Faisal Husseini, uno de los principales portavoces actuales de la delegación palestina en las “Charlas para la Paz en Oriente Medio.”


    Arafat nació en 1929 y su nombre completo, tal y como lo registró su padre Abdul en el ministerio interior del Cairo, es Rahman Abdul Rauf Arafat Al-Qudwa Al-Husseini. Arafat era el nombre de un monte sagrado cerca de la Meca en el cual Mahoma, según la fe islámica, fue transformado en el último mensajero de Allah. 


    Durante sus primeros años Arafat estuvo sometido a la profunda influencia y las enseñanzas de su maestro musulmán, Yusuf al-Akbar, con el que pasó muchas horas. Para cuando Rahman tenía ocho años, pasaba más tiempo en compañía de al-Akbar que con su familia. Este le lavó el cerebro a Arafat, convenciéndole de que tenía un papel muy especial que representar. De este modo, el efecto islámico sobre el joven Arafat fue la primera y más importante influencia en toda su vida. Esto explica por qué el jefe de la OLP siempre se ha podido relacionar bien con los dirigentes musulmanes más fanáticos, incluso durante períodos de distanciamiento y rivalidad, como sucedió en su relación con el lider libio Muammar Qaddafi. 


    De manera que nos enfrentamos una vez más con la influencia predominante del Islam en la lucha árabe palestina de nuestros días contra Israel. ¿Cuáles fueron los orígenes del Islam? ¿Por qué ha causado semejante destrucción dondequiera que se ha extendido?


    Fue en la Noche de Poder, según se la denomina, durante el mes de la Abstinencia, cuando el ángel Gabriel se le apareció por primera vez a Mahoma. Macbride dice en “Mohammedan Religion Explained” (La explicación de la religión mahometana):


Después de que se le apareciese...se dice que hubo una intermisión de dos años, durante la cual (Mahoma) sufrió alucinaciones y pensó en varias ocasiones en quitarse la vida. Sus amigos se sintieron alarmados y llamaron a exorcistas y él mismo dudaba de su sanidad mental. En una ocasión le dijo a su esposa: “Oigo un sonido y veo una luz. Me temo que hay gins (espíritus) en mi interior” y en otra ocasión dijo: “me temo que soy un Khadijah”, es decir, un adivino poseído por Satanás. “Dios” respondió Khadijah, “nunca lo permitirá porque tu cumples tus compromisos y ayudas a tus familiares” y, según algunos, añadió: “serás el profeta de tu nación.” Estos sonidos, como si fuesen producidos por un reloj o una campana, cuentan entre los síntomas de la epilepsia. Encontrándose en ese  mórbido estado de sentimientos se dice que escuchó una voz, y al levantar la cabeza, contempló a Gabriel, que le aseguró que era un profeta de Dios. Asustado, regresó a su casa y pidió protección. Tuvo un ataque y le echaron agua fría y cuando recuperó el conocimiento oyó las siguientes palabras: “oh tú, el protegido, levántate, predica y ensalza al Señor” y a partir de entonces se nos dice que recibió revelaciones sin interrupción. Antes de esta supuesta revelación había recibido tratamiento médico por causa del mal de ojo y cuando descendió sobre él el Corán por primera vez se desmayó en varias ocasiones y, tras violentos temblores, se le cerraron los ojos y le salía espuma por la boca. Khadijah se ofreció a llevarle a uno que podría librarle del espíritu maligno, pero él se lo prohibió. (161)  


    Si esto no deja claro los extraños orígenes del Islam, tal vez debiéramos examinar los frutos y las consecuencias que acompañaron a la difusión de la religión. Dondequiera que llegaba el Islam lo hacía subyugando a las personas mediante la espada y cometiendo horribles masacres, todo en el nombre de Allah. 


    Esto ha sido documentado por Bat Ye’or en sus dos libros, The Dhimmi: Jews and Christians under Islam (Los Dhimmi: los judíos y los cristianos bajo el Islam) (162) y en francés Les Chrétienté d’Orient Entre Jihad et Dhimmitude (163) que relata la terrible destrucción de las comunidades cristianas por todo Oriente Medio como resultado de la difusión del Islam. 


Al volverse los musulmanes cada vez más poderosos, la Guerra Santa se extendió más allá de Arabia. Siendo inicialmente una lucha por los  saqueos, la jihad  se convirtió en una guerra de conquista sujeta a un código de legislación, siendo su propósito principal  la conversión de los infieles. Se permitían las treguas, pero nunca una paz duradera. Normalmente los politeístas tenían que escoger entre la muerte o la conversión; la vida, la libertad de reunión y la inviolabilidad de sus pertenencias era, bajo ciertas condiciones, concedida a los judíos, a los cristianos y zoroastras y, posteriormente, por fuerza, a los hindúes.  


La jihad es una concepción global que divide a los pueblos de la tierra en dos campos irreconciliables: el de dar al-Harb o “Territorio de Guerra”, que cubre las regiones controladas por los infieles y dar al-Islam, “el Territorio del Islam”, la patria musulmana donde reina la ley islámica. La jihad es el estado de guerra normal y permanente entre los musulmanes y el dar al-Harb, una guerra que solo puede terminar con el dominio final sobre los infieles y la absoluta supremacía del Islam en todo el mundo. En el siglo catorce, un jurista llamado Ibn Taymiyya justificó este estado permanente de guerra afirmando que la posesión de las tierras por parte de los infieles era ilegítima y que, por ello, era preciso que la tierra revirtiese, por Derecho Divino, a los seguidores de la auténtica religión. De ese modo, la jihad se convertía en el medio por el cual los musulmanes recuperaban lo que les había sido usurpado en la tierra por los infieles. En este sentido, es una guerra santa y legítima porque restablece a los musulmanes las tierras y posesiones que debieran ser parte de dar al-Islam, pero que retiene ilegalmente dar al-Harb. Por ese motivo, cualquier acto de guerra en dar al-Harb, que no tiene derecho legal a existir, puede ser considerado como justo y legítimo y está, por lo tanto, exento de ninguna desaprobación moral...  

Los juristas musulmanes establecieron los derechos de conquista sobre la base del tratamiento dado por Mahoma a los judíos de Arabia. Este trato se convirtió en un ejemplo, que sirve de norma universal que se debe aplicar a todos los judíos, cristianos, zoroastras y cualquier otra creencia derrotada en la jihad. De la misma manera que Mahoma había perdonado la vida a los judíos de Khaybar, que reconocieron su protectorado (soberanía), los conquistadores árabes concluyeron tratados de “tolerancia” con otros pueblos que, enfrentados con la jihad, se sometieron a su dominio. La condición dhimmi, que es una consecuencia directa de la jihad está relacionada con este mismo contrato. Hace que cese los derechos iniciales del conquistador sobre los seguidores de las religiones reveladas bajo pago de un tributo, tal y como el que habían acordado pagar los judíos al profeta en Khaynar. (164).


El término “islamización” se refiere a un complejo proceso político, económico, cultural, religioso y étnico mediante el cual las poblaciones islamizadas de antecedentes árabes o turcos dominaban al pueblo, a las civilizaciones  y a las religiones locales de los países que habían invadido. En este proceso nos encontramos con dos factores diferentes: la fusión, es decir, la absorción de las civilizaciones locales por parte de los invasores, la conversión de las gentes de la tierra al Islam y los conflictos, es decir, las masacres, esclavitud, deportaciones y destrucción sistemática de las civilizaciones locales en sus formas o expresiones culturales y religiosas. Esta evolución no elimina la coexistencia simultánea de situaciones de conflicto y de fusión.   Este proceso se ha utilizado en países como Armenia, Persia, Siria, Palestina, Egipto, el norte de Africa, Chipre, Creta, España, Francia e Italia. (165)


Joan Peters escribe:


...el plan original del profeta Mahoma había sido el de inducir a los judíos a adoptar el Islam; cuando Mahoma comenzó su gobierno de Medina en el año 622 A.D. se encontró con pocos que le apoyasen, por lo que adoptó algunas prácticas judías, incluyendo la oración diaria de cara a Jerusalén y el ayuno durante el Yom Kippur, con la esperanza de ganarse a los judíos. Pero la comunidad judía rechazó la religión del profeta Mahoma, prefiriendo seguir sus propias creencias, después de lo cual Mahoma sustituyó Meca por Jerusalén y abandonó muchas de las prácticas judías. 


Tres años después comenzó la hostilidad árabe en contra de los judíos, cuando el ejército de Meca exterminó a la tribu judía de Quraiza. Como resultado del resentimiento que sintió el profeta Mahoma, el mismo Corán contiene muchas de sus hostiles denuncias a los judíos y los amargos ataques a las tradiciones judías, que sin duda han coloreado las creencias musulmanas religiosas hasta la fecha. (166) 


Yaser Arafat afirmó en 1970: 


La liberación de Palestina y el acabar con la penetración  sionista, política, económica, militar y propagandística, en los estados musulmanes, es una de las obligaciones del mundo musulmán. Debemos luchar una guerra santa (jihad) en contra del enemigo sionista, que ambiciona no solo Palestina, sino toda la región árabe. (167)


    Para aquellos que no ven la relevancia de la Biblia en relación con el Sionismo y con Israel, puede ser interesante saber que al menos los enemigos de Israel se lo toman en serio:


En Julio de 1982 la UNESCO aprobó una resolución exigiendo que se escribiese de nuevo la historia relatada en la Biblia (judía), para que se eliminase de ella a los judíos. (168)


    Esto sucedió después de que Yasser Arafat hiciese una visita en Octubre de 1980, dirigiéndose a la conferencia de la UNESCO en Belgrado en el que hizo un crítico ataque al sionismo.


    Hasta en el año 1981, los países musulmanes, reunidos en la celebración de la conferencia Cumbre Islámica en Taib, Arabia Saudi, accedieron al deseo de Arafat cuando afirmaron en su quinta resolución:


Los países islámicos dejaron claro en su resolución que la palabra jihad  se usa en el sentido islámico, que no es susceptible de interpretación o malentendido, y que las medidas prácticas para su implementación se adoptarán de conformidad con y en constante consulta entre los países islámicos. (169)


    Por lo tanto, vemos por lo anteriormente expuesto, que el factor islámico en el conflicto de Oriente Medio, a pesar de que algunos políticos lo pasan por alto, ha sido uno de los más poderosos y peligrosos de todos. Esto fue lo que el presidente Herzog de Israel intentó transmitir a los europeos cuando se dirigió a los parlamentarios en Estrasburgo en 1992: 


Es la propagación del fundamentalismo islámico lo que amenaza los regímenes en la mayor parte de Oriente Medio en la actualidad, lo que promueve las insurrecciones...en muchos países de nuestra región y se está extendiendo rápidamente por todo el mundo. 


    Concentrándonos en la creciente preocupación causada por los intentos realizados por los estados islámicos, en lo que se refiere a la adquisición de  armas nucleares, químicas y biológicas, el Presidente Herzog advirtió que cuando se une a los fundamentalistas islámicos extremistas con el terror de las armas de destrucción masiva, “es inevitable encontrarse con la fórmula de la catástrofe.”      


    En su libro acerca del Islam, mi amigo árabe, el Dr. Anis Shorrosh escribe lo siguiente:


En la Batalla de Tours, Francia, que tuvo lugar en 732 AD, se detuvo allí mismo a los musulmanes, que avanzaban con sus ejércitos con el propósito de conquistar al mundo, pero ahora se está intensificando el clamor, como escuchamos en Inglaterra en el verano de 1985: “Si nos podemos apoderar de Londres para que pertenezca al Islam, podemos apoderarnos del mundo entero.” Su esfuerzo es militante y está representado por hombres como el Ayatollah Khomeini en Iran, los regímenes militares como el del Coronel Qaddafi de Libia y la trágica guerra civil del Líbano. (170) 


    El alto comisionado británico y jefe supremo de Palestina, J.R. Chancellor escribió el 1 de Septiembre de 1929:


Me he enterado con horror de los atroces actos cometidos por grupos de malhechores despiadados y sedientos de sangre, de los asesinatos de los indefensos miembros de la población judía, sin tener en cuenta ni su edad ni su sexo, actos de un salvajismo indescriptible. (171)    


Joan Peters escribe:


La violencia de Yasser Arafat, de la OLP y de otros que afirman que “solo comenzó en contra de los judíos desde el resurgimiento de la nación de Israel en 1948” con su terrorismo “palestino”, fue de hecho un factor crítico en los primeros desarrollos que provocaron las condiciones  de cambio de la población palestina. Estando en su Tierra Santa, los judíos, así como los cristianos, se vieron sometidos a una inhumana discriminación, a la persecución y a los pogromos. Según el informe del Consulado Británico de 1839, la vida de un judío no era “mucho mejor” que la de un perro. (172) 


    El hecho de que ese no solo les sucedía a los judíos y los cristianos de Tierra Santa, sino también a los que vivían como lo hacían los dhimmies bajo el gobierno musulmán durante siglos, en otras partes de Oriente Medio, es algo ampliamente documentado en “The Dhimmi” escrito por Bat Ye’or: 


En The Closed Circle (el círculo cerrado) escribe David Pryce-Jones:


Haj Amin (el Mufti de Jerusalén) conoció a Hitler el 28 de Noviembre de 1941. Estaban de acuerdo en la necesidad de destruir a los judíos de todo el mundo, (Nota del editor: no solo en Israel, ¡como les gustaría hacer creer a este mundo tan crédulo los árabes palestinos!), sino que  Hitler se abstuvo de comprometerse a liberar a los árabes...Convirtiéndose en un útil aliado, Haj Amin acabó siendo un criminal de guerra. Ya se había reclutado un destacamento de adiestramiento árabe-alemán entre los voluntarios árabes en Alemania, que llevaban el uniforme alemán con un letrero en su brazo que decía: “Frei Arabien”. Qawukji, el comandante militar de Haj Amin había llegado ya a Berlin y con su ayuda el destacamento de adiestramiento se amplió para convertirse en una legión árabe. La legión estaba abierta a otros musulmanes, por ejemplo, los bosnios y al final se convertiría en una unidad de las SS. No tardó Haj Amin en apreciar la importancia de Himmler  y se colocó bajo su patronazgo especial, instándole mediante una serie de cartas y súplicas, sin duda todas superfluas, a que bloquease las rutas de escape de los judíos que estaban en los Balcanes y en otros lugares y esforzarse en exterminarlos...Haj Amin estaba diciendo: “Matad a los judíos dondequiera que los encontréis porque eso agrada a Dios, a la historia y a la religión.” Desempeñó su parte al máximo, en cuanto a ayudar e incitar el asesinato masivo. Hitler llegó a estar convencido de que se podría haber hecho un mayor uso de los árabes, diciendo en Febrero de 1945 que lamentaba no haberlo hecho, porque podrían haber servido como “nuestra mejor carta” teniendo en cuenta que “el mundo islámico estaba estremeciéndose a la expectativa de nuestra victoria.” (173) 


    Ya se ha dicho bastante sobre el motivo implícito en relación con el odio en contra de los judíos y de Israel, que poco tiene que ver con encontrar una solución justa para los árabes palestinos, que es la historia que con tanto éxito le han vendido al mundo. La “solución justa” a la que aspiraban los árabe palestino, bajo el liderazgo de la OLP, apoyada primeramente y sobre todo por las demás naciones árabes y luego por el resto del mundo musulmán, era la  destrucción y arrasamiento de Israel. Existía una evidente similaridad entre las consignas de los nazis y de los árabes musulmanes. Los nazis querían purgar a la raza aria de las “sabandijas” judías y los árabes musulmanes querían purgar al Islam del estado judío y de la soberanía que representaba ese “cáncer.”   


    No cabe duda que es lamentable leer estas cosas, pero en especial para el pueblo judío que ansía con tanta desesperación vivir en paz con sus vecinos.


    No olvidemos, después de lo mucho que se habla sobre los refugiados árabes palestinos que huyeron de Israel durante la Guerra de la Independencia en 1948, que un número equivalente de refugiados judíos, que huyeron de los países árabes, dejando tras de sí mucha más tierra, cuentas bancarias, casas, muebles y otras pertenencias en manos de los árabes de lo que dejaron  los árabes palestinos cuando huyeron de Israel. Por lo tanto, en el intercambio de facto que se produjo, los árabes fueron los que salieron ganando porque recibieron y se quedaron con más riqueza y propiedades de los judíos que habían huido de sus países, de todo lo que dejaron los árabes que se marcharon de Israel. 


    Terrence Prittie, anterior editor del Manchester Guardian , ha escrito un librito sobre este sorprendente fenómeno, que ha titulado The Double Exodus (el doble éxodo), en el que escribe:


Los árabes de Haifa siguieron las instrucciones de su propio Comité Nacional, y se fueron. Hasta la mujer que hacía auto stop, Leila Khaled, que afirmó que la habían “echado” de su casa, admitió que  de hecho se la habían llevado en un taxi, siguiendo las órdenes de su madre, haciendo totalmente caso omiso de las instrucciones dadas por el padre, en el sentido de que la familia se quedase donde estaba.        


El esfuerzo realizado por las autoridades judías por detener a los árabes que huían los menciona un informe, correspondiente al 28 de Abril, el Superintendente de Policía de Haifa: 


“No se ha producido cambio alguno en la situación de Haifa. Los judíos siguen aún esforzándose por convencer a la población árabe que se quede y vuelva a su vida normal en la ciudad.”


Los periodistas británicos que se encontraban en la ciudad también presenciaron los esfuerzos realizados por los judíos por detener la salida de refugiados, como en este relato de un corresponsal especial del periódico Economist:


“Durante los próximos días las autoridades judías, que controlaban totalmente la ciudad de Haifa (a excepción de algún distrito limitado que se encontraba aún bajo el control de las tropas británicas) instaron a todos los árabes a que permaneciesen en Haifa, garantizándoles la protección y la seguridad. Según tengo entendido, la mayoría de los residentes civiles británicos, a los que los árabes les pidieron consejo, les dijeron que lo más sensato sería que se quedasen. Sin embargo, de los 62.000 árabes que habían vivido antes en Haifa,  solo quedaron unos 5.000 ó 6.000. Hubo varios factores que influenciaron su decisión de buscar la seguridad en la huida. Apenas cabe duda de que el más potente de estos factores fue un anuncio que hizo por la radio la  Autoridad Suprema Arabe, instando a todos los árabes a que se fuesen. El motivo que se alegó fue que una vez que los británicos se marchasen definitivamente, los ejércitos combinados de los Estados árabes invadirían Palestina y echarían a los judíos al mar, y se dio a entender claramente que los árabes que se quedasen en Haifa y aceptasen la protección judía serían considerados como renegados”...Se han hecho muy diversas afirmaciones acerca del problema de los refugiados árabes, pero ¿por qué hay que echarle la culpa a Israel de este problema? Cuando intentamos determinar la responsabilidad de la existencia del problema de los refugiados árabes, no podemos dejar de mencionar las fuerzas externas...que persiguen sus propios fines egoístas...que no tienen nada en común con la causa de la paz y la seguridad internacional ni con los interéses de los árabes ni del pueblo judío, y que solamente tienen que ver con los designios agresivos de los círculos gobernantes en algunos estados. (174)


    A continuación citamos algunos párrafos de un articulo en árabe, escrito por Sabri Jrayyis, un conocido investigador árabe palestino del Instituto de Estudios Palestinos de Beirut, publicado en Al-Nahar, Beirut, el 15 de Mayo de 1975:     


“No es verdad que otros países extranjeros, especialmente la Rusia zarista, la Alemania Nazi, la Gran Bretaña y los Estados Unidos, fuesen los únicos agentes tras la situación que dieron pie a la creación de Israel. Los árabes también tomaron parte en el proceso. Es lamentable decirlo, pero la verdad es que participaron de forma muy activa. Cuando se estableció Israel, el 14 de Mayo de 1948, se calcula que tenía una población de aproximadamente 650.000 judíos. En la actualidad el número ha aumentado a tres millones, de los cuales medio millón fueron a Israel durante los últimos veintisiete años procedentes de ocho estados árabes, todos ellos actualmente miembros de la Liga Arabe, representando a todos tipo de regímenes existentes en el mundo árabe: monárquicos, revolucionarios, socialistas y progresivos. No es este el lugar más indicado para describir  cómo echaron a los judíos de los países en los que habían estado viviendo durante cientos de años, cómo fueron vergonzosamente deportados a Israel después de haberles confiscado sus propiedades o habérselas pagado al más bajo precio posible...


“Está claro que Israel sacará a la luz el asunto en cualquier negociación seria que se pueda realizar un día en lo que se refiere a los derechos de los palestinos...


“Lo que Israel exige es lo siguiente: tal vez sea posible que nosotros los israelíes hayamos sido los que hayamos motivado la expulsión de algunos palestinos de sus hogares durante la guerra de 1948, cuyo número se calcula en 700.000 y que luego nos quedásemos con sus propiedades. Pero en comparación con esto, desde 1948, vosotros los árabes habéis causado la expulsión de igual número de judíos de los estados árabes, la mayoría de los cuales se establecieron en Israel después de que les hubiesen quitado sus propiedades de un modo u otro. Por lo tanto, lo que realmente ha pasado es que se ha producido una especie de “intercambio de población y de propiedades” y cada parte debe afrontar las consecuencias. Israel está absorbiendo a los judíos procedentes de los países árabes y los países árabes, a su vez, deben establecer a los palestinos entre ellos y resolver sus problemas.


“No hay duda de que, en la primera discusión en serio sobre el problema palestino en un foro internacional, Israel presentará estas alegaciones.” (175)   

   

    Por lo tanto, no existe motivo alguno para no creer en el punto de vista que tiene Dios sobre las cosas. Las naciones árabes (aunque, como es natural, no los árabes particulares que han tenido que sufrir por causa de sus propios dirigentes) ya han sido pagados más que de sobre por las propiedades árabes, que tuvieron que abandonar en Israel cuando huyeron, gracias a todas las propiedades que llegaron a sus manos y que habían pertenecido a los judíos que tuvieron que huir de entre ellos.


    Hemos examinado algunas de las causas, con sus profundas raíces, de la actual batalla contra Israel, una batalla que debiéramos de esperar si la restauración de Israel está directamente relacionada con la redención de este planeta tierra, como dice la Biblia. Si es este el caso, como ha sucedido siempre en la historia de Israel, habrá enormes poderes e influencias que se pondrán en su contra. Esto es algo que ha pasado realmente y que seguirá pasando. El maligno no se va a dar fácilmente por vencido en su lucha contra los propósitos de Dios, especialmente si tienen que ver con la niña de sus ojos, su pueblo Israel.




 

        


    

 

















   

   

           Capítulo 9


Los Primeros Cristianos Sionistas


    Del mismo modo que nos hemos esforzado por relatar de manera real algunos de los terribles fracasos de una gran parte del Cristianismo a lo largo de los siglos, sería bueno que mencionásemos a aquellos cristianos cuyas creencias fueron lo suficientemente sinceras y profundas como para tomarse en serio las Escrituras. 


    Estos cristianos se encontraban en el continente europeo, en Gran Bretaña, en los Estados Unidos y en otros países. Estaban firmemente convencidos de que era la voluntad de Dios que el pueblo judío regresase a su tierra y estaban dispuestos  a ser instrumentos en las manos de Dios para que esto se hiciese realidad. En ese sentido fueron los primeros sionistas cristianos. Hombres como el Rev. William Hechler, amigo del Dr. Theodor Herzl, Lord Shaftesbury, uno de los que influenciaron a Lord Balfour, el Capitan Orde Wingate, que ayudó a formar las fuerzas de defensa judías de la Hagana durante sus primeras etapas, la familia holandesa ten Boom, Raoul Wallenberg y muchos otros. Frans Kobler, menciona a muchos de ellos en su libro The Vision Was There (la visión estaba ahí), como lo hace Michael Prager en Faith and Fulfillment (Fe y cumplimiento).


    Hasta el historiador inglés judío, Leonard Stein, admite en su libro The Balfour Declaration:


La verdadera fuerza detrás del movimiento para la restauración de los judíos a Palestina fue el “partido religioso”...una corporación de cristianos ingleses, profundamente devotos y con un elevado sentido del honor que, contemplando la agitación en el Este, estaban convencidos de que había llegado el momento para que se cumpliese la profecía del regreso del Pueblo Escogido a Tierra Santa, y que era la voluntad de Dios que la nación británica fuese Su instrumento para llevar a cabo su propósito. (135)

   

    Claude Duvernoy, un teólogo francés que vivía en Israel, escribió en The Prince and the Prophet (el príncipe y el profeta) refiriéndose a Palmerston, el primer ministro británico:


Palmerston no se tomaba la Biblia a la ligera. Lord Shaftesbury, uno de sus más íntimos amigos (que también se vió profundamente influenciado por el famoso pastor “sionista” Mac-Caul) no tuvo dificultad alguna para convencerle de que los tiempos mesiánicos estaban listos para Israel: por lo que, la Gran Bretaña debía aprovechar la oportunidad para seguir la voluntad divina que dirige la historia. “Y bendeciré a los que te bendijeren”. Shaftesbury le recordó a su amigo, el Primer Ministro, que la promesa que le había sido hecha a todos los amigos de Abraham (Génesis 12:3) seguía siendo válida. (136)


    Al mismo tiempo, Palmerston se sintió inspirado, el 22 de Enero de 1939, a escribirle una carta a la reina británica diciéndole las siguientes palabras:


Ojalá sea durante su reinado, según la esperanza de esta nación, que es única, y que ahora se encuentra ante su majestad, cuando “Judá será salva e Israel habitará en paz” (137)


         El memorándum que incluyó Palmerston fue el que la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, después de haber enviado un comité de investigación a Palestina, había enviado a los monarcas europeos y que decía, inter alia:


       ...sobre el asunto de la restauración del pueblo judío a la tierra de Palestina...estamos convencidos de la verdad de la promesa divina, que desea que recaiga una bendición  sobre aquellos que acuden en ayuda del Pueblo de Dios, que actualmente está padeciendo aflicciones...(138)


        Hasta en los Estados Unidos había muchos cristianos así, como escribe Duvernoy:


 En los Estados Unidos, donde existe una fuerte tendencia puritana, la propensión al  sionismo apareció de manera americana; es decir, prácticamente adoptando la forma de peticiones. El segundo Presidente dio el ejemplo: “Deseo sinceramente ver a los judíos establecidos de nuevo en Judá, formando una nación independiente” afirmó John Adams. A finales del siglo pasado,  le hicieron una petición al Presidente Harrison, de parte de la “Conferencia para Cristianos y Judíos”, que pedía al Consejo de Berlín “un segundo edicto de Ciro.”  


       El Presidente de esta organización para los Cristianos y los Judíos era W.E. Blackstone, jurista y teólogo:


Los judíos no han abandonado nunca esta tierra por su propia voluntad, y no han firmado ningún tratado o capitulación, pero han sucumbido en una batalla desesperada ante el poder aplastante de Roma...siendo vendidos como esclavos...Desde entonces, como no tienen ni representación soberana ni política, están reclamando su patria por medio de escritos, de su fe y de sus oraciones... La violencia mediante la cual se ha mantenido a Israel fuera de su tierra, sin recurrir al medio de la apelación, es en principio equivalente a un conflicto contínuo... ninguna petición puede cambiar esta situación hasta que Israel pueda presentar sus exigencias ante la única Autoridad competente y la Conferencia Internacional. 


Por lo tanto, el movimiento Protestante Sionista, sólidamente establecido en las tierras de la Reforma, tiene la intención de expresarse gustosamente a nivel político, y se extenderá por otros países europeos. 


Durante el primer tercio del siglo XVII, el teólogo hugonote, sionista y humanista, llamado Isaac de Peyrere, introdujo en Francia la idea sionista, mediante una apelación al rey de Francia, teniendo en mente el retorno de los judíos a la Tierra Prometida. (140)


Paul Grattam Guinness escribe:


Impulsado por motivos humanitarios, Henri Dunant de Ginebra, uno de los fundadores de la Alianza Mundial de la Asociación de Jóvenes Varones Cristianos (1855) y fundador de la Cruz Roja Internacional (1864) estableció la Société Nationale Universelle pour le Renouvellement de l’Orient, que en 1866 emitió una petición que contenía la sugerencia de que las crecientes colonias judías en Palestinas pudiesen, al igual que sucedía en Suiza, neutralizarse desde el punto de vista diplomático. 


La publicación en 1876 de Daniel Deronda de George Eliot fue un eslabón para las aspiraciones judeocristianas sionistas. Dirigido al pueblo judío, al final de su larga y creativa carrera literaria, Daniel Deronda revela su convicción de que la Restauración del pueblo judío es idéntica a su nuevo nacimiento. Ella estaba convencida de que: la regeneración del pueblo judío es el gran misterio divino de la historia mundial, pero es preciso que el milagro se realice en el alma misma de Israel. (141) (el énfasis es añadido). 


    En la biografía que escribió de la vida de su tío, Lord Balfour, la Sra. Blanche Dugdale escribe:


El interés que sentía por los judíos y por su historia dominó toda su vida. Tuvo su origen en las enseñanzas de su madre acerca del Antiguo Testamento y en su educación escocesa. Según fue creciendo, fue en aumento su admiración intelectual y la simpatía que sentía por ciertos aspectos de la filosofía y la cultura judía y le pareció de enorme importancia el problema de los judíos en el mundo moderno. Siempre hablaba apasionadamente sobre el tema y recuerdo de pequeña  haber asimilado de él la idea de que la religión y la civilización cristiana tiene una grandiosa deuda contraida con el judaísmo.     


Balfour consideraba la historia humana de un modo bastante parecido a como lo hace el judaísmo, como un instrumento para llevar a cabo los propósitos divinos. No se olvidó nunca de su primer encuentro con Weizmann y se dio cuenta de que la manera de considerar los judíos el patriotismo era única. La conversación le convenció de que no era posible hacer caso omiso de la historia, en ese sentido, y que si era preciso encontrar una patria para el pueblo judío, que llevaba diecinueve siglos sin patria, era en vano buscarla en otro lugar que no fuese Palestina.   


Nunca vaciló de esta convicción, que le llevó a representar un papel de vital importancia, haciendo posible la Declaración Balfour. Su constancia quedó patente en una afirmación que hizo a una delegación sionista en Enero de 1922 en Washington:


“La postura que adopté en 1917 es la misma que sigo adoptando. La esperanza que tuve entonces la sigo teniendo en la actualidad y los ideales por los que luché entonces son los mismos ideales que tengo en estos momentos. Mi interés por la causa, el que creyese en su éxito final, mi intenso deseo de ver transformado el ideal de la patria judía en una gran realidad no ha disminuido ni se ha enfriado durante los años que han transcurrido desde el momento en que hice la Declaración.” (142) 


    Laurence Oliphant, fue otro sionista cristiano, que “previó” el destino que le esperaba a los judíos europeos. Estaba convencido de que los judíos asimilados se tendrían que enfrentar con una crisis, y esa era la fuerza que impulsaba su petición a favor de la colonización de Palestina para salvar al pueblo judío.  


    Pero posiblemente uno de los más destacados sionistas cristianos fue el anteriormente mencionado William Hechler, amigo del fundador del actual estado de Israel, el Dr. Theodor Herzl. Fue Hechler el que, por medio de sus contactos con el Gran Duque Federico de Baden, pudo introducir tanto la idea del sionismo como a su defensor, el Dr. Herzl, al Kaiser alemán Wilhelm. La Sra. Hanna Bodenheimer, hija del famoso judío y dirigente sionista, el Dr. Max Bodenheimer,  escribió en una palabra de bienvenida durante el Congreso Cristiano Sionista, que se celebró en Jerusalén en 1988: 


Hechler fue la fuerza impulsora que llevó a Herzl a la Corte del Gran Duque Federico en Karlstruhe. Juntos, con el Gran Duque, planearon un encuentro entre Herzl y el Kaiser alemán. La reunión de Herzl con el Kaiser fue decisiva para el comienzo del sionismo político. (En aquel entonces el Kaiser era el dirigente más poderoso del mundo y el imperio turco se encontraba en estado de disolución.) Influenciado por Hechler, el Gran Duque de Baden se convirtió también en un apasionado sionista cristiano. Cuando el Gran Duque le preguntó a Hechler qué podía hacer por la causa, Hechler contestó que puesto que el Gran Duque había proclamado al rey Wilhelm de Prusia Emperador de Alemania, el Gran Duque participaría en la restauración del estado de Israel. El siguiente es un ejemplo del sueño que persiguió insistentemente Hechler durante toda su vida, escribiendo al Gran Duque por su 70 cumpleaños: “Según la Biblia, los judíos deben regresar a Palestina y, por lo tanto, yo ayudo en este movimiento como cristiano y lo hago con la una fe absoluta en la verdad de la Biblia porque ésta es la causa de Dios.” (143) 


    También en Holanda había personas que amaban apasionadamente al pueblo judío. Fue precisamente Holanda el país que acogió a los judíos cuando les echaron de España y de Portugal y en lo que parece extrañamente apropiado, y conforme a lo prometido por Dios, es decir, bendecir a los que bendigan a su pueblo, poco después Holanda comenzó su época dorada, con sus famosos pintores Rembrandt, Frans Hals, Steen y otros. 


    Corrie ten Boom, que es muy conocida en los círculos cristianos por todo el mundo, vino de una de esas familias cristianas. Su abuelo comenzó una reunión de oración en su casa, en la calle Barteljoris, por la restauración del pueblo judío. Fue en esa misma casa, en la que la familia ten Boom había estado orando por el pueblo judío durante 100 años, donde hallaron “un lugar donde esconderse” 18 judíos holandeses durante la ocupación de los alemanes en Holanda. 


    Corrie, su padre y su hermana fueron detenidos por los nazis. El anciano Sr. ten Boom fue encarcelado y murió mientras se encontraba encarcelado en Scheveningen. La hermana de Corrie murió en el campo de concentración de Ravensbrück, pero Corrie ten Boom permaneció con vida para contar su historia al mundo entero. Como es lógico, hubo muchas familias como esa por toda Europa, que conocían y amaban al Dios de Israel y al Señor y, por lo tanto, también a su pueblo. 


    Fue mi propia esposa, una mujer árabe, que de joven (después de que la hubieron educado para que odiase y despreciase a los judíos y no tener nunca una amiga judía), oyó al Señor decirle a su corazón por medio de su Espíritu: “no puedes amarme a mi y odiar a mi pueblo.”      


    Fue como un fogonazo del cielo, algo totalmente en contra de la mentalidad de su propia cultura, pero ella optó por obedecer a su Señor y es actualmente una de las más valientes cristianas árabes que jamás he conocido, que se esfuerza denodadamente por promover una actitud de amor hacia los judíos, el pueblo de Dios. 


    Ya se ha dicho suficiente para al menos demostrar que juntamente con la historia pasmosa y vergonzosa de la relación de la Iglesia con el pueblo judío, han existido y siguen existiendo cristianos que aman al Señor y que creen en su Palabra lo suficiente como para amar a Su pueblo, acerca de los cuales dicen las Escrituras...”el que os toca, toca a la niña de su ojo.” (Zacarías 2:8). 











Los Sionistas Judíos

¿Pero qué podemos decir acerca de los sionistas judíos? Si el regreso de los judíos, tal y como ha profetizado tantas veces la Escritura, era tan importante para que se realizasen los propósitos de Dios en este mundo, ¿quiénes fueron esos hombres y mujeres a los que Dios, en su misericordia y su gracia, usó para hacer realidad este milagro en nuestros días? 

Aquellos que presidieron el milagro de los judíos regresando a su patria, los que reclamaron esa tierra desierta, infestada por la malaria, que revivieron su antigua lengua hebrea, ¿quiénes fueron esos hombres y fueron conscientes de que ellos mismos estaban siendo un instrumento en las manos de Dios, para llevar a cabo un propósito mucho más importante de lo que pudieran ni remotamente imaginarse? 

Algunos de los más importantes de estos precursores y fundadores del Estado Judío fueron el Dr. Theodor Herzl, fundador del actual sionismo, Ze’ev Jabotinsky, el Dr. Max Nordau, Eliezer Ben Yehuda, autor del hebreo moderno, Chaim Weizmann, David Ben Gurion, Golda Meir y Menachem Begin, por nombrar tal solo a unos cuantos.

Al principio de su diario, Theodor Herzl, que había nacido en Budapest en 1860, y que era en aquella época periodista de uno de los principales diarios de Viena, escribió estas asombrosas palabras, como si, incluso sin que él mismo supiese lo que le estaba impulsando, alguien le hubiese reclutado en ese momento tan trascendental del destino para actual a favor de su pueblo: 

Llevo algún tiempo empeñado en realizar un trabajo de una gran magnitud. Ni siquiera sé si lo podré llevar a cabo, pues representa el aspecto de un poderoso sueño. Durante días y semanas me ha obsesionado hasta el límite de mi conciencia y me acompaña a todas partes, oculto en mi manera de hablar de todos los días, mirándome por encima del hombro, viendo mi gracioso e insignificante trabajo como periodista, me abruma y me embriaga. Todavía es demasiado pronto para saber qué sucederá con esta empresa. Sin embargo, tengo la suficiente experiencia como para saber que incluso para ser un sueño es extraordinario y debiera ser puesto por escrito, si no como un recuerdo para la humanidad, entonces para mi propio placer y meditación durante los próximos años. El título es: “La Tierra Prometida.” 

Mas adelante escribió:

Durante estos días he temido en más de una ocasión estar volviéndome loco, por lo descabalado de mis pensamientos, que pasaban rápidamente por mi alma. No me bastará toda una vida para convertirlos en realidad, pero estoy dejando un legado tras de mi. (144)   

¿Para quién? Para todos los hombres.

 Incluso si el Dr. Theodor Herzl no fue un judío creyente u ortodoxo, en el más estricto sentido de la palabra, se encontró a sí mismo impulsado, prácticamente por una fuerza exterior, y obligado a escribir y actuar a favor del pueblo judío y, en ese sentido, a ser un instrumento en los propósitos que tiene Dios para su pueblo.


    Esto es cierto de la mayoría de los judíos sionistas, que no eran (en el sentido más estricto de la palabra) judíos religiosos, pero que a pesar de ello fueron hombres que sintieron una ardiente pasión que les llevó a hablar de tal modo acerca de la necesidad de que los judíos de Europa regresasen a su patria, que en ocasiones hasta hablaron de manera profética. 

    “Liquidad la  o la diáspora os liquidará a vosotros” advirtió Ze’ev Jabotinsky.

    “Un tercio de vosotros seréis exterminados. Un terció será asimilado y el otro tercio se salvará regresando a Palestina” fueron las palabras atribuidas al Dr. Max Nordau.

 En su libro acerca de Theodor Herzl, Amos Elon relata como, poco antes de que muriese Herzl, le había dicho a Reuben Brainin que cuando tenía más o menos 12 años de edad, se le había aparecido el Mesías en un sueño: 

Me tomó en sus brazos y me llevó sobre las alas del cielo. En una de las nubes iridescentes nos encontramos con Moisés. Sus facciones se parecían a las de la estatua de Miguel Angel. (De niño me encantaba esa escultura de mármol). El Mesías le dijo a Moisés: “he orado por este niño.” Y a mi me dijo: “ve y anuncia a los judíos que pronto vendré y realizaré grandes y maravillosas cosas por mi pueblo y por toda la humanidad.” He guardado este sueño para mi mismo y no me atreví a contárselo a nadie. (145)

Proféticamente inspirado, Theodor Herzl escribió las siguientes palabras al final de su memorable libro Der Judenstaat (El Estado Judío): 

Se orará en los templos y en las iglesias por el éxito de nuestra labor porque traerá consigo alivio a una vieja carga, que todos hemos tenido que sufrir. (146) 

Muchos de sus judíos contemporáneos no creían en la pureza de sus motivos o de su visión. Le menospreciaron y le difamaron con frecuencia; a pesar de lo cual y seguro de su visión, impulsado por una fuerza casi fuera de sí mismo, siguió adelante, escribiendo en su diario después del primer Congreso Sionista, que se celebró en Basel: 

    “Si tuviese que resumir el Congreso de Basel en una sola palabra séria la siguiente: he hallado en Basel el Estado Judío. Si esto lo dijese hoy me encontraría con la burla por todas partes, pero dentro de cinco años, y sin duda dentro de cincuenta, todo el mundo lo verá.” (147)  

Exactamente 50 años después de haber escrito estas palabras, en 1948, en, un Ben Gurión de pelo cano proclamaría el nacimiento del nuevo Estado de Israel en Tel Aviv.P

Pocos años antes de que muriese Herzl había escrito: “Dios quebranta los instrumentos de los que se ha valido para llevar a cabo sus propósitos...ningún Moisés entra jamás en la Tierra Prometida.” (148)

El Dr. Max Nordau, uno de los primeros dirigentes sionistas, que estuvo presente en el Primer Congreso Sionista de Basel, dijo en el pasillo:

Parece como si estuviésemos siendo testigos de un milagro que nos afectase a nosotros mismos y a todo cuanto nos rodea. Nos sentimos parte integrante de un cuento de hadas, en el que viésemos a nuestros hermanos, que llevaban ya cientos de años enterrados, convertirse de nuevo en carne y sangre. Deseábamos, al celebrar el gozo de esta reunión, ensayar la triste historia de los cientos de años durante los que habíamos estado muertos en nuestras sepulturas...(149)

Cuánto nos recuerdan estas palabras la visión que tuvo Ezequiel hace cientos de años, cuando Dios dijo: “He aquí, oh pueblo mío, yo abriré vuestros sepulcros. Os haré subir de vuestros sepulcros y os traeré a la tierra de Israel.” (Ezequiel 37:12) 

Josef Frankel concluye su biografía de Theodor Herzl con las siguientes y maravillosas palabras:

Cuando Herzl esperaba aún alcanzar el éxito en El-Arish, tenía el propósito de emigrar allí, pero ningún Moisés ha llegado jamás a la Tierra Prometida. Después de la obstinada negativa, por parte de Egipto, a dar agua del Nilo, Herzl supo que moriría fuera de aquella tierra y mandó construir una bóveda en el cementerio de Doebling, en Viena, donde habría de reposar hasta que el pueblo judío pudiese llevar sus huesos a Palestina. Nombró a un ejecutor de su último testamento, aparte de David Wolfsohn y el Ingeniero Johann Kremenetsky, su amigo londinense Joseph Coven.       

Cuando falleció Zangwill escribió: “No estoy muerto, porque soy inmortal” y envió el siguiente poema al periódico de Herzl, Die Welt:

Theodor Herzl

Adiós, príncipe, adiós, tú que tantas pruebas has soportado,

Tuviste un sueño y has pagado el precio:

Para salvar a una nación es preciso que mueran dirigentes,

ser crucificado tanto por los amigos como por los enemigos.

Sí, lo único que ha muerto es tu cuerpo.

Esta alma noble no es polvo en Juda,

sino fuego que arde en todas las venas y que deberá dar nueva forma a nuestras vidas, despertando otra vez el orgullo de Israel.  

De este modo contemplamos al capitán de nuestra luchat riunfante en ese momento de eclipse.

La muerte solo le ha dado la vida inmortal.

Con su estandarte en alto, la trompeta en sus labios,y mientras nosotros, llorando, nos rasgamos las vestiduras

“El año que viene” exclamamos, “el año que viene en Jerusalén.”

  Junto a la sepultura, David Wolfsohn, el creador del sionismo moderno, repitió el juramento pronunciado por Herzl durante el Congreso Sionista: “Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que se seque mi mano derecha.”

Y en el Séptimo Congreso Sionista, el primero que se celebró sin Herzl, su sucesor declaró: 

“Pronuncié este juramento en la hora más triste de nuestra tribulación, junto a la tumba de Herzl. Lo pronuncié por todos vosotros, por todos los sionistas. Lo repetiremos, y siempre pensaremos en Jerusalén y no olvidaremos nunca a Sión, pero tampoco nos olvidaremos nunca de Herzl. (150) 

 Ze’ev Jabotinsky fue posiblemente uno de los mas destacados sionistas, un orador de una clase extraordinaria. Dominaba varios idiomas, pero podía usar unos 15 idiomas, y advirtió a los judíos de toda Europa y de otras partes del mundo que se fuesen a su tierra poco antes del holocausto.   

Existía un profundo resentimiento en las comunidades judías en contra de este “predicador” fogoso y su mensaje pidiéndoles que regresasen a Sión, pero había muchos judíos que no estaban preparados para escuchar este mensaje. Pero después del Holocausto, muchos de los que sobrevivieron sabían que Jabotinsky, con sus apasionadas súplicas, había tenido razón y que a la postre, la única patria segura para todos los judíos, sería aquella que les había sido dada por Dios mismo. 

El Coronel Patterson, uno de los primeros sionistas procedente de Irlanda, era un buen amigo de Ze’ev Jabotinsky y le ayudó a organizar una legión judía mientras estuvieron juntos en Egipto. En ocasiones Patterson viajó con Jabotinsky, respaldándole en su visión y su labor con su fe profunda y bíblica. Sorprendentemente, de la misma manera que William Hechler apoyó a Theodor Herzl, Patterson fue un amigo que animó a Ze’ev Jabotinsky. 

En la extensa biografía de Jabotinsky, que escribió Samuel Katz, el orador sionista se destaca como un hombre profundamente arraigado en la familia, cariñoso, generoso,  con una gran mente y un corazón que estaba de parte de su pueblo en general y también de manera individual.  

 En el discurso inaugural de la conferencia de la Nueva Organización Sionista, Ze’ev Jabotinsky dijo en el otoño de 1935:

Este asunto (de la relación entre el Estado Judío y el Judaísmo) es muy favorable para el Estado, que para nosotros es idéntico a la Nación; de modo que no se apague la llama perpetua, para que la voz de los profetas se continúe escuchando en la vida de nuestra sociedad, para que se conserve, en medio de la confusión causada por las innumerables influencias que absorben a la juventud de nuestros días y con frecuencia hace que siga el camino equivocado, contaminándola, la influencia que es, sin duda, la más pura de todas, es decir, el espíritu del Señor. (151)   

 Pero hasta a los judíos corrientes, de todos los siglos, se les recordó en sus oraciones la esperanza de regresar un día a Sión. 

Es una experiencia conmovedora que seguir, por medio del libro de oraciones (judío) de la Sinagoga, el ardiente deseo que tiene Israel por Jerusalén y Sión. 

Tan solo en sus oraciones matinales, el judío piadoso implora al Señor por el regreso a Sión, por la reconstrucción del Templo y la tierra prometida, así como por la redención final en diez ocasiones. 

“Haz que podamos volver en paz de los cuatro rincones del mundo a nuestra tierra amada, porque Tu eres el Dios que nos salva...la Roca de Israel, levántate y ayuda a Israel y libera a Judá y a Israel, conforme a tu promesa. ..Haz que resuene el shofar de nuestra liberación y que se eleve el estandarte por la reunión de nuestros exilados y reúnenos Tú de los cuatro rincones del mundo. Bendito eres, oh Señor, que reúnes y liberas a tu pueblo disperso de Israel...Bendito eres, Oh Señor, que consuelas a Sión y reconstruyes Jerusalén...Permite que la acción de David, tu siervo, florezca con rapidez y enfatiza el poder de tu salvación...Restaura el servicio (culto) en el santuario de Tu Casa...” (152)   

¿Quién puede permanecer inconmovible ante el ardiente deseo expresado a lo largo de todos los tiempos mediante esta preciosa oración y el deseo, que se repite anualmente y en cada cena de la pascua, por todo el mundo, a lo largo de todas las generaciones judías: ¡“Lashana Haba’a b’Yerushalayim” (el año próximo en Jerusalén), repetido hasta prácticamente el momento en que se encontraban a punto de ser introducidos en las cámaras de gas!? 

 Esta es una oración a la que Dios está contestando ante nuestros propios ojos, de acuerdo con su promesa, en el sentido de que “habría un día en el que se favorecería a Sion” y que El traería a su pueblo de su prolongada y amplia dispersión, de todos los países a los que habían sido dispersados, permitiéndoles regresar a su propia tierra.

  Es una oración que han venido pronunciando los judíos desde los días de su cautividad en Babilonia hasta la fecha, siempre y cuando se han encontrado en el exilio. Lleva el sello de la aprobación de Dios, que no solo les ha prometido que les volvería a llevar a su tierra, sino que ha santificado ese anhelo haciéndolo parte de su propia Palabra:  

“Junto a los ríos de Babilonia nos sentamos y llorábamos, acordándonos de Sión...¿Cómo cantaremos las canciones de Jehová en tierra de extraños? Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que mi mano derecha olvide su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si no me acuerdo de ti, si no ensalzo a Jerusalén como principal motivo de mi alegría.” (Salmos 137:1, 4-6).

 Las palabras de Peggy Mann acerca de la joven Golda Meir y su esposo describen, de una manera maravillosa, este intenso sentimiento hacia Jerusalén:

Era la primavera de 1924. Se trasladaron a Jerusalén, la ciudad santa en las colinas de Judea...desde los cinco años, cuando Shana le había hablado por primera vez acerca del sionismo, la oración de la Pascua había tenido un profundo significado para Golda (Meir). Ahora se encontraba viviendo en la ciudad que durante siglos había sido la capital de los judíos...Jerusalén. 

Poseía toda la belleza mística que siempre había imaginado, especialmente al ponerse el sol. Con frecuencia, ella y Morris caminaban juntos sobre las calzadas pedregosas que se estrechaban por las angostas colinas de Judea, y contemplaban cómo los edificios de caliza amarilla reflejaban el destello del sol poniente y la ciudad brillaba con un aura dorada. En algunas ocasiones se quedaban hasta que aparecía la luna y los valles se llenaban de profundas sombras y el Pasado parecía dar alcance al Presente. (153) 

Fue este ardiente deseo el que hizo que siguiese latiendo el corazón de Menachem Begin, primero mientras sufría en el campo de concentración de Dachau, después al ser interrogado y torturado durante las largas y dolorosas noches en la fortaleza de Lubianka y más adelante aún, en el campo de concentración soviético de Pechorlag. Begin describe, de una manera realmente conmovedora, cómo en ese espantoso infierno de sufrimiento y de miseria, conoció a otro prisionero llamado Garin, un hombre que había caído en desgracia a pesar de ser comunista y de haber sido con anterioridad editor asistente del periódico Pravda:

En ese ambiente de peste y de oscuridad, de sufrimiento y malos tratos, de amenazas y de horror, la crisis del editor asistente del Pravda, que había caído desde las alturas de gobierno al ámbito del Urki, en la bodega de un barco de esclavos hambrientos, enfermos, humillados y desgraciados, llegó a su punto culminante. Garin sufría aún las consecuencias de las noches sometido a interrogación en Tomsk, de los golpes del experto en acabar con los casos más obstinados, de los intentos por quitarse su propia vida. Su sufrimiento se había visto aumentado cuando le echaron del hospital, a pesar de que tenía fiebre y de que tenía un corazón defectuoso. Y sufría aún más cada vez que escuchaba la palabra “zhid” pronunciada bajo el cielo soviético, de manera abierta, insolente, con tono de burla, desprecio y odio; sin castigo y sin miedo a él. Este hombre torturado, para el que todo el mundo de sus sueños y sus esfuerzos se había derrumbado bajo los duros golpes de la realidad, no podía ya soportar una nueva prueba, la prueba de Etap. 

Un día Garin, que estaba a cierta distancia de los prisioneros judíos, me preguntó si se podía tumbar cerca de mi. Mi vecino se corrió un poco y le hizo espacio. Se tumbó junto a mi...Un día, puede que fuese de noche, la voz de Garin me sacó de mi estado de semiadormecimiento, en el que estabamos siempre por causa de la oscuridad, el hambre, la debilidad y la espantosa peste.

“¡Menachem! ¡Menachem!” me dijo en voz baja.

Era la primera vez que se había dirigido a mi de un modo más personal, sin añadir mi patronímico. “¿Te acuerdas de la canción ‘Loshuv’?” me dijo hablándome por primera vez en yiddish.

“¿Qué canción?” le pregunté, también en yiddish. El había dicho “Loshuv” y al principio no le había entendido, tal vez por su manera de pronunciarlo o posiblemente porque estaba aún medio dormido. 

“¿Cómo es que no la sabes?” me preguntó un tanto enfadado. “Es la canción que cantan los sionistas, la canción que acostumbraban cantar en Odessa cuando yo era niño. Lo-shuv, Lo-shuv, ¿no te sabes la canción?

“Ah, te refieres a Hatikvah” le dije, usando su pronunciación. 

“Tal vez sea Hatikvah, pero lo que yo recuerdo es la palabra Lo-shuv.”

“Sí, es Hatikvah. Te refieres a la canción ‘Lashuv Le’Eretz Avotenu’ (la tierra de la esperanza de regresar a la tierra de sus padres). Claro que la recuerdo”... y junto con Marmelstein empecé a cantar Hatikvah. Otros tres judíos, que estaban tumbados a nuestro lado, se unieron a nosotros. Cantamos con la pronunciación de los Ashkenazi, la versión en uso den los países de la dispersión. Garin escuchaba las palabras en silencio: “Regresar a la tierra, a la tierra de nuestros antepasados...”

El Urki se despertó. 

“He vosotros, los judíos, ¿qué estáis cantando ahí?”

“Están orando, están orando pidiéndole ayuda a su Dios.” 

El urki se rió con inquietud.

Continuamos cantando: “Escuchad mis hermanos, en las tierras donde vago...para regresar a la tierra, a la tierra de mis padres...”

Los Ukri tenían razón, era una oración, no una canción.

Me sentía como si estuviese pronunciando una oración de confesión con un judío que, como un niño secuestrado, ha pastado en campos extraños y, al borde de la muerte, regresa después de haber pasado por muchas tribulaciones a la tierra de su pueblo y de su fe. La verdad es que la vida crea situaciones que son más fantásticas que la ficción. Estamos aquí tumbados, en el valle de la sombra de muerte, entre Ukri, medio hombres, medio bestias. Y con nosotros está tumbado Garin, anterior editor asistente del Pravda, un comunista desde su primera juventud, alejado de su gente, enemigo de Sión, perseguidor de sionistas. ¿Cuándo escuchó por última vez  los acordes de Hatikvah en Odessa? ¿Cuándo fue la última vez que se mofó del Lo-shuv? ¿Qué hizo para dar al traste con “la esperanza de regresar”? ¡Qué sería lo que no haría, lo que no estuvo dispuesto a hacer, para que la otra “esperanza” se hiciese realidad! Habían pasado ya cerca de veinticinco años desde que el sueño de su vida se había convertido en realidad, desde el triunfo de la Revolución, por la cual sufrió, por la que estuvo dispuesto a dar su vida, por la cual trabajó asiduamente y luchó. Veinticinco años...y esa era la recompensa de la Revolución a uno que le había sido leal, a uno de sus luchadores, sus dirigentes: traidor, enemigo de la humanidad, espía, la cárcel de Tomsk, el haber sido expulsado del hospital, “zhid”, cargando hierros, “zhid”, Etap, “zhid”, patadas, ladrones, Ukri, amenazas, súplicas a los ladrones, juegos de cartas, juegos de canallas, parásitos, sabandijas, asustado, atemorizado “zhid”! Y cuando llega el momento, después de un sinfín de pruebas y tribulaciones, ¿qué se recuerda a sí mismo el editor asistente del Pravda, el Secretario General del Partido Comunista Ucraniano? Se acuerda de Loshuv. “Regresar a la tierra de nuestros padres” ese es su consuelo.       

Y posiblemente, por primera vez desde que comenzó a fluir desde el norte, el Pechora escuchó la oración de confesión y de acción de gracias: “Y desde lo más hondo de nuestro corazón clamamos al Señor: ‘Lashuv Le’Eretz Avotenu (permítenos regresar a la tierra de nuestros padres).’ (154)

La familia de Chaim Weizmann, viviendo con el trasfondo de los pogromos y los disturbios contra los judíos, se introdujo en el movimiento “Amantes de Sión”, que creía que el mejor país al que podían regresar los judíos era a la Tierra de Promisión. 

Chaim tenía por costumbre regresar a casa para la Pascua, permaneciendo en ella durante parte del verano y ese año, se unieron a él su hermana Miriam y su familia, siendo un total de dieciséis personas sentadas a la mesa para celebrar la fiesta. Como siempre, Ozer dirigió la reunión de la Pascua, realzada por canciones, cuentos morales y de humor, para hacer el Seder, pero nunca sin una nota de dolor. Cuando el viejo criado de la familia trajo las hierbas amargas, una ocasión para celebrar, estaban comiendo el pan de la aflicción; cuando partieron el matzo, el pan sin levadura (y sin duda, observados con profundo desagrado por el criado, porque ¿no había él, que era gentil, escuchado que estaba hecho con la sangre de un niño cristiano?) fue el mana de la esperanza, que les inspiraba a cantar “el próximo año en Jerusalén!”

Millones de judíos por todas partes cantaban la oración como un rito mecánico, pero no era así en casa de los Weitzmann. Tal vez no fuese literalmente al año próximo, pero el más joven de ellos sabía que iba a cambiar su odiada Rusia y sus opresiones por su auténtico hogar, como El había prometido. Y mientras se relajaban a la mesa, intercambiaron noticias acerca de sus familiares que ya se habían establecido en Palestina. Entonces fueron pasando el periódico de uno a otro: Hashiloach, que procedía de Odessa y que editaba Ahad Ha’am y Hatzefira, publicado en Varsovia por un periodista hebreo, llamado Nahum Sokolow, y luego el periódico en ruso Voskhod. La familia leía los periódicos buscando las noticias de los pogromos en una provincia lejana, y por sus relatos acerca de las colonias, y no aparecía nunca un ejemplar sin que en él se encontrase un espacio generoso para un discurso pronunciado por Ussishkin y un relato de las cantidades de dinero del mes, enviado por los amantes de Sion. Si Kharkov o Minsk habían sufrido un invierno especialmente duro no lo hubieran sabido. Los periódicos les contaban acerca de lugares en Tierra Santa, con los que estaban más familiarizados y si en Jaffa había llovido lo suficiente, ya que la pérdida de la cosecha en Palestina se sentía como una pérdida personal. (155)         

    La Biblia profetizaba que Dios restauraría una lengua pura para su pueblo, como uno de los mismos milagros de su restauración (ver Sofonías 3:9).  Un día, mi padre y yo conocimos a una de las hijas del gran Eliezer Ben Yehuda, el padre del idioma hebreo actual. 

MNos dijo que su padre se había sentido inspirado, como si hubiese escuchado una voz de los cielos en lo más hondo de su alma, diciéndole que debía restaurar el antiguo lenguaje hebreo para su pueblo. Aunque su estado de salud había sido frágil, padecía tuberculosis, se dispuso a hacerlo, con una increíble perseverancia y paciencia, para llevar a cabo una tarea enorme a la que dedicaría toda su vida y lo consiguió, por la gracia de Dios. 

Como Eliezer Ben Yehuda no era ni un judío ortodoxo ni religioso, su familia no otorgó demasiado significado religioso a la labor y la misión que se había propuesto realizar para su pueblo. Sin embargo, hacia la última parte de su vida, Eliezer reveló sin la menor vergüenza las motivaciones y las fuentes mas profundas de su vida. De ello da testimonio Robert St. John en la biografía que escribió acerca de este gigante del sionismo: 

Spe encerró en su estudio y se pasó el tiempo trabajando sobre el diccionario y el manuscrito de los clásicos hebreos. Escribió ocasionalmente algún artículo para el periódico de su hijo que, en ese momento, mencionaba la línea de la fecha, de dos maneras: tantos  años desde la destrucción del Templo y tantos años desde que se pronunció la Declaración Balfour...El talit que Ben Yehuda había llevado durante sus primeros días en Jerusalén, cuando estaba intentando conseguir el apoyo del grupo ortodoxo, ahora lo llevaba sencillamente porque deseaba llevarlo puesto.  

La nueva actitud que adoptó con respecto a su antigua religión dejó perplejas a muchas personas. Algunas pensaron que se trataba sencillamente de una pose, un nuevo truco y otras que dudaron de su sinceridad.

Pero un día uno de los amigos de Ben Yehuda le tapó la boca a uno de los que dudaban de su sinceridad, de un modo un tanto clamoroso, diciendo:

“Yo estaba en la Sinagoga Hurva el día en que se pronunció oficialmente el fin del Tercer Exilio. Ben Yehuda también estaba allí y yo estaba lo suficientemente cerca de él como para ver las lágrimas que caían por su rostro y ví la mirada en sus ojos.

Supe entonces lo que siempre había sospechado, que en el fondo de todo Ben Yehuda tenía un alma profundamente religiosa. Ha luchado contra la superstición, la intolerancia y el fanatismo, pero eso no quiere decir que no sea un hombre bueno y humilde.

En los últimos días de su vida Eliezer Ben Yehuda comenzó a experimentar una serenidad interna, que pudieron observar todos los que le rodeaban. (156)

He citado completos varios de los asombrosos pasajes de la historia de algunos de los más destacados dirigentes sionistas con el propósito de mostrar de qué sufrimiento y dolor, pero también con frecuencia de que profunda fe y oración, surgió el actual movimiento sionista. Lo he hecho a drede porque hay personas de diversos trasfondos políticos y religiosos que han difamado, y continúan, con frecuencia difamando este precioso movimiento, basado en la Biblia, como si fuese un movimiento siniestro, creado por los hombres, como una conspiración o movimiento político que no hay manera de que tenga nada que ver con Dios, pero nada hay más lejos de la verdad.  

Quiero concluir este capítulo con una oración que han venido haciendo los judíos en las sinagogas durante las tres principales fiestas judías: la de la Pascua, la de las Semanas y la de los Tabernáculos. Es una oración que ha sido pronunciada por millones de judíos durante todos los años de su dispersión:   

Hemos sido exiliados de nuestra tierra y vistos obligados a encontrarnos lejos de nuestra patria por causa de nuestros pecados, por lo que no podemos ir y postrarnos ante Ti...debido a la violenta mano que ha caído sobre tu santuario...Revela tu esplendor y tu majestad ante la vista de todos los vivientes. Acerca a nuestros dispersos de los extremos de la tierra, llévanos a Sión, Tu ciudad, con júbilo y a Jerusalén, el lugar de Tu morada, con gozo eterno.

Y han orado en el Sabbath:

"Porque confiamos en tu Santo Nombre, grande y sublime, nos gozamos en tu salvación. Haz que podamos regresar en paz de los cuatro rincones del globo a nuestra propia tierra, porque Tu eres el Dios que nos salva...En tu inagotable benevolencia, sustenta y recoge a nuestros dispersos en tu lugar santo, para que puedan guardar tus mandamientos y servirte con un corazón puro...Oh Señor, Padre nuestro y Padre de nuestros antepasados, sea tu voluntad que el Templo sea reconstruido rápidamente en nuestros días, para que te podamos servir de acuerdo a Tu voluntad...Haz que nos regocijemos, Señor Dios nuestro, y mediante la restauración del Reino de David, Tu escogido. Que tu Reino restaure prestamente el gozo en nuestros corazones y no permitas que ningún extraño ocupe el trono de David y que empañe su gloria..."

En respuesta a estas oraciones, sufrimientos y agonía de su propio pueblo, Dios responde de una manera que es a la vez asombrosa y tierna:

“El cielo es mi trono y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Dónde está esa casa que me edificaréis? ¿Dónde está ese lugar para mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas; es así como todas estas cosas llegaron a existir, dice Jehová. Pero a éste miraré con aprobación: el que es humilde y contrito de espíritu y que tiembla ante mi palabra...¿Quién ha oído cosa semejante? ¿Quién ha visto tales cosas? ¿Podrá nacer un país en un solo día? ¿Nacerá una nación en un instante? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz sus hijos. Yo que abro la matriz, ¿no haré dar a luz? ha dicho Jehová. Yo que hago nacer, ¿la habré de cerrar? ha dicho tu Dios. Alegraos con Jerusalén y gozaos con ella, todos los que la amáis. Regocijaos todos los que estáis de duelo por ella, para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que chupéis y os deleitéis a seno lleno.” (Isa. 66:1-2, 8-11).

Después de casi 2.000 largos años de esperar, de sufrir, de humillación, de masacres, de una agonía indescriptible, pero también de esperanza y de oraciones, por fin ha sucedido. 

Los judíos han regresado (y lo siguen haciendo) de los cuatro rincones del mundo, del norte, de Europa y del sur, de Egipto, Yemen, Marruecos, del oeste y del este, regresando a la tierra que les ha estado esperando durante todos estos siglos. Ha llegado por fin el día que había anunciado el salmista: “Levántate, ten misericordia de Sión, porque ha llegado el tiempo de tener compasión de ella.” (Salmos 102:13).

Nacería una nación en un solo día, y después de 2.000 años, llenos de sufrimientos, por fin ha sucedido. Israel nació de nuevo el 14 de Mayo de 1948. 

Claude Duvenoy escribe:

El 15 de Mayo era un Sábado, el Sabbath. Fue simbólico que ese día fuese precisamente un día de reposo, porque Israel podía por fin descansar de su prolongado martirio, que había durado veinte siglos, y Dios fue alabado en todas las sinagogas. En Roma los judíos cantaron y lloraron de alegría bajo el arco de Tito, que conmemora la derrota de los ejércitos judíos y la destrucción de Jerusalén en el año 70. David Ben-Gurion, el Josué resucitado, proclamó en la Declaración de la Independencia: 

“...El Estado de Israel abrirá sus puertas a los inmigrantes judíos de todos los países del exilio; se dedicará al desarrollo del país para beneficio de todos sus habitantes; se basa en el principio de la libertad, la justicia y la paz proclamada por los profetas de Israel...Depositamos nuestra confianza en la Roca de Israel.” (157)    

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Capítulo 11


Por qué se odia a Israel 

Sí, fue establecido el Estado, pero en el momento en que sucedió, como pasó con el Cristo recién nacido en Belén, las fuerzas del mal quisieron atacar y estrangular a Israel. Siete ejércitos árabes, de Egipto, Jordania, Siria, Irak, Líbano, Arabia Saudí y las fuerzas del Mufti de Jerusalén, la invadieron y la atacaron cuando apenas si había acabado de bailar y regocijarse en las calles de Jerusalén y de otras ciudades y pueblos por toda la nación.  

En cierto modo, siempre ha sido así en la historia de Israel. En el Salmo 83 encontramos las siguientes palabras:

“Oh Dios, no guardes silencio. No calles, oh Dios, ni permanezcas inmóvil. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen han levantado la cabeza. Contra tu pueblo han consultado astutamente; han entrado en consejo contra tus protegidos.” Salmos 83:1-3.

Satanás ha odiado siempre a Israel. Antes de que se produjese el Exodo de Egipto, puso el corazón del faraón en contra de ellos. Antes del éxodo de Media y de Persia, utilizó los celos que tenía Amán de Mardoqueo para urdir un complot para asesinarlos a todos. Más adelante, tuvo a Hitler de su parte para evitar el tercer retorno del pueblo judío y para masacrarlos mientras estaban aún en Europa. Siempre había sido de ese modo, y ahora que los judíos habían regresado y por fin tenían su Estado, después de dos largos milenios, fue nuevamente suscitada su ira. 

A fin de poder entender ese odio que sienten los árabes contra el pueblo de Dios, es decir, contra los judíos y el retorno a su patria y el posterior establecimiento de su Estado, es preciso que examinemos los orígenes de ese odio.

   Joan Peters ha escrito un libro excelente sobre el tema, después de realizar un estudio a fondo, titulado From Time Immemorial (desde tiempo inmemorial) (158), que está ampliamente aceptado como la obra definitiva sobre el tema. Posiblemente sea uno de los libros que los enemigos de Israel más odian y temen. Citaré extensamente de él.  

De la misma manera que había una ideología concreta detrás del odio y de las atrocidades cometidas por Hitler y los nazis, existe tras el odio y las guerras declaradas por los árabes en contra del pueblo judío y el pueblo de Israel. No se trata sencillamente de que sea “su tierra” la que están tomando, sino que tiene unos orígenes más profundos, uno de los cuales es la influencia y la ideología del Islam. 

Nadie que haga caso omiso o que no haya realizado un estudio del aspecto islámico del conflicto podrá entender las verdaderas razones del amargo odio y de la continua batalla en contra de Israel. Permítanme, por lo tanto, comenzar con algunos extractos del recientemente publicado Covenant of the Islamic Resistance Movement (Pacto del Movimiento Islámico de Resistencia) (Hamas).  

El Movimiento Islámico de Resistencia es uno de los eslabones de la cadena de la lucha contra los invasores sionistas...se extiende y se forma un todo con otra cadena, que incluye la lucha de la hermandad palestina y musulmana...El Movimiento de Resistencia Islámica aspira a convertir en realidad las promesas hechas por Allah, por mucho tiempo que les lleve eso. El profeta, que Allah le bendiga y le conceda la salvación, ha dicho: “No llegará el día del juicio hasta que los musulmanes luchemos en contra de los judíos” (matándoles).

El Movimiento de Islámico de Resistencia está convencido de que la tierra de Palestina es un Waqf  islámico consagrado para las futuras generaciones islámicas hasta el día del juicio. 

No existe solución alguna para el tema palestino mas que por medio de la Jidah. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales no son más que una pérdida de tiempo y vanos esfuerzos.          

Artículo 14: el tema de la liberación de Palestina está unido mediante tres círculos:

1. El círculo palestino

2. El círculo árabe y

3. El círculo islámico.

Cada uno de estos círculos tiene un papel que desempeñar en la lucha en contra del sionismo. (159)

Este último punto es crítico si hemos de entender los principales factores inherentes en el conflicto de Oriente Medio. Los tres círculos son musulmanes y, sin embargo, aunque en cierto sentido están separados, funcionan bajo la influencia del Islam, están unidos en su propósito de alcanzar esa meta universalmente declarada como musulmana, de que Palestina sea un país que revierta al gobierno y se coloque bajo la soberanía islámica. Ese es, en resumen, el quid de todo el conflicto de Oriente Medio. Para que veamos que ese es, realmente, el caso, lo documentaremos de diversas maneras:   

En la actualidad, la mayoría de los relativamente mal informados periodistas y políticos en Occidente creen equivocadamente que siempre y cuando Israel se retire de los “territorios ocupados”, es decir, Gaza, Judea y Samaria (la “orilla occidental”) y los Altos del Golan, será posible conseguir la paz en Oriente Medio. 

El motivo por el que lo creen ésto es por su falsa percepción de que el conflicto se debe básicamente a la tierra, mas que a la realidad de que lo que se pretende conseguir realmente es eliminar a Israel del mapa de Oriente Medio. Esto se puede comprender fácilmente con examinar más de cerca la historia de la región.   

¡Durante la guerra de los seis días, el presidente egipcio Abdel Gamal Abder Nasser no mandaba a su ejército y a sus soldados que liberasen a Gaza y a la “Orilla Occidental”, porque esas tierras estaban ya en manos árabes, en las de Egipto y de Jordania.  

No, Nasser estaba mandando a sus tropas que matasen a los judíos, a que destruyesen Israel. La batalla no tuvo lugar por la “Orilla Occidental”, sino con el propósito de destruir el Estado de Israel en el nombre de Allah y del Islam.    

Después de todo, la OLP se formó en 1964, tres años antes de que la “Orilla Occidental” se hallase bajo la soberanía israelí en la defensa propia de los seis días. Lo que ésto significa es que más que para liberar la “Orilla Occidental”, que estaba ya bajo el control de los árabes, la OLP se formó para “liberar” a toda Palestina de la soberanía judía, que es lo que significa su nombre. 

Si hubiera sido sencillamente cuestión de dividir la tierra entre dos pueblos: los judíos y los árabes palestinos, entonces los árabes tuvieron oportunidad más que de sobra durante 1947, cuando la resolución de las Naciones Unidas sugirió exactamente eso, la partición de la tierra en estados para los árabes y los judíos, pero fueron los árabes y no los judíos, los que se negaron a aceptar el plan de partición porque lo querían todo: Tel Aviv, Jaffa, Haiffa, ¡todo para ellos!

Pero los musulmanes y los árabes “venden” el conflicto de Oriente Medio a un mundo crédulo como si los judíos ocupasen las tierras árabes, cuando sucede  justamente lo contrario. Fueron los árabes los que le declararon la guerra a Israel en 1948  porque querían quedarse también con la tierra que había sido reservada (mediante la partición) por las Naciones Unidas para los judíos y ese es el motivo por el que ha venido habiendo guerra en Oriente Medio durante casi 50 años. 

Hay otra cosa que tenemos que tener en cuenta. La tierra original del Mandato Palestino, reservada por la Liga de Naciones y la Declaración Balfour, para que los judíos se estableciesen en ella como su patria, incluía tanto la orilla este como la oeste del Río Jordan, que estaba compuesta por el este y el oeste de Palestina. 

Sin embargo, a pesar de que toda la tierra, tanto el este como el oeste de Palestina, había estado destinada a convertirse en colonizaciones judías y patria de los judíos, los británicos, presionados por los árabes, arrancaron el 75 por ciento del sector para aplacar al rey hasemita, Faisal. Por tanto:

"...la “tierra nativa” de las “Palestinas” árabe y judía, obtuvieron la independencia en ese mismo período de dos años. Transjordania en 1946 (entregada a Abdullah) e Israel en 1948.” (160)

Pero ni siquiera les bastó con eso a los árabes, tenían que destruir Israel por completo. ¡Olvidemos el hecho de que el territorio conjunto ocupado por los descendientes de Ismael es 614 veces mas grande que lo que le quedaba a Israel, 614 veces! Eso es dos veces el tamaño de los Estados Unidos. 

 El Pacto de la OLP, que prácticamente ordena este mismo propósito, la destrucción del Estado de Israel, disfruta a la postre del apoyo de todos los estados árabes musulmanes que, por decisión unánime, hicieron a la OLP la legítima representación del pueblo palestino. No existe constancia de que ni uno solo de los estados árabes haya solicitado que se anule oficialmente o se modifiquen los artículos de la carta constitucional de la OLP que directamente requieren la destrucción del estado soberano de Israel. ¿Por qué no? Porque, de hecho, ninguna de las naciones árabes   tienen nada que objetar a estos párrafos.    

 Como dice el anteriormente mencionado Pacto del Movimiento de Resistencia Islámica, existen tres movimientos o círculos, todos ellos cooperando por alcanzar la misma meta, es decir, eliminar a Israel. El círculo palestino, el círculo árabe y el círculo musulmán no tienen básicamente disputa alguna en lo que se refiere a su propósito final, el desarraigar de su medio islámico ese tumor cancerígeno que es Israel. 

Por eso fue por lo que la OLP apoyó y cooperó tanto con el Ayatollah Khomeini, que a pesar de no ser árabe, era un hombre en el que podían confiar como un musulmán fanático dispuesto a luchar contra los judíos. Khomeini obtuvo mucha ayuda de Arafat que, al besar y abrazar al ayatollah después de la revolución que había tenido tanto éxito, le dijo: “¡Este abrazo es por la liberación de Jerusalén y de Palestina!”   

Recordemos claramente que ninguna de las naciones árabes, ni los estados islámicos más distantes, ha exigido nunca a Arafat o a la OLP que cambiase la carta constitucional de la organización. ¿Por qué? Una vez más, sencillamente porque en los corazones de millones de musulmanes está el deseo ardiente de destruir el estado judío, ya sean árabes, iraníes, musulmanes hindúes o malayos, no haz diferencia alguna. Pregúntenselo y le responderán que: la destrucción de Israel es la voluntad de Allah. 

Eso fue lo que dijo uno de los primeros dirigentes árabes palestinos musulmanes, el Gran Mufti de Jerusalén, Haj Amin al Husseini, cuando estuvo de huésped, juntamente con Hitler, en la Radio de Berlín en 1942: “matad a los judíos, matadlos con vuestras manos, con vuestros dientes, porque esto agrada a Allah.”

Curiosamente, Arafat es un familiar de Haj Amin al Husseini, como también lo es Faisal Husseini, uno de los principales portavoces actuales de la delegación palestina en las “Charlas para la Paz en Oriente Medio.”

Arafat nació en 1929 y su nombre completo, tal y como lo registró su padre Abdul en el ministerio interior del Cairo, es Rahman Abdul Rauf Arafat Al-Qudwa Al-Husseini. Arafat era el nombre de un monte sagrado cerca de la Meca en el cual Mahoma, según la fe islámica, fue transformado en el último mensajero de Allah. 

Durante sus primeros años Arafat estuvo sometido a la profunda influencia y las enseñanzas de su maestro musulmán, Yusuf al-Akbar, con el que pasó muchas horas. Para cuando Rahman tenía ocho años, pasaba más tiempo en compañía de al-Akbar que con su familia. Este le lavó el cerebro a Arafat, convenciéndole de que tenía un papel muy especial que representar. De este modo, el efecto islámico sobre el joven Arafat fue la primera y más importante influencia en toda su vida. Esto explica por qué el jefe de la OLP siempre se ha podido relacionar bien con los dirigentes musulmanes más fanáticos, incluso durante períodos de distanciamiento y rivalidad, como sucedió en su relación con el lider libio Muammar Qaddafi. 

 De manera que nos enfrentamos una vez más con la influencia predominante del Islam en la lucha árabe palestina de nuestros días contra Israel. ¿Cuáles fueron los orígenes del Islam? ¿Por qué ha causado semejante destrucción dondequiera que se ha extendido?

Fue en la Noche de Poder, según se la denomina, durante el mes de la Abstinencia, cuando el ángel Gabriel se le apareció por primera vez a Mahoma. Macbride dice en “Mohammedan Religion Explained” (La explicación de la religión mahometana):

Después de que se le apareciese...se dice que hubo una intermisión de dos años, durante la cual (Mahoma) sufrió alucinaciones y pensó en varias ocasiones en quitarse la vida. Sus amigos se sintieron alarmados y llamaron a exorcistas y él mismo dudaba de su sanidad mental. En una ocasión le dijo a su esposa: “Oigo un sonido y veo una luz. Me temo que hay gins (espíritus) en mi interior” y en otra ocasión dijo: “me temo que soy un Khadijah”, es decir, un adivino poseído por Satanás. “Dios” respondió Khadijah, “nunca lo permitirá porque tu cumples tus compromisos y ayudas a tus familiares” y, según algunos, añadió: “serás el profeta de tu nación.” Estos sonidos, como si fuesen producidos por un reloj o una campana, cuentan entre los síntomas de la epilepsia. Encontrándose en ese  mórbido estado de sentimientos se dice que escuchó una voz, y al levantar la cabeza, contempló a Gabriel, que le aseguró que era un profeta de Dios. Asustado, regresó a su casa y pidió protección. Tuvo un ataque y le echaron agua fría y cuando recuperó el conocimiento oyó las siguientes palabras: “oh tú, el protegido, levántate, predica y ensalza al Señor” y a partir de entonces se nos dice que recibió revelaciones sin interrupción. Antes de esta supuesta revelación había recibido tratamiento médico por causa del mal de ojo y cuando descendió sobre él el Corán por primera vez se desmayó en varias ocasiones y, tras violentos temblores, se le cerraron los ojos y le salía espuma por la boca. Khadijah se ofreció a llevarle a uno que podría librarle del espíritu maligno, pero él se lo prohibió. (161)  

Si esto no deja claro los extraños orígenes del Islam, tal vez debiéramos examinar los frutos y las consecuencias que acompañaron a la difusión de la religión. Dondequiera que llegaba el Islam lo hacía subyugando a las personas mediante la espada y cometiendo horribles masacres, todo en el nombre de Allah. 

Esto ha sido documentado por Bat Ye’or en sus dos libros, The Dhimmi: Jews and Christians under Islam (Los Dhimmi: los judíos y los cristianos bajo el Islam) (162) y en francés Les Chrétienté d’Orient Entre Jihad et Dhimmitude (163) que relata la terrible destrucción de las comunidades cristianas por todo Oriente Medio como resultado de la difusión del Islam. 

Al volverse los musulmanes cada vez más poderosos, la Guerra Santa se extendió más allá de Arabia. Siendo inicialmente una lucha por los  saqueos, la jihad  se convirtió en una guerra de conquista sujeta a un código de legislación, siendo su propósito principal  la conversión de los infieles. Se permitían las treguas, pero nunca una paz duradera. Normalmente los politeístas tenían que escoger entre la muerte o la conversión; la vida, la libertad de reunión y la inviolabilidad de sus pertenencias era, bajo ciertas condiciones, concedida a los judíos, a los cristianos y zoroastras y, posteriormente, por fuerza, a los hindúes.  

La jihad es una concepción global que divide a los pueblos de la tierra en dos campos irreconciliables: el de dar al-Harb o “Territorio de Guerra”, que cubre las regiones controladas por los infieles y dar al-Islam, “el Territorio del Islam”, la patria musulmana donde reina la ley islámica. La jihad es el estado de guerra normal y permanente entre los musulmanes y el dar al-Harb, una guerra que solo puede terminar con el dominio final sobre los infieles y la absoluta supremacía del Islam en todo el mundo. En el siglo catorce, un jurista llamado Ibn Taymiyya justificó este estado permanente de guerra afirmando que la posesión de las tierras por parte de los infieles era ilegítima y que, por ello, era preciso que la tierra revirtiese, por Derecho Divino, a los seguidores de la auténtica religión. De ese modo, la jihad se convertía en el medio por el cual los musulmanes recuperaban lo que les había sido usurpado en la tierra por los infieles. En este sentido, es una guerra santa y legítima porque restablece a los musulmanes las tierras y posesiones que debieran ser parte de dar al-Islam, pero que retiene ilegalmente dar al-Harb. Por ese motivo, cualquier acto de guerra en dar al-Harb, que no tiene derecho legal a existir, puede ser considerado como justo y legítimo y está, por lo tanto, exento de ninguna desaprobación moral...  

Los juristas musulmanes establecieron los derechos de conquista sobre la base del tratamiento dado por Mahoma a los judíos de Arabia. Este trato se convirtió en un ejemplo, que sirve de norma universal que se debe aplicar a todos los judíos, cristianos, zoroastras y cualquier otra creencia derrotada en la jihad. De la misma manera que Mahoma había perdonado la vida a los judíos de Khaybar, que reconocieron su protectorado (soberanía), los conquistadores árabes concluyeron tratados de “tolerancia” con otros pueblos que, enfrentados con la jihad, se sometieron a su dominio. La condición dhimmi, que es una consecuencia directa de la jihad está relacionada con este mismo contrato. Hace que cese los derechos iniciales del conquistador sobre los seguidores de las religiones reveladas bajo pago de un tributo, tal y como el que habían acordado pagar los judíos al profeta en Khaynar. (164).

El término “islamización” se refiere a un complejo proceso político, económico, cultural, religioso y étnico mediante el cual las poblaciones islamizadas de antecedentes árabes o turcos dominaban al pueblo, a las civilizaciones  y a las religiones locales de los países que habían invadido. En este proceso nos encontramos con dos factores diferentes: la fusión, es decir, la absorción de las civilizaciones locales por parte de los invasores, la conversión de las gentes de la tierra al Islam y los conflictos, es decir, las masacres, esclavitud, deportaciones y destrucción sistemática de las civilizaciones locales en sus formas o expresiones culturales y religiosas. Esta evolución no elimina la coexistencia simultánea de situaciones de conflicto y de fusión.   Este proceso se ha utilizado en países como Armenia, Persia, Siria, Palestina, Egipto, el norte de Africa, Chipre, Creta, España, Francia e Italia. (165)

Joan Peters escribe:

'...el plan original del profeta Mahoma había sido el de inducir a los judíos a adoptar el Islam; cuando Mahoma comenzó su gobierno de Medina en el año 622 A.D. se encontró con pocos que le apoyasen, por lo que adoptó algunas prácticas judías, incluyendo la oración diaria de cara a Jerusalén y el ayuno durante el Yom Kippur, con la esperanza de ganarse a los judíos. Pero la comunidad judía rechazó la religión del profeta Mahoma, prefiriendo seguir sus propias creencias, después de lo cual Mahoma sustituyó Meca por Jerusalén y abandonó muchas de las prácticas judías." 

Tres años después comenzó la hostilidad árabe en contra de los judíos, cuando el ejército de Meca exterminó a la tribu judía de Quraiza. Como resultado del resentimiento que sintió el profeta Mahoma, el mismo Corán contiene muchas de sus hostiles denuncias a los judíos y los amargos ataques a las tradiciones judías, que sin duda han coloreado las creencias musulmanas religiosas hasta la fecha. (166) 

Yaser Arafat afirmó en 1970: 

La liberación de Palestina y el acabar con la penetración  sionista, política, económica, militar y propagandística, en los estados musulmanes, es una de las obligaciones del mundo musulmán. Debemos luchar una guerra santa (jihad) en contra del enemigo sionista, que ambiciona no solo Palestina, sino toda la región árabe. (167)

Para aquellos que no ven la relevancia de la Biblia en relación con el Sionismo y con Israel, puede ser interesante saber que al menos los enemigos de Israel se lo toman en serio:

En Julio de 1982 la UNESCO aprobó una resolución exigiendo que se escribiese de nuevo la historia relatada en la Biblia (judía), para que se eliminase de ella a los judíos. (168)

 Esto sucedió después de que Yasser Arafat hiciese una visita en Octubre de 1980, dirigiéndose a la conferencia de la UNESCO en Belgrado en el que hizo un crítico ataque al sionismo.

 Hasta en el año 1981, los países musulmanes, reunidos en la celebración de la conferencia Cumbre Islámica en Taib, Arabia Saudi, accedieron al deseo de Arafat cuando afirmaron en su quinta resolución:

Los países islámicos dejaron claro en su resolución que la palabra jihad  se usa en el sentido islámico, que no es susceptible de interpretación o malentendido, y que las medidas prácticas para su implementación se adoptarán de conformidad con y en constante consulta entre los países islámicos. (169)

Por lo tanto, vemos por lo anteriormente expuesto, que el factor islámico en el conflicto de Oriente Medio, a pesar de que algunos políticos lo pasan por alto, ha sido uno de los más poderosos y peligrosos de todos. Esto fue lo que el presidente Herzog de Israel intentó transmitir a los europeos cuando se dirigió a los parlamentarios en Estrasburgo en 1992: 

Es la propagación del fundamentalismo islámico lo que amenaza los regímenes en la mayor parte de Oriente Medio en la actualidad, lo que promueve las insurrecciones...en muchos países de nuestra región y se está extendiendo rápidamente por todo el mundo. 

  Concentrándonos en la creciente preocupación causada por los intentos realizados por los estados islámicos, en lo que se refiere a la adquisición de  armas nucleares, químicas y biológicas, el Presidente Herzog advirtió que cuando se une a los fundamentalistas islámicos extremistas con el terror de las armas de destrucción masiva, “es inevitable encontrarse con la fórmula de la catástrofe.”      

En su libro acerca del Islam, mi amigo árabe, el Dr. Anis Shorrosh escribe lo siguiente:

En la Batalla de Tours, Francia, que tuvo lugar en 732 AD, se detuvo allí mismo a los musulmanes, que avanzaban con sus ejércitos con el propósito de conquistar al mundo, pero ahora se está intensificando el clamor, como escuchamos en Inglaterra en el verano de 1985: “Si nos podemos apoderar de Londres para que pertenezca al Islam, podemos apoderarnos del mundo entero.” Su esfuerzo es militante y está representado por hombres como el Ayatollah Khomeini en Iran, los regímenes militares como el del Coronel Qaddafi de Libia y la trágica guerra civil del Líbano. (170) 

 El alto comisionado británico y jefe supremo de Palestina, J.R. Chancellor escribió el 1 de Septiembre de 1929:

Me he enterado con horror de los atroces actos cometidos por grupos de malhechores despiadados y sedientos de sangre, de los asesinatos de los indefensos miembros de la población judía, sin tener en cuenta ni su edad ni su sexo, actos de un salvajismo indescriptible. (171)    

Joan Peters escribe:

La violencia de Yasser Arafat, de la OLP y de otros que afirman que “solo comenzó en contra de los judíos desde el resurgimiento de la nación de Israel en 1948” con su terrorismo “palestino”, fue de hecho un factor crítico en los primeros desarrollos que provocaron las condiciones  de cambio de la población palestina. Estando en su Tierra Santa, los judíos, así como los cristianos, se vieron sometidos a una inhumana discriminación, a la persecución y a los pogromos. Según el informe del Consulado Británico de 1839, la vida de un judío no era “mucho mejor” que la de un perro. (172) 

El hecho de que ese no solo les sucedía a los judíos y los cristianos de Tierra Santa, sino también a los que vivían como lo hacían los dhimmies bajo el gobierno musulmán durante siglos, en otras partes de Oriente Medio, es algo ampliamente documentado en “The Dhimmi” escrito por Bat Ye’or: 

En The Closed Circle (el círculo cerrado) escribe David Pryce-Jones:

Haj Amin (el Mufti de Jerusalén) conoció a Hitler el 28 de Noviembre de 1941. Estaban de acuerdo en la necesidad de destruir a los judíos de todo el mundo, (Nota del editor: no solo en Israel, ¡como les gustaría hacer creer a este mundo tan crédulo los árabes palestinos!), sino que  Hitler se abstuvo de comprometerse a liberar a los árabes...

 Convirtiéndose en un útil aliado, Haj Amin acabó siendo un criminal de guerra. Ya se había reclutado un destacamento de adiestramiento árabe-alemán entre los voluntarios árabes en Alemania, que llevaban el uniforme alemán con un letrero en su brazo que decía: “Frei Arabien”. Qawukji, el comandante militar de Haj Amin había llegado ya a Berlin y con su ayuda el destacamento de adiestramiento se amplió para convertirse en una legión árabe. La legión estaba abierta a otros musulmanes, por ejemplo, los bosnios y al final se convertiría en una unidad de las SS. No tardó Haj Amin en apreciar la importancia de Himmler  y se colocó bajo su patronazgo especial, instándole mediante una serie de cartas y súplicas, sin duda todas superfluas, a que bloquease las rutas de escape de los judíos que estaban en los Balcanes y en otros lugares y esforzarse en exterminarlos...Haj Amin estaba diciendo: “Matad a los judíos dondequiera que los encontréis porque eso agrada a Dios, a la historia y a la religión.” Desempeñó su parte al máximo, en cuanto a ayudar e incitar el asesinato masivo. Hitler llegó a estar convencido de que se podría haber hecho un mayor uso de los árabes, diciendo en Febrero de 1945 que lamentaba no haberlo hecho, porque podrían haber servido como “nuestra mejor carta” teniendo en cuenta que “el mundo islámico estaba estremeciéndose a la expectativa de nuestra victoria.” (173) 

 Ya se ha dicho bastante sobre el motivo implícito en relación con el odio en contra de los judíos y de Israel, que poco tiene que ver con encontrar una solución justa para los árabes palestinos, que es la historia que con tanto éxito le han vendido al mundo. La “solución justa” a la que aspiraban los árabe palestino, bajo el liderazgo de la OLP, apoyada primeramente y sobre todo por las demás naciones árabes y luego por el resto del mundo musulmán, era la  destrucción y arrasamiento de Israel. Existía una evidente similaridad entre las consignas de los nazis y de los árabes musulmanes. Los nazis querían purgar a la raza aria de las “sabandijas” judías y los árabes musulmanes querían purgar al Islam del estado judío y de la soberanía que representaba ese “cáncer.”    

No cabe duda que es lamentable leer estas cosas, pero en especial para el pueblo judío que ansía con tanta desesperación vivir en paz con sus vecinos.

No olvidemos, después de lo mucho que se habla sobre los refugiados árabes palestinos que huyeron de Israel durante la Guerra de la Independencia en 1948, que un número equivalente de refugiados judíos, que huyeron de los países árabes, dejando tras de sí mucha más tierra, cuentas bancarias, casas, muebles y otras pertenencias en manos de los árabes de lo que dejaron  los árabes palestinos cuando huyeron de Israel. Por lo tanto, en el intercambio de facto que se produjo, los árabes fueron los que salieron ganando porque recibieron y se quedaron con más riqueza y propiedades de los judíos que habían huido de sus países, de todo lo que dejaron los árabes que se marcharon de Israel. 

Terrence Prittie, anterior editor del Manchester Guardian , ha escrito un librito sobre este sorprendente fenómeno, que ha titulado The Double Exodus (el doble éxodo), en el que escribe:

Los árabes de Haifa siguieron las instrucciones de su propio Comité Nacional, y se fueron. Hasta la mujer que hacía auto stop, Leila Khaled, que afirmó que la habían “echado” de su casa, admitió que  de hecho se la habían llevado en un taxi, siguiendo las órdenes de su madre, haciendo totalmente caso omiso de las instrucciones dadas por el padre, en el sentido de que la familia se quedase donde estaba.        

El esfuerzo realizado por las autoridades judías por detener a los árabes que huían los menciona un informe, correspondiente al 28 de Abril, el Superintendente de Policía de Haifa: 

“No se ha producido cambio alguno en la situación de Haifa. Los judíos siguen aún esforzándose por convencer a la población árabe que se quede y vuelva a su vida normal en la ciudad.”

Los periodistas británicos que se encontraban en la ciudad también presenciaron los esfuerzos realizados por los judíos por detener la salida de refugiados, como en este relato de un corresponsal especial del periódico Economist:

“Durante los próximos días las autoridades judías, que controlaban totalmente la ciudad de Haifa (a excepción de algún distrito limitado que se encontraba aún bajo el control de las tropas británicas) instaron a todos los árabes a que permaneciesen en Haifa, garantizándoles la protección y la seguridad. Según tengo entendido, la mayoría de los residentes civiles británicos, a los que los árabes les pidieron consejo, les dijeron que lo más sensato sería que se quedasen. Sin embargo, de los 62.000 árabes que habían vivido antes en Haifa,  solo quedaron unos 5.000 ó 6.000. Hubo varios factores que influenciaron su decisión de buscar la seguridad en la huida. Apenas cabe duda de que el más potente de estos factores fue un anuncio que hizo por la radio la  Autoridad Suprema Arabe, instando a todos los árabes a que se fuesen. El motivo que se alegó fue que una vez que los británicos se marchasen definitivamente, los ejércitos combinados de los Estados árabes invadirían Palestina y echarían a los judíos al mar, y se dio a entender claramente que los árabes que se quedasen en Haifa y aceptasen la protección judía serían considerados como renegados”...Se han hecho muy diversas afirmaciones acerca del problema de los refugiados árabes, pero ¿por qué hay que echarle la culpa a Israel de este problema? Cuando intentamos determinar la responsabilidad de la existencia del problema de los refugiados árabes, no podemos dejar de mencionar las fuerzas externas...que persiguen sus propios fines egoístas...que no tienen nada en común con la causa de la paz y la seguridad internacional ni con los interéses de los árabes ni del pueblo judío, y que solamente tienen que ver con los designios agresivos de los círculos gobernantes en algunos estados. (174)

A continuación citamos algunos párrafos de un articulo en árabe, escrito por Sabri Jrayyis, un conocido investigador árabe palestino del Instituto de Estudios Palestinos de Beirut, publicado en Al-Nahar, Beirut, el 15 de Mayo de 1975:     

“No es verdad que otros países extranjeros, especialmente la Rusia zarista, la Alemania Nazi, la Gran Bretaña y los Estados Unidos, fuesen los únicos agentes tras la situación que dieron pie a la creación de Israel. Los árabes también tomaron parte en el proceso. Es lamentable decirlo, pero la verdad es que participaron de forma muy activa. Cuando se estableció Israel, el 14 de Mayo de 1948, se calcula que tenía una población de aproximadamente 650.000 judíos. En la actualidad el número ha aumentado a tres millones, de los cuales medio millón fueron a Israel durante los últimos veintisiete años procedentes de ocho estados árabes, todos ellos actualmente miembros de la Liga Arabe, representando a todos tipo de regímenes existentes en el mundo árabe: monárquicos, revolucionarios, socialistas y progresivos. No es este el lugar más indicado para describir  cómo echaron a los judíos de los países en los que habían estado viviendo durante cientos de años, cómo fueron vergonzosamente deportados a Israel después de haberles confiscado sus propiedades o habérselas pagado al más bajo precio posible...

“Está claro que Israel sacará a la luz el asunto en cualquier negociación seria que se pueda realizar un día en lo que se refiere a los derechos de los palestinos...

“Lo que Israel exige es lo siguiente: tal vez sea posible que nosotros los israelíes hayamos sido los que hayamos motivado la expulsión de algunos palestinos de sus hogares durante la guerra de 1948, cuyo número se calcula en 700.000 y que luego nos quedásemos con sus propiedades. Pero en comparación con esto, desde 1948, vosotros los árabes habéis causado la expulsión de igual número de judíos de los estados árabes, la mayoría de los cuales se establecieron en Israel después de que les hubiesen quitado sus propiedades de un modo u otro. Por lo tanto, lo que realmente ha pasado es que se ha producido una especie de “intercambio de población y de propiedades” y cada parte debe afrontar las consecuencias. Israel está absorbiendo a los judíos procedentes de los países árabes y los países árabes, a su vez, deben establecer a los palestinos entre ellos y resolver sus problemas.


“No hay duda de que, en la primera discusión en serio sobre el problema palestino en un foro internacional, Israel presentará estas alegaciones.” (175)   

   

    Por lo tanto, no existe motivo alguno para no creer en el punto de vista que tiene Dios sobre las cosas. Las naciones árabes (aunque, como es natural, no los árabes particulares que han tenido que sufrir por causa de sus propios dirigentes) ya han sido pagados más que de sobre por las propiedades árabes, que tuvieron que abandonar en Israel cuando huyeron, gracias a todas las propiedades que llegaron a sus manos y que habían pertenecido a los judíos que tuvieron que huir de entre ellos.


    Hemos examinado algunas de las causas, con sus profundas raíces, de la actual batalla contra Israel, una batalla que debiéramos de esperar si la restauración de Israel está directamente relacionada con la redención de este planeta tierra, como dice la Biblia. Si es este el caso, como ha sucedido siempre en la historia de Israel, habrá enormes poderes e influencias que se pondrán en su contra. Esto es algo que ha pasado realmente y que seguirá pasando. El maligno no se va a dar fácilmente por vencido en su lucha contra los propósitos de Dios, especialmente si tienen que ver con la niña de sus ojos, su pueblo Israel.