sábado, 23 de diciembre de 2017

Si eres un "gato", siempre lo serás...

Eran tantos los hombres que violaban a la misma mujer hebrea, que para ella fue imposible saber quién era el padre del bebé... Por esta razón, los judíos que vivían esparcidos entre las naciones se vieron obligados a cambiar la formula de la geneología, ésa que les llevaba hasta Adam a través del padre.

En vez de decir "hijo de 'fulanito', hijo de 'menganito'", etc., tal y como siempre se había hecho y como se nos dice en la Biblia (en Génesis, cap. 5; 10; Lucas 3:21-37; etc.), a partir de entonces se tendría que mencionar a la madre y no al padre si querías que se te reconociera como hebreo. Y eso se aplica hasta el día de hoy.

Créeme, Israel no aceptará a cualquiera que le vaya diciendo que es judía/o si no dice con certificado en mano, que su madre es judía (También es verdad que con la prueba del ADN ahora lo tenemos más fácil).

En la actualidad hay miles y miles de hijos y nietos de sobrevivientes del Holocausto que -por razones obvias- decidieron borrar toda huella de su judaidad. De ahí, entre otras razones, la asimilación correspondiente y el olvido de quiénes somos realmente...

También hay millones de personas en el mundo que no saben quienes son los "huesos secos" y qué es lo que está pasando con ellos (Ezeq. 37). Tampoco saben quiénes son los "anusim" (los descendientes de aquéllos que fueron violados o forzados con el fin de ser "cristianos nuevos"). Ésa, parece ser, es la historia de mi familia y tal vez pudiera ser la tuya también, pues tus apellidos, características y tendencias son (o pueden ser) hebreas. Habría que verlo.

Para mí, un israelita es un descendiente directo de Jacob a través de cualquiera de sus 12 hijos. Dicho de otra manera, ser "gato" no consiste en ir vestido como uno de ellos, ir a una escuela para aprender a serlo, ser religioso, celebrar las Fiestas, leer el Talmud  o incluso recitar la oración "Shema Israel" (Deut. 6:4-11) como un loro o tener un certificado de "conversión".

Tampoco necesitas saber quiénes eran tus padres, cómo se llamaban, si eran altos o bajos, etc. si no los llegaste a conocer. No. Todo lo que necesitas saber es si eres o no un "gatito", sea de la clase que sea, y punto.

Como decía el otro: "Es una cuestión de SER o no SER".  iSi eres un gato, siempre lo serás! Y eso lo sabes porque tienes unos genes y unas tendencias o características únicas. Por ejemplo, dices: "miau", te gusta comer pescado y ratones, quieres estar siempre limpio y, sobre todo, tienes genes de gato y no de loro o de mona. Una vez que sabes que haces eso por naturaleza y no por cultura, interpretacion, educación o religión, estarás seguro de que, porque un gato y una gata te engendraron, naciste tú. Es más, sabes que cuando te "aparees" con una gata o un gato, tendrás gatillos y no palomas, ¿verdad?

Tampoco es "casualidad" que las calles,  los bares, iglesias (unas y otras), grupos religiosos, etc. estén llenas de personas con apellidos hebreos y, aunque no sea está la prueba más grande de que son hebreos, el hecho de  estar buscando al Dios vivo, amar a Israel, enfadarse cuando oyen hablar mal de él, querer ir "a Tierra Santa", querer aprender hebreo, etc, me dicen que estoy viendo y hablando con "gatitos"...

Repito: ¿Te has dado cuenta de esas personas que sin saber por qué les encanta el tema "Israel" o se partirían la cara por un país que no conocen pero que están locos por ir aunque "sólo sea una vez en la vida"?

¿Son tus apellidos de origen sefardí?

https://www.metro.pr/pr/mundo/2014/03/20/tu-apellido-origen-sefardi-encuentralo-hay-mas-5-mil-lista.html

Si te interesa indagar más sobre este tema, pregúntame, y con mucho gusto te ayudaré en todo lo que pueda.

Algunas de las preguntas que se suele hacer para saberlo son éstas:

1. ¿Hay alguna fórmula para llegar a saber o alcanzar lo que humanamente hablando parece  imposible descubrir o lograr, debido al tiempo que ha transcurrido?

2. ¿Cómo se las arreglaría el Eterno para decirnos si pertenecemos a algunas de las 12 tribus que componen Su Pueblo?

Esto y más daría paso a un estudio más amplio y profundo que dejaré para otra ocasión pero, por ahora y para empezar, te basta saber que   "el Eterno te conoció antes de la fundación del mundo, que sabía que estabas en el vientre  de tu madre, que sabe/conoce quiénes son suyos, dónde vives, en qué situación estás, los pelos que tienes", etc. Sí, todo eso y más está escrito en el Libro de  Instrucciones (Salmo 139; Jeremías 1:5 ss; Mateo 10:30; etc

Lo increíble de lo increíble es ver lo que Él hace para llevar a cabo Sus planes y proyectos y eso lo hará también con el tuyo.

A estas alturas y llevando tantos años dentro de este trabajo, el de buscar a los "desaparecidos",  informales, prepararles y con la ayuda de la Agencia Judía llevarlos a Israel si es eso lo que quieren, uno ha oído de, visto y conocido a cientos y  cientos de casos interesantísimos.

Verás, la historia que te mando es una de ellas. Aunque el personaje quiso dejar de ser hebreo y borrar todos los rastros por tener razones  de peso para hacerlo, al final tuvo que reconocer que su Creador sabía dónde estaba y que quería de él como fuéramos el caso del escritor del Salmo 139. En otras palabras, el "aceite" o el "corcho" termina emergiendo y flotando, simplemente por SER y no por pensar o creer que lo es, ¿me entiendes?

Aquí tienes el relato verídico que me ha enviado mi amigo (más que amigo). Léelo y verás la manera tan "única" y maravillosa que el Eterno utilizó para que toda una familia, viviendo en el "fin del mundo", volviera a "casa" (Israel), como estaba escrito que ocurriría antes de que venga el Mesías (Isaías 11:12; Amós 9:11-15; etc.). No se trata de un "cuento chino". La historia es real como te la cuento, y refleja una de los miles de los relatos increíbles que se desprendieron de los de las víctimas del Holocausto. Es una historia de luz y de esperanza. ¡Quién sabe si al leerla, el "gato" que pudieras llevar dentro de ti se despierte y te hiciera buscar en el "baúl de los recuerdos" para encontrar en él quién eres realmente, para que no sigas creyendo que eres un "conejito" como te hicieron creer hasta el día de hoy...

Y ahora, la historia, ¿vale?:

Un hombre sobrevivió al holocausto, pero perdió a toda su familia en los campos de exterminio.

Con la idea de dejar atrás esta horrible vivencia, decidió ocultar su condición de judío.

Ser judío le había hecho mucho daño, y por eso quería dejar "enterrado" en Europa este triste episodio de su vida.

Se estableció en Brasil, y allí formó una familia con su esposa y sus dos hijos.

Vivía feliz en su hogar, donde no existía ningún rastro de judaísmo.

Un día, su hijo mayor cumplió trece años, y lo llevó de compras para escoger un regalo.

Caminando por una calle del centro de la ciudad, se toparon con una extraña tienda en la que vendían objetos judíos.

Al chico le llamó la atención un escaparate en particular, y se quedó un rato observando esos extraños objetos que habían en él. Entre todos ellos, sus ojos se quedaron clavados en un candelabro tallado en madera, y le dijo a su padre que ése era el regalo que quería para su cumpleaños. El papá trató de convencerlo para que escogiera un juguete o ropa, pues "eso" no le serviría para nada...

Ante la insistencia del niño, el padre accedió, y entraron en la tienda. El encargado les explicó que el candelabro no estaba en venta, porque encerraba una historia muy especial. "Verán", les dijo, “durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes encerraron a todos los judíos de Europa en campos de concentración para luego matarlos. En uno de los campos, un judío muy religioso talló este candelabro, el cual se llama 'januquia', porque se enciende durante ocho días en la festividad de Januca. La idea e intención eran de que todos los judíos del campo, cientos de ellos, pudieran encender la januquia, a pesar del riesgo que eso representaba. Lo que él quería era fortalecer la moral y el espíritu de los presos que vivían día a día la amenaza de la muerte”.

Al finalizar la guerra, la januquia "sobrevivió" -no el artesano que la creó- y por alguna razón desconocida fue a dar a esta tienda.

El dueño no la quería vender por considerarla un objeto muy preciado.

El niño estaba fascinado con el candelabro, y más aún con su historia, y convenció a su padre para que se le comprara.

Finalmente le ofrecieron al dueño de la tienda una cantidad muy atractiva, y él accedió a venderlo.

El niño se llevó a su casa este tesoro, y muy emocionado se lo mostró a su madre. Lo colocó como adorno en su habitación, y todos sus amigos lo visitaban para admirar el candelabro de madera y escuchar su historia.

Un día, se le resbaló de las manos y al caer al suelo se le desprendió un brazo. El niño estaba muy consternado, pero su padre le aseguró que se podía pegar sin que se notara la unión. Al tratar de pegar el brazo al candelabro, notó que estaba hueco, y adentro estaba escondido un pequeño papel escrito con una mano temblorosa en francés (la lengua materna del padre, la misma que siempre ocultó). Ante el asombro de su esposa, leyó el emotivo mensaje que contenía la pequeña nota. En ella, el artesano judío relataba su historia y la razón por la que quiso tallar esta januquia de un viejo pedazo de madera. Comentaba también que en el campo se vivía con la incertidumbre del "mañana", y no sabía si alguien la encendería algún día. Por esa razón pidió a quien la encontrara que prendiera sus ocho luminarias en memoria de las almas de todos los judíos que murieron en el infierno nazi.
El mensaje estaba firmado por Shlomo Levín.

Al ver la firma al final de la nota, el padre no pudo seguir leyendo y se desmayó. Su esposa alarmada trató de hacer que recuperara el sentido y, al volver en sí, estalló en llanto, sin poder emitir una palabra y explicar a su familia lo que estaba sucediendo.

Después de un largo rato, y ya más calmado, el padre explicó a su familia que Shlomo Levín era su padre y relató su verdadera identidad.

Sus hijos estaban pasmados con la historia y comprendieron lo difícil que había sido para su padre ocultar su identidad.

Entonces, todos decidieron que, a partir de ese momento, serían lo que siempre fueron: judíos.

La familia Levín hizo Aliyá y ahora vive felizmente en Kfar Saba. Por supuesto, cada año en Januca encienden la januquia del abuelo, recordando a los seis millones de almas que se perdieron durante el Holocausto.

Estaban seguros de que la januquia había llegado a sus manos como un mensaje del Cielo gracias al interés del Eterno, la valentía del abuelo y la curiosidad del niño...

Dime, ¿casualidad?
RECUÉRDALO: El Señor sabe quién eres, dónde vives y, lo que es más: quiere llevar a cabo el proyecto que tiene para ti.

Y esto es todo, hoy por hoy, queridísimo/a amigo/a.

Por favor, si los pasas a otras personas, no te olvides de mencionar la procedencia; gracias.

Como siempre, un fuerte abrazo, un cordial SHALOM, y ¡ADELANTE!, ¡SIEMPRE ADELANTE! a la hora de hacer lo que el Eterno quiere que hagas allí donde Él te ha puesto para servirle (Ester 3:8-9; 4:13-14; 8:6): anunciar LAS BUENAS NUEVAS DE RECONCILIACIÓN, REDENCIÓN Y SALVACIÓN y amar al prójimo hasta que el Mesías tan esperado venga para establecer su REINO DE PAZ (no el de la ONU) tal y como está escrito en las Sagradas Escrituras.

Abrazos y ¡hasta siempre!

Samuel del Coso Román

Toldot (España o SEFARAD según lo que escribió el profeta Abdías en los versículos 20 y 21 de su libro)

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