jueves, 28 de abril de 2016

Vino nuevo para odres nuevos

Lo mismo que la Pascua, la Fiesta que nos recuerda la muerte y resurrección del Cordero, nos lleva a Shabuot (Pentecostes) cincuenta días después para “casarnos” con el Novio y recibir así la Ketubá o “contrato matrimonial” como es la Torá, las fiestas de RoshAsaná, Yom Kipur y Sucot nos introducen a la venida del Mesías ben David, Rey de reyes y Señor de Señores

Otra vez, si no queremos “dar palos de ciego o navegar sin brújula o sin estrella del norte”, deberíamos estudiar las Fiestas de YHVH paso a paso /ver Lev. 23 (Ojo, digo las de YHVH y no las de Israel):

<(http://www.hebroots.org/lassietefiestas.htm)>

Como suele ocurrir cuando una “nueva ola se nos viene encima”, reaccionamos de muchas formas debido a un montón de razones ... Unos se prestan a usarla dándole la bienvenida esperando ser llevados a sitios nuevos y frescos tan ansiados y esperados pero otros, por el contrario, se resisten y se aferran a sus “viejos odres” como las lapas lo hacen en las rocas ...
¿El resultado? pues rigidez, almidonamiento, intransigencia, crítica, miedos, soledad, et., etc.

Según entiende un servidor en medio de una situación de caos, confusión terminológica, inmoralidad, anarquía política y religiosa etc., etc.“la nueva ola” que hoy presenciamos nos habla de Israel y de su regreso a la tierra que el Eterno les dio … Claro, eso nos lleva a una situación muy especial por no decir “caótica” ya que el mundo no lo comprende por razones varias. Sin embargo, es toda una realidad le guste o no y de ahí que tengan que ser juzgadas tarde o temprano como está escrito. Pero, ¿y qué me dices del rechazo a esa realidad (la de Israel) de aquellos que no son “del mundo” leen y estudian la Bilbia como es el caso de muchísimos pastores y la mayor parte de sus ovejas? Créeme, si te arrimas a ellos o ellos se arriman a ti, el enfrentamiento y otras cosas muy feas es inevitable tarde o temprano dejando la "amistad y los amores" al descubierto ...

Como digo, la cosa “tiene mucha miga” pues “la sana doctrina”, interpretaciones y posturas milenarias, hasta ahora inquebrantables, están en juego al tener Israel entre nosotros. Me refiero a preguntas como: ¿Es este Israel el de ayer? ¿Y el de mañana? ¿Quién es la esposa de Cristo o cuántas “novias” hay?, ¿Cuántos pueblos tiene el Señor? ¿Ha abrogado Jesús la Ley o no?, ¿Hay reemplazamiento o no?, ¿Quién inventó el cristianismo y cuando? ¿Qué entendemos por “sionismo”? ¿Instituyó Cristo la Iglesia (cristianismo) en Pentecostés?, ¿Usamos terminología correcta? ¿Me tengo que salir de ella? ¿Se escribió el N. Testamento en griego o en hebreo? ¿Quién inventó eso de A. y N. Testamento? ¿Me tengo que judaizar o circuncidar? ¿tengo que ser “mesiánico” y llevar puesta un Kipá o bonete? ¿Qué camino debo tomar? ¿Quién lleva la razón, etc., etc ..

Créeme, debido a “esta nueva ola” (la del antiguo Israel de nuevo entre las naciones) estamos en una situación muy, muy delicada que necesita tiempo para ser entendida (a no ser que sea por revelación directa del Eterno, la mejor) . De ahí que tengamos que tener mucho cuidado con lo que decimos o cómo actuamos llenos de humildad y amor mientras llega el tiempo “cuando todo será revelado tal y como verdaderamente es” ... Mientras tanto, amemos lo que YHVH ama, estemos al tanto de las profecías, del momento en el que vivimos y, sobre todo, no dudemos a la hora de ponernos a su lado ...

¡Como me recuerda esta situación a la que experimenté hace ya unos cuarenta años... Sí, a aquella “ola” a la que la apoderaron “carismática” y que precedió a ésta otra. Pensando y dándole vueltas al asunto, me ha venido a la mente el artículo que os mando . Lo titulé: “Vino nuevo para odres nuevos”... (*) Léelo, creo que te va a gustar...

Un fuerte abrazo y shalom, shalom (la PAZ que nos da el Eterno y no la ONU).

Samuel del Coso Román (Presidente y director de TOLEDO: Centro Mundial de los Anusim o Cripto- Judíos SefarditasTOLEDO - (Sefarad/España)
Tl. + 34.659.682031 (WhatsApp)
E-mail: (shalomsefarad@shalomsefarad.com)
Blog: (shalomsefarad.blogespot.com.es)

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(*) “Vino nuevo para odres nuevos”...

Toledo Enero del 2.000

Dijo el Salmista: “YHVH, enséñanos a contar nuestros días, para que traigamos al corazón sabiduría”. (Salmo 92:12)

¡Cuanta razón llevaba el que lo escribió! Conforme me voy haciendo más “maduro” - por no decir viejo - me doy cuenta que el pasado no volverá y que cada segundo de mi vida es único ... ¡De ahí la necesidad de aprovecharlos bien!. A estas alturas, estoy muy consciente de ello. Y ¡cómo no! - ¡también empiezo a entender mejor a los “abuelos” ya que Ruth y Dani nos acaban de dar una nietecita (Nota - Después nos han dado cuatronietos más)

Si, sé que la vida se me escapa por momentos y que cada momento que pasa, no se volverá a repetir. Mi amigo Jack, el que me introdujo a la Comunidad hebrea de Madrid, tenía puesto un cartel a la entrada de su casa que decía: “RECUÉRDALO BIEN: Hoy es el primer día del resto de tu vida” … ¡Cuanta razón llevaba!

Y todo dicho anteriormente, me lleva a la oración del salmista a las de Yehoshua y a las de su alumno Shaul... Esas inmortales que nos dicen que “no os afanemos por el día de mañana, porque cada día traerá su propio afán .... ¡basta a cada día su propio mal ... Aprovechando bien el tiempo porque los días son malos”. (Mateo 6:34; Efesios 5:16)

Los días y las experiencias que estoy viviendo estos días, me hacen recordar a aquellos en los que viví y aprendí con amigos muy queridos, cosas preciosas que jamás olvidaré. Me refiero a esas que ocurrieron hace ya unos veinticinco años; justo antes de que se “oficializara” lo que más tarde los hombres llamaron La Renovación Carismática .

Mirando hacia atrás, creo que aquella fue una “ola” que precedió a la que ahora está barriendo al mundo entero. Es esa a la que algunos ya han bautizado como “la ola del mesianismo” (*) La que para tantos “inflexibles”, está trayendo muchísimos quebraderos de cabeza por eso de la doctrina del reemplazamiento (la que sostiene, entre otras cosas, que Iglesia ha reemplazado a Israel siendo ella la Esposa).

Como digo, algunos ya la han bautizado como El Movimiento Mesiánico; otros no se atreven ni quieren apodarla de ninguna forma. Sea lo que sea, la cosa está ahí y parece ser que no hay quien pare a esta avalancha que esta afectado a todo el mundo cristiano.

Yo me inclino a creer que, tal y como la fiesta de Shavuot (Pentecostés) precede a la de Sucot (La Fiesta de los Tabernáculos), esta nueva ola nos anuncia Su venida, ya que la hora de la boda - con Su Novia de siempre (Israel) - se acerca a pasos agigantados. Las “señales de los tiempos” y el cumplimiento de las pocas profecías que quedan por cumplirse así nos lo dicen. ¿Me equivoco?

Como suele suceder cuando esas “olas” llegan a tierra, se especula mucho, se dicen cosas que van a ocurrir y después no ocurren, unos las aceptan y otros no, unos entran en ellas de lleno y otros se quedan a fuera observando o criticando a los que se involucran perdiéndose - para bien o para mal - el privilegio de ser “primicias” o de saborear “el vino nuevo”que Él está mandando en esta ocasión.

S vas abriendo camino sueles “meter la patita” en muchas ocasiones, de ahí que tengamos que tener mucho cuidado a la hora de hablar y actuar... No cabe duda de que en aquellos años sopló ese “viento tan hermoso y tan carismático … El que nos trajo esos carismas o dones tan esperados y necesarios para andar en el Camino de YHVH”... Entonces prendí muchas cosas que, sin lugar a dudas, hoy me están ayudando a ser más cauto, a hablar menos, a escuchar con detenimiento y sobre todo, a amar más. Me refiero a “cosas” que tenían que ver con las famosas etiquetas o actitud frente a los demás. Se usaban “frases mágicas” que, al final hicieron y siguen haciendo tanto daño … Frases como: “así dice el Señor “, “yo soy y tengo vino nuevo, tú no.“ “soy un odre nuevo y tú no, “soy flexible y estoy lleno del Espírit Santo y tú no”, etc.etc.

La frase “odres nuevos para vino nuevo” se oía por todas partes y la gente se preguntaba qué era lo que quería decir. Tampoco yo lo tenía muy claro y tuve que aprender algo que jamás podré olvidar. Me refiero a los pasajes que se encuentran en Mateo 9:17; Marcos 2:13-17; Lucas 5:27-31.

“Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente”

Sí, leía bien, pero no llegaba a comprender el significado de ese dicho tal y como lo presentaban las diferentes versiones. Hoy y a causa de lo que está ocurriendo, esa cita y frases se vuelven a oír por todas partes y tengo la impresión que muchas personas siguen preguntándose lo mismo que en aquel entonces: ¿Cómo van a ser desechados “los odres viejos” cuando precisamente son ellos los que mejor vino hacen?

Hace unas semanas recibí una carta de una amiga de Shalom-Sefarad, preguntándome si tenía algunos “apuntes” referente a ese pasaje. Pensando en qué decirle, de pronto empecé a recordar aquel incidente en el que tuve que aprender una lección de práctica y personal. Le escribí mandándole lo que ahora pongo a tu disposición esperando que te sea de bendición a ti también.

Antes de contarte dónde, cuándo y cómo aprendí esa lección tan importante y necesaria, déjame que te cuente algo de mi testimonio; así comprenderás un poquito mejor lo que después leerás y la necesidad en la que me encontraba, ¿vale?

Mi madre me engendró - hace ya cincuenta y dos años - con el buen deseo de que “el bebé que naciera” fuera un siervo de YHVH. Cuando nací, mi abuela quiso que me llamara Samuel por la misma razón, y así fue como - sin tener escapatoria - nací en ese hogar pobre como “las ratas” en cuanto a economía se refiere, pero “rico” en La Palabra de YHVH. A los ocho años y consciente de que necesitaba un Salvador, nací de nuevo, consagrando mi vida a Él dentro de lo que yo entendía.

Contestando a las oraciones de mis padres y las de otras personas, YHVH quiso poner el deseo en mí de servirle y eso fue lo que he querido hacer hasta el día de hoy, con todos mis fallos y limitaciones.

Por no estar bautizado dentro de la Iglesia Católica Romana, a los doce años me echaron de la escuela del gobierno. Con la ayuda de un gran siervo de YHVH inglés, me llevaron a un colegio privado de Madrid. Allí estudié, fui profesor en una escuela privada, participé de una manera muy activa en las iglesias evangélicas e hice el servicio militar.

Huyendo de la dictadura militar y religiosa me fui a Inglaterra tan pronto como pude queriendo aprender a ser el “misionero” - tipo inglés - que siempre deseé. (En mi mente tenía la imagen y el testimonio incomparable de aquellos que trajeron el evangelio a mi bisabuela hace ya unos cien años. Esa imagen intachable, jamás se me podrá olvidar!).

En aquel país pasé cuatro años de mi vida maravillosos que jamás olvidaré. Allí conocí a YHVH como mi Sanador y al que bautiza con el E. Santo. Allí conocí también a gente encantadora que me amó y cuidó, poniendo a mi disposición todo lo que tenía y allí conocí a Elisheva, mi querida compañera.

Recién casado y con muchas ganas de trabajar, volví a España hace ya 25 años. Me dirigí y ofrecí a los misioneros – aquellos que me vieron nacer, me llevaron al Señor, me bautizaron, me enseñaron Sus caminos, etc, etc, - para decirme que, por “oler a pentecostal”, debería irme “fuera de sus territorios”. Así fue como, un tanto desilusionado y lleno de expectación, aparecí en El Levante español en donde hemos vivido hasta que nos trasladamos a Toledo (hace ya casi un año).

Después vinieron aquellos años intensos en los que, con otros “chiflados e incomprendidos” no hicimos otra cosa que viajar y viajar llevando “ese vino y carismático” a todo el que lo quería. La sorpresa nos la llevamos cuando vimos que el verdadero hambre lo encontrábamos en el mundo católico. Aquel que, a pesar de saber que procedíamos del mundo evangélico, nos seguía invitando para que les compartiéramos lo que teníamos (entre ellos estaban, sacerdotes, monjas obispos, incluso cardenales).

¡Cómo recuerdo aquellos días tan preciosos saboreando y compartiendo aquel “vino nuevo” que estaba cayendo del cielo! Pero también recuerdo las interminables discusiones que surgían entre los que trataban de demostrar quienes - a su parecer - “habían sido bautizados en El E. Santo y quienes no, cómo debería llamarse esa nueva ola, quienes deberían controlarla, desde donde y sobre todo quienes eran odres nuevos y quiénes los viejos ( los inservibles), etc. etc.”.

En ciertas ocasiones y frente aquella situación, yo mismo me sentía lleno de fórmulas, de retórica religiosa, de estudios y de teología cristiana estudiada e interpretada con gafas griegas. Por eso no cesaba de pedir a YHVH que me siguiera enseñando y llenando de cosas nuevas, ya que me sentía viejo y muy cansado ¡Cómo recordaba a aquellos que, “después de haber estado pescando toda la noche, no sacaron nada”!

Viendo el hambre que había por todas partes y pensando en los “odres viejos” más y más - en las generaciones de mi bisabuela, abuela y madre - (aquellas que vivieron antes y después de La Guerra Civil Española, aquellas que se enfrentaron a la Inquisición de La Iglesia Católica), me preguntaba: ¿No podrían ser bendecidas también? ¿No tendrían posibilidades, después de lo que habían sufrido en manos de los verdugos del siglo XX? ¿Por qué tenían que ser inservibles?, ¿sólo por ser viejos o no poder entender lo que estaba pasando?

YHVH quiso que, en uno de esos viajes que hice a mi pueblo para visitar a mis padres, fuera también a comprar una bota de vino a la casa del amigo que las hacía (como dije anteriormente, nací y viví hasta los 12 años en una de las zonas más famosas que tiene Sefarad (España) por sus vinos. Es La Mancha, Valdepeñas, la tierra de Castilla, la de Don Quijote).

Le pedí a Manuel “el botero” - un verdadero maestro en el arte de hacer odres y repararlos - que me explicara esos versículos que nunca pude entender bien.

- "Es muy fácil de entender", me dijo, "Ven mañana y te lo explicaré sobre la marcha, ¿vale?".

Al día siguiente y tan pronto como pude, volví al taller del maestro botero. Después de saludarnos, Manuel me bajó a un sótano y cogió un odre viejísimo que, según él, tenía más de 100 años.

- "Mira, Samuel, es un odre del tiempo de tu abuelo, un odre que, hasta hace poco, fue buenísimo, porque hacía un vino maravilloso. En sus mejores años valía mucho, pero ahora es inservible y no tiene valor”, me dijo.

 El odre estaba tieso como una tabla, su color era verde, olía mal y, ¡hasta daba asco tocarlo!

- “Pero, ¿qué le ha pasado?”, le pregunté. “¿Cómo es que ha llegado a esta situación? ¿Cómo lo vas a solucionar?”.

- “¡Espera y verás! ...”. Como si se tratara de un hijo a quien quería con todo el corazón, lo cogió con mucho cuidado para que no se rajara, y cargándolo en sus hombros con todo cuidado, salimos del sótano. Se dirigió a la tinaja de agua hirviendo que estaba en su taller y empujándolo con un palo, lo metió hasta que no se pudo ver.

- “¿Cuánto tiempo lo vas a dejar ahí metido, Manuel?", le pregunté. "Hasta mañana, pero ¡ya veremos; eso depende de lo blando que se quede!". "¿Blando? ¿Para qué ...? Si se queda blando, se romperá, ¿no? ...”. "Samuel, eso es todo por hoy, y ten paciencia. Ese es mi trabajo. Ven mañana a desayunar conmigo y seguiremos con las clases, ¿vale?".

Apenas pude dormir aquella noche pensando en el pellejo inservible, tieso, oloroso y, sobre todo, metido allí en la tinaja del agua hirviendo. ¿Por qué lo metió allí? ¿Qué tendría que ver una cosa con la otra? Al día siguiente me levanté más temprano que de costumbre para ir corriendo al taller de Manolo. Quería ver cómo estaría el pellejo después de haber estado toda la tarde y toda la noche dentro de la tinaja. Verdaderamente estaba intrigado por lo que había visto hasta entonces y, especialmente, por lo que iba a ver en las próximas horas.

Con asombro vi sacar el pellejo del agua. Ahora ya no era el mismo odre; ahora parecía un chicle, y Manolo lo dejó con mucho cuidado en un lado de la habitación, para que se secara con el poquito sol que hacía en aquel día de invierno.

Luego me invitó a desayunar alrededor de la chimenea. Recuerdo que, por más que quise que me dijera qué haría después, no lo conseguí. Las únicas palabras que le saqué mientras comíamos fueron: "Ten paciencia, Samuel, ten paciencia, y ven mañana otra vez. Lo que voy a seguir haciendo lo verás por ti mismo".

Volví otra vez para ver como con la ayuda de un fuelle grandísimo y con un cariño llevado a cabo tan sólo por uno que es un verdadero experto en el oficio, Manolo fue hinchando poco a poco lo que parecía un globo pegado.

Al cabo de muchas horas, que a mí me parecieron una eternidad, consiguió hincharlo sin agujerear las paredes que estaban pegadas por dentro con la brea que, durante tantos años, no permitió al vino salirse.

Después de llenarlo de aire, lo medio-llenó otra vez con agua hirviendo y le ató la boca con una cuerda. (El aspecto era de un cabrito sin cabeza. ¿Has visto ese cuadro alguna vez?)

Así lo dejó Manolo secarse unas horas más, y ahora, flexible, empezó a quitar la escoria de la piel negruzca con una cuchilla muy bien afilada. Armado de paciencia, cariño y maestría le fue quitando, poco a poco, toda esa podredumbre que le sobraba, esa que se había acumulado a través de los años, dejándolo inservible e inflexible.

Poco a poco vi surgir la piel de adentro; era una piel muy fina, moldeable y fácil de tratar, a causa del agua hirviendo.

Cuando todas las escorias - las de adentro y de afuera - salieron, Manolo lo untó de aceite por fuera para mantenerlo flexible, y le echó la brea nueva. ¡Hasta había cambiado de color! ... ¡parecía nuevo!. El trabajo había terminado y el pellejo viejo, ahora totalmente restaurado, estaba listo para recibir el vino nuevo.

- "Samuel, me dijo Manolo: este odre totalmente restaurado NO TIENE PRECIO. Ahora está “a punto”, antes era inservible. Toma, te lo regalo con una condición. ¿Cuál?, le dije. ¡Que lo uses todo lo que puedas y que me lo traigas de vez en cuando para quitarle las escorias que se le vayan pegando en el camino! ¡Que no se te olvide, sólo así sobrevivirá!”.

Me faltan palabras para expresar mi gratitud a los dos: a mi Hacedor y Salvador y, ¡cómo no!, también a Manolo, a quien visito con frecuencia cuando voy a mi pueblo para verlo trabajar con sus odres y, si puedo, desayunar con él.

De esa manera fue como YHVH me enseñó - a través de Manolo “el botero” - una tremenda lección que necesitaba aprender urgentemente y que nunca olvidaré. Aquel día entendí lo que El Padre podría hacer de mí si, después de reconocer mi situación, me dejaba en Sus Manos. De un odre inflexible, viejo, tieso e inservible por tanto conocimiento y escoria religiosa almacenada a través de los años, podría hacer un odre nuevo si tan sólo le permitía meterme en "el agua hirviendo" de Su Espíritu y rascarme con la cuchilla de doble filo: "la Espada del Espíritu, que es La Palabra de YHVH "

Si, el problema no está en el vino nuevo que baja del Cielo. El problema siempre estará en nosotros - los odres - ya que, por muy viejos que seamos, por muy buenos que hayamos sido, por muchos títulos de que hayamos adquirido a través de los años, A LA HORA DE RECIBIR EL VINO NUEVO NO SERVIREMOS PARA NADA A NO SER QUE “ESTEMOS A PUNTO” (RESTAURADOS) PARA RECIBIRLO.

Reconociendo mi necesidad en aquel entonces y oyendo mi oración sincera, Él me escuchó y me preparó para amarle y servirle en aquel entonces como quiere que lo haga ahora también, cuando otra vez está ofreciendo SU VINO NUEVO. ¿El último?

¡Cuántos disgustos y divisiones innecesarios se pudieron evitar entonces si hubiéramos sido más flexibles entre nosotros mismos! ¡Cuantas “meteduras de patas” por creer - los que presumíamos de ser “teólogos” - que lo sabíamos todo o por querer controlar AL VIENTO DE YHVH! Me pregunto: ¿Seremos capaces de no tropezar en la misma piedra en esta ocasión?

No lo dudemos ni un solo momento. El “vino nuevo de hoy” , el avivamiento que viene, está ligado a Israel - en donde estamos injertados – y su restauración (física y espiritual). ¿Estamos de acuerdo? ¡Pobre de aquel pellejo - individuo o congregación (iglesia) - que lo rechace! ¿Estamos preparados? ¿Lo queremos aunque nos tenga que meter en la tinaja de agua hirviendo?¿Necesitamos ir al MAESTRO BOTERO?

¡No dejemos pasar esta última ola sin beneficiarnos de ella! Para mi, ES LA ÚLTIMA. Entonces, ¿por qué no cerramos las ventanas que dan “al mundo” (Egipto, Babilonia, Grecia y Roma) y abrimos la que da a Yerushalayim? De allí recibiremos aire fresco y “aceite puro de oliva” que nos ayudarán a respirar mejor y a tener la cara con más brillo.

Si lo hacemos, no sólo nos beneficiaremos nosotros, los que nos rodean verán los resultados y nos pedirán que le digamos el secreto. Para eso estamos y vivimos ¿no?.

Recibe un cordial SHALOM y un fuerte abrazo,

Shmuel del Coso Román
TOLEDO – España / Sefarad
E-mail: shalomsefarad@shalomsefarad.com
Tl. + 34.659682031
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Salmo 72:18,19

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